El «Vatileaks», en clave LGTB
Tras meses de revelaciones en la prensa italiana, el llamado «Vatileaks» ha llegado a las portadas españolas. Un escándalo que ha desvelado las intrigas, guerras internas y corruptelas que parecen formar parte del funcionamiento cotidiano de la Santa Sede. Entre los documentos hechos públicos destacamos sin embargo uno concerniente a una cena secreta entre Joseph Ratzinger y el Presidente de la República Italiana. Un texto muy revelador, tanto de las prioridades del Papa -entre ellas la oposición al reconocimiento de las parejas del mismo sexo- como del carácter de las relaciones que mantienen el Vaticano y el Estado italiano.
Revelaciones que han puesto de manifiesto no solo la enemistad (entre los cardenales en general y entre el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, y todos los demás en particular) y el clima de enfrentamiento más o menos larvado por el poder en la Curia. También desvelan casos graves de “fraude y malversación”, relaciones poco claras entre “contratistas de obras públicas y monseñores” y acumulación de riqueza por parte de ciertos religiosos que dirigen entidades que “parecen más fondos de inversiones sin escrúpulos que organizaciones caritativas” (las citas provienen de los artículos enlazados).
Este tsunami ha llegado a su paroxismo con la reciente publicación del libro Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI, del periodista Gianluigi Nuzzi (autor de otro bestseller sobre las finanzas de la Santa Sede, Vaticano S. A.). El libro hace públicos documentos secretos y en particular cartas confidenciales dirigidas a Joseph Ratzinger y a Georg Gaenswein, su secretario (muy) personal. El libro toca temas candentes e incluye informes internos, preparados para la curia, sobre políticos como Silvio Berlusconi o el Presidente de la República, Giorgio Napolitano. En ellos se puede leer, por ejemplo, que el Vaticano considera que Berlusconi ha sido víctima de jueces “politizados” en el «caso Ruby», en el que el ex primer ministro ha sido acusado de corrupción de menores.
Cena secreta
Entre los documentos destaca uno que fue preparado en 2009, con ocasión de una cena privada entre el Papa y Giorgio Napolitano. En el texto figuran una serie de directivas específicas a tratar con el Estado italiano. El contenido no es muy original: el Papa repite sus criticas al “laicismo” y su condena del aborto y de la eutanasia. Lo que sí resulta interesante son dos elementos en particular. El primero es el tono utilizado, ya que da la impresión que el Papa dicta al Presidente italiano cuáles deben ser los contenidos de las leyes del estado. Un tono similar al utilizado por el arzobispado de Turín en una carta de la que nos hicimos eco en octubre, cuando ya subrayamos que “el propio tono de la carta (…) ilustra bien algunos aspectos del funcionamiento del proceso legislativo en Italia: el arzobispado dicta directamente cuáles deben ser los límites de la ley y se ofrece a discutir un articulado punto por punto”.
Otro aspecto interesante del documento es que el primer tema abordado es la oposición del Papa al reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo. “Se debe evitar toda equivalencia entre la familia fundada en el matrimonio y otros tipo de uniones”, reza el texto. Prueba, si todavía hacía falta una, de la obsesión homófoba que domina a las jerarquías católicas.
El documento hace referencia a los llamados “DiDoRè” (una proposición de ley sobre las parejas de hecho muy limitada y que, sin embargo, quedó en nada debido a las presiones de los sectores católicos) a los que Ratzinger critica con dureza. El Papa llegó incluso a pedir medidas discriminatorias contras las familias no tradicionales. El documento dice en efecto que el estado debería reformar el sistema fiscal para favorecer a las parejas casadas sobre solteros y parejas de hecho (una proposición que a algunos les retrotrae a la tasa sobre el celibato aprobada por el régimen fascista en los años 20).
Il potere logora
Los medios tradicionales están presentando al Papa como una víctima, un hombre “solo y enfermo rodeado por lobos”. Pero olvidan mencionar que este escándalo es también el fruto del enorme poder acumulado en los últimos años por la iglesia católica en Italia, país al que ha querido controlar. Algo que en buena medida ha conseguido: los ultracatólicos están presentes, y en muchos casos al frente, de las direcciones generales de los ministerios, de las administraciones públicas y de los entes públicos (Roberto de Mattei está lejos de ser un caso aislado). La iglesia católica ha obtenido del estado italiano enormes privilegios fiscales y financieros. L’Espresso ha calculado en 3.000 millones de euros el coste anual de la iglesia para el estado.
La iglesia católica, como hemos dicho, ha querido controlar Italia, pero en el camino se ha fijado demasiado en una frase del ex primer ministro italiano Giulio Andreotti -“El poder desgasta solo a quien no lo posee”, olvidándose de esta otra del sublime Talleyrand: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
yo culpo cada vez más a nuestro amigos y familiares católicos del desastre de la Iglesia Católica y su ultraconservadurismo. ¿por qué? porque no hacen nada para exigir ningún cambio en esta organización rancia y corrupta! mientras nos apoyan de boquilla y dicen que están a favor del matrimonio gay y una Iglesia más moderna, no lo EXPRESAN. no conozco a ningún católico ¡moderno’ que realmente haya hecho algo para conseguir que su Iglesia cambie. ni cartas, ni presiones, ni deserciones. si tuvieran huevos, los católicos de a pie que no están de acuerdo ni con las ideas de ultraderecha ni la corrupción y falta de democracia de sus líderes dirían o harían ALGO. hablarían con los curas, harían huelga de misas y donativos, lo que sea con tal de conseguir un mínimo cambio y una modernización. porque creo que la inmensa mayoría NO está de acuerdo.
Bravo Nac!
Estoy totalmente de acuerdo contigo 🙂
Tienes toda la razón, Nac. El apoyo de boquilla es una traición pasiva.
«No conozco a ningún católico ¡moderno’ que realmente haya hecho algo para conseguir que su Iglesia cambie. ni cartas, ni presiones, ni deserciones»
Ya sé que con este correo, no me gano aplausos, pero… lo digo: «Nac», estás muy mal informado. Las cartas y declaraciones públicas de católicos de a pie se cuentan por centenares. Otra cosa es que no hagan caso. Pero ruido sí que hay, aunque se ve que algunos preferís la versión del Opus de que sólo hay una voz. Paradójico, que digáis lo mismito que los ultraconservadores, pero una realidad.
Y ahora, a seguirle aplaudiendo y a ponerme negativos. San Google seguirá dándome la razón.
Miau
Felino… ¿podrías documentar tu argumento con pruebas? Enlázanos a webs que contengan esas protestas y empezaremos a darles crédito. Gracias.