Una de cuentos

“Y sin embargo yo solo veía en él dulzura, salud, vida, calma y una chispa que invitaba a olvidarse del mañana”.

Empezamos el otoño literario con una excelente colección de cuentos escritos en un lenguaje exquisito sin caer en lo pedante: Pequeños laberintos masculinos, de Guillermo Arróniz publicado en Editorial Egales (libro cedido por Berkana). Cuentos de ciudad, la mayoría, de enamoramientos (o sexo, simplemente) en horarios de comida, entre jornada de trabajo y jornada de trabajo, en no-lugares (tiendas de ropa, estaciones de autobuses, pantallas de ordenador, piscinas y gimnasios). Y es que uno lo mismo se enamora de un actor porno que de un dependiente de H&M, de dos hermanos gemelos que se acarician bajo la ducha en un polideportivo, de un compañero de trabajo en algún país perdido de Oriente Medio, del fantasma de una chica que se ahorcó o de otro fantasma, delante de una casa preciosa junto a la costa inglesa, del treintañero con cara de muchachillo desvalido abrazado a un caballito de madera que pocas horas después estará mamando vergas delante de las cámaras de una productora checa, del entrevistado para ese puesto de trabajo que jamás ocupará y que sin embargo tiene esas manos tan grandes, de una polla en un váter de la oficina, cuando casi todo el mundo ya se ha ido… un libro que resulta “joven, rubio, bello como una tarde de verano en un país frío”.

Me quedo con dos relatos espléndidos: La Rueda Inmóvil y El enamoramiento, otro pequeño cuento que es una novela en sí, o muchas: El otro lado y las ganas de leer mucho más de este joven escritor.

Guillermo Arróniz López (1977), es licenciado en Derecho y redactor en ellibrepensador.com y generacion.net donde escribe un particular blog de viajes a veces hacia ninguna parte. Ha publicado en Internet la brevísima colección de cuentos Borgianos. Epitafios y nanorrelatos, de trasfondo histórico.

Y siguiendo con cuentos, se acaba de publicar Relatas. Historias extrañas de mujeres atípicas, de Carme Pollina también en Egales (libro cedido por Berkana), una colección de “relatas” que aparece dividida en secciones de lo más explicativas: para ponerse a pensar, para ponerse a reír, para ponerse a correr, para ponerse a llorar, para ponerse. Vamos, que lo que tú tienes que hacer es ponerte a leer inmediatamente porque los cuentos de Carme Pollina cumplen con lo que prometen en esos títulos tan bien buscados.

Con un sentido del humor y una profundidad que no encontramos mezclados habitualmente, además se añade casi siempre un giro en el que la aparición de “lo extraño” (tan buscado entre los que intentamos escribir, tan agradecido por los lectores) deja siempre un regusto amargo y las ganas de empezar a leer otra vez con más información, o de vengarse, o de matar a alguien, o de follar.

“El camino es largo y en ocasiones penoso, y sin duda lo recorreremos mejor si somos capaces de reírnos, aunque solo sea un poco, de nosotras mismas y de todo lo que nos rodea.”

Esto dice su currículum: Carme Pollina Tarrés (1971), como periodista especializada en comunicación creativa, escribe lo que le pide el mercado. Como autora, escribe lo que le pide el cuerpo. En el fondo, lo que más le gusta es escrivivir: escribir sobre lo que va viviendo para vivir escribiendo.

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