El historiador Niall Ferguson se disculpa tras relacionar la sexualidad de Keynes con su pensamiento económico
El historiador británico Niall Ferguson, profesor en la Universidad de Harvard, ha pedido disculpas por haber manifestado en una conferencia pronunciada en California que John Maynard Keynes, sin duda uno de los más influyentes economistas del siglo XX, era indiferente a lo que sucediera en el futuro lejano… por el hecho de ser homosexual y no tener descendencia.
Ferguson hizo su comentario en referencia a una famosa frase de Keynes, «en el largo plazo, todos estamos muertos». Frase que suele utilizarse para expresar la idea keynesiana de que, dado que el libre mercado por sí solo no es capaz de alcanzar el equilibrio económico, en momentos de crisis son necesarios estímulos ambiciosos a corto plazo aunque puedan generar otros problemas en el largo plazo. Sin embargo, Ferguson, un académico muy crítico con el keynesianismo, interpreta la frase (o así lo expresó en su comentario) como muestra de la indiferencia de Keynes hacia el futuro por el hecho de ser homosexual (en realidad, era bisexual) y no tener descendencia. El propio Ferguson, sin embargo, ha reconocido posteriormente en una entrada publicada en su blog que dicho comentario fue «estúpido e insensible». «En primer lugar, es obvio que las personas que no tienen hijos también se preocupan por las generaciones futuras. Segundo, olvidé que la esposa de Keynes, Lydia, tuvo un aborto», añadía. «Mis desacuerdos con la filosofía económica de Keynes nunca han tenido nada que ver con su orientación sexual. Resulta simplemente falso sugerir, como yo hice, que su aproximación a la política económica estaba inspirada por aspectos de su vida personal», se retractaba a continuación.
El comentario de Ferguson -un historiador ya de por sí polémico, que ha defendido por ejemplo las bondades del colonialismo- ha servido en cualquier caso para recordar un hecho que mucha gente desconoce: la rica vida afectivo-sexual de John Maynard Keynes (1883-1946), que durante buena parte de su vida mantuvo numerosas relaciones homosexuales, que por cierto no ocultó. Ya en la cuarentena Keynes acabó sin embargo contrayendo matrimonio con una mujer, la bailarina rusa Lydia Lopokova, después por cierto de mantener durante una larga temporada dos relaciones en paralelo: una con la propia Lopokova, otra con el psicólogo y escritor Sebastian Sprott. Una circunstancia, la de la sexualidad de Keynes, que por cierto ha sido utilizada en numerosas ocasiones en el pasado para desacreditar sus teorías.
Fascinante el neoliberalismo, la critica a las economías desreguladas y la estimulacion estatal es mala porque la invento un gay¡¡
Si quieren distinguir un liberal de un neo liberal , pregunten por temas gay , saltan rápido.
Pero entonces, Keynes era homosexual o bisexual ??
Efectivamente, Elio, ésa es la diferencia entre los liberales clásicos (los de verdad) y los «neoliberales». El auténtico liberalismo siempre ha respetado las opciones de vida del individuo. Además, confiaba en la bondad del individuo y sus «sentimientos morales» para asegurar que el dejar hacer no derivaría en pura crueldad. Obviamente, pecó de ingenuo al confiar tanto en los individuos dejados a su suerte. Pero sigue habiendo una diferencia fundamental con los «neoliberales»: estos saben que no se puede confiar en la bondad natural del ser humano, y les da igual… Bueno, eso y aparte de que en realidad son unos intolerantes y lo encubren con «liberalismo», por no hablar de que son mucho más incultos que los liberales clásicos (los de verdad)
¿Keynes era gay? Vaya, qué sorpresa….
bueno, no sé cómo el se habría definido, pero tuvo muchos novios/amantes/parejas… especialmente dentro del grupo Bloomsbury, que para esto eran muy avanzados a su tiempo y vivían casi en comuna sin importarles homosexualidad, bisexualidad, matrimonios, parejas etc. etc.
A mí me recuerda a lo que sentía mi admirado Alan Turing: el miedo que tenía a que se hiciese pública su homosexualidad, ya que pensaba que a consecuencia de eso sus teorías científicas perderían credibilidad. Turing ya conocía de sobra con qué clase de calaña se jugaba los cuartos…
Lo que impacta es que a estas alturas de la película, se siga yendo por esos derroteros, y para más inri, que el «bocas» sea profesor en Harvard, ya sabéis, esa institución que se jacta de tener lo mejor de lo mejor, que se permite el lujo de tener un sistema de ingreso muy duro para luego presumir de que son la excelencia, de que son la poya en verso (a ser posible verso endecasílabo y con ritma consonante), etc…
Ya sólo me falta esperar que no usen el aula magna (o lo que allí tengan) para usarla como plató televisivo donde se emita «Sálvame Deluxe», tal y como hacía la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid con el programa «59 segundos».