Ataque a un local de ambiente gay en Toliatti (Rusia)
Un grupo de desconocidos atacó el 3 de enero el Fantom, un local de ambiente gay de Toliatti, al sudoeste de Rusia, tras vencer la resistencia de su servicio de seguridad. Varios de los clientes del local resultaron heridos y uno de ellos tuvo que ser hospitalizado. El ataque al Fantom se inscribe en la ola de acoso y violencia que soportan los ciudadanos LGTB rusos, y que no se limita ya a los activistas más comprometidos.
Así lo ha denunciado el activista local Konstantin Golava, que ha pedido a las autoridades que investiguen lo sucedido y lleven a sus responsables ante la justicia. Golava se ha lamentado en sus declaraciones de que muchas personas homosexuales rusas piensen que siendo discretas respecto a su orientación sexual y atrincherándose en locales de ambiente serán capaces de resistir a la homofobia, e incluso que son los propios activistas LGTB los responsables de lo que está pasando por ser demasiado reivindicativos. «Los gais pueden crean sus propios guetos confortables en clubs que parecen ser seguros. Pero están equivocados. No hay nada malo en divertirse y relajarse, pero deben protegerse a sí mismos, proteger sus derechos y no quejarse de que son los activistas los que ‘provocan'», ha declarado Golava.
El ataque al Fantom, reportado en medios locales, fue recogido por la web de la organización GayRussia, vinculada al conocido activista Nikolai Alekseev, desde donde se ha difundido a medios internacionales. Se trata de una acción que nos recuerda por cierto el intento de asalto por parte de un grupo neonazi a otro local de ambiente gay de Kiev, en la vecina Ucrania, recogido por cámaras de seguridad el pasado julio. Este tipo de ataques suponen un paso más en la escalada de violencia contra las personas LGTB en Rusia, normalmente dirigida contra individuos aislados (es el caso de la violenta red de grupos homófobos Occupy Pedofilyaj, que retiene y tortura a personas a las que suelen tender una trampa) o más abiertamente contra activistas que reclaman sus derechos (el último episodio del que nos hicimos eco ocurrió a finales de octubre, cuando tres activistas fueron asediados en Lipetsk).
Todo ello sin hablar de la homofobia de estado, representada sobre todo por la legislación aprobada en 2013 por el Parlamento ruso, que prohíbe informar positivamente sobre “relaciones no tradicionales” a menores y que ha servido para acallar cualquier reivindicación de los derechos LGTB, con continuadas detenciones de aquellos activistas que valientemente se resisten a permanecer en silencio. También han tenido lugar despidos de funcionarios que declaran abiertamente su orientación sexual y cierres de medios de comunicación que respaldan las reivindicaciones de los activistas.
Si no fueran por los activistas LGBT en el mundo . los que reivindican nuestro orgullo y defienden nuestros derechos ,con cojones,coraje y valentía
nosotros no tendríamos derechos como,al respeto, a los derechos como el matrimonio o leyes anti discriminación u contra la homofobia. Pensemos antes de criticar, por que el ser invisible no ayuda a nada. Es muy fácil lo fácil, esconderse. pero de que sirve si no gozas de los mismos derechos que los heterosexuales . pensemos y razonemos. con critica.
La represión contra los gays egipcios se agrava con el régimen militar.
«Ahora, hasta en casa tenemos miedo», confiesa Hassan Sherif, un joven egipcio gay cuyo temor a las represalias de las autoridades se ha duplicado desde la detención en un hamam de El Cairo de 26 hombres sospechosos de homosexualidad.
Habituados a la discreción en un país donde sólo el 3% de la población estima que la «sociedad debe aceptar la homosexualidad», según un sondeo publicado en 2013 por el centro de investigación estadounidense Pew, este médico de 32 años teme que pueda ser víctima de la represión contra la comunidad gay.
La caza de brujas se ha intensificado desde que el exjefe del ejército y actual presidente Abdel Fatah al Sisi derrocó al islamista Mohamed Mursi en julio de 2013.
«Vivimos una angustia y un miedo permanentes. Nunca en mi vida me había pasado», prosigue Sherif, que vive en un apartamento de El Cairo con su compañero y se presenta bajo un pseudónimo.
Las imágenes de la última acción policial, difundida por una cadena de televisión privada que muestra a los detenidos en ropa interior, le persiguen.
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