Los obispos gallegos piden votar a partidos que, entre otras cosas, se opongan al matrimonio igualitario
Los obispos gallegos emitieron el pasado martes una nota conjunta en la que «en los actuales momentos de crisis antropológica y cultural, de la que ha derivado la profunda crisis económica que padecemos» ofrece «algunos criterios a tener en cuenta antes de emitir nuestro voto». Uno de esos criterios es, como no podía ser de otraforma teniendo en cuenta su autores, la oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo.
«Defender la vida humana en toda circunstancia desde el momento de su concepción hasta la muerte natural», «favorecer el matrimonio, como unión esponsal entre hombre y mujer, la familia y, dentro de ella, las condiciones de natalidad» y «fomentar una real libertad de educación integral, respetuosa con la responsabilidad intransferible de los padres», son algunos de los consejos que dan los obispos gallegos a la hora de pensar a quien votar en las próximas elecciones autonómicas.
A priori podría considerarse al PP, partido que según las encuestas puede revalidar su mayoría absoluta en Galicia, como el más cercano a estos postulados. Claro que los obispos gallegos también consideran entre los criterios a tener en cuenta «promover entre sus prioridades la justicia social, el acceso a la salud, el trabajo digno y estable para todos, la preocupación por los grupos sociales más débiles, con unas políticas que se fundamenten en la justicia y la solidaridad» así como «ofrecer proyectos creativos que afronten los problemas de la actual crisis económica hasta sus más hondas raíces morales, paliando sus consecuencias negativas sobre todo en aquellos que sufren el paro», por lo que se nos antoja difícil adivinar cual es, en realidad, la opción recomendada por los obispos gallegos, más allá de la abstención o el voto en blanco…
La nota de los obispos gallegos «aprecia» el sistema democrático «en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica”, aunque luego considera que es un sistema «fundamentado en valores» que «no depende solo de los procedimientos, sino también de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve».