Dos años después de la Primavera Árabe, las personas LGTB siguen a la espera
Los vientos de cambio que comenzaron a soplar en el mundo árabe hace poco más de dos años trajeron la esperanza a las minorías sexuales de muchos países, en busca de un reconocimiento de sus derechos. La realidad es que buena parte de dichas esperanzas se han visto por ahora defraudadas, y en algunos casos la situación de las personas LGTB incluso ha empeorado.
Hace ahora dos años publicábamos en dosmanzanas “Egipto y la esperanza LGTB”, una entrada que comenzaba con las palabras “la Historia ha echado a galopar en el mundo árabe”. Y si bien no cabe duda de la importancia de los cambios producidos desde entonces en muchas sociedades árabes, lo cierto es que ese galope se ha dado a distintas velocidades para diferentes sectores de la población, e incluso hacia atrás. En Egipto, Túnez y Libia las respectivas revoluciones colocaron cerca o en el centro del poder a partidos de corte islamista, que como muchos temían estarían persiguiendo a las minorías sexuales con más intensidad que las autocracias cuyo lugar ocuparon.
En el caso de la compleja sociedad egipcia no hay ninguna ley específica que prohíba la homosexualidad -lo cual no impide que las relaciones homosexuales sean perseguidas en la práctica- pero la elección de un presidente islamista y la introducción de una nueva constitución hacen temer a la minoría LGTB del país que una legislación explícitamente homófoba y la persecución oficial podrían llegar en cuestión de meses. La situación de las personas LGTB antes de la revolución ya era difícil, siendo usados como chivos expiatorios para apaciguar a los movimientos islamistas. Pero hoy en día esos islamistas están en el poder, y los mismos Hermanos Musulmanes que se sumaban en 2008 al Parlamento Europeo cuando este denunció la falta de respeto a los derechos humanos por el dictador Mubarak, se escudan ahora detrás del relativismo cultural para reducir el ámbito de esos derechos humanos, que según ellos no incluyen a las minorías sexuales. Según la Iniciativa Egipcia por los Derechos Civiles (Egyptian Initiative for Personal Rights, EIPR) la homofobia ha aumentado en el país desde la revolución, en parte según algunos por la mayor visibilidad de muchos LGTB que participaron en el alzamiento, y en parte porque muchos homófobos se sentirían respaldados por el nuevo gobierno. Los colectivos LGTB egipcios no han alcanzado el grado de organización o visibilidad de países vecinos, y de hecho grupos como EIPR están dispuestos a hablar sobre derechos LGTB pero sin constituir una prioridad para ellos.
No muy diferente es el caso de Túnez, donde los islamistas moderados del partido Ennahda dominan el gobierno posrevolucionario. Samir Dilou, miembro de dicho partido y el primer ministro de Derechos Humanos del país, provocó la indignación de activistas al declarar hace un año que la orientación sexual no es un derecho humano y que la homosexualidad es una perversión que precisa tratamiento médico. Estas declaraciones simbolizarían para algunos observadores un cierto -aunque pequeño- avance respecto a las duras condenas con base religiosa, pero plantean a la sociedad tunecina una pregunta difícil: ¿cómo justificar la criminalización de una supuesta enfermedad, y ello con penas de hasta tres años de cárcel? Como en el caso egipcio, los líderes tunecinos apelan a la idiosincrasia particular de las sociedades musulmanas…
En países vecinos la situación no es mucho mejor. En Libia las detenciones -por no decir secuestros- de hombres gays a manos de milicias islamistas están a la orden del día, y ello con el apoyo del gobierno. Y en el Líbano, país que venía siendo considerado relativamente tolerante, diversos activistas por los derechos humanos vienen denunciando las humillaciones y torturas sufridas por muchos gays: hombres sospechosos de ser homosexuales son llevados ante un médico y sometidos a exámenes humillantes con el pretexto de determinar su orientación sexual.
Revoluciones incompletas
Desde las sociedades árabes se suele acusar a las occidentales de promover la homosexualidad -entre otras “costumbres inmorales”- pero también los hay que miran hacia Occidente en busca de “soluciones”. La página web IslamOnline (con base en Egipto pero supervisada desde Qatar por el clérigo Youssef al-Qaradawi) dedicó una serie de artículos en clave supuestamente científica sobre la homosexualidad, basados en la idea de que la orientación sexual es un opción que puede ser “corregida”. Su principal fuente de información no era otra que NARTH, una organización norteamericana abanderada de las denominadas “terapias reparadoras”, totalmente desacreditadas por las auténticas asociaciones de profesionales de la salud mental. Cabe establecer por cierto un paralelismo entre este caso y la incitación a la homofobia en países africanos como Uganda por parte de grupos occidentales como los evangélicos estadounidenses.
Un elemento común a todas los movimientos de la Primavera Árabe es la sublevación contra regímenes autoritarios, pero para traer un cambio real es preciso que esa lucha contra el autoritarismo se produzca no solo al nivel de los gobiernos y la política, sino también en la calle, en las actitudes y formas de pensar de unas sociedades tan patriarcales ahora como antes de las revoluciones. Las demandas de libertad en todos estos países iban dirigidas contra gobiernos autoritarios, exigiendo en cierta forma una libertad colectiva, pero también sería necesaria una libertad a un nivel más personal. Y esta última exigiría una revolución quizá menos espectacular pero más profunda y difícil, debido al valor que las sociedades árabes suelen dar a las pretensiones de unidad (nacional, cultural y religiosa) y de conformidad con las normas sociales.
El tratamiento de las minorías sexuales será una medida importante de los avances de estas sociedades respecto a los autoritarismos de partida. Los derechos LGTB no conciernen simplemente a las personas LGTB. Como los de las mujeres, están íntimamente ligados a cuestiones fundamentales como la libertad del individuo, el papel de los gobiernos, y la influencia de la religión. La lucha por los derechos LGTB se engloba dentro de la lucha por los derechos de todas las personas y minorías, y al mismo tiempo los avances en otras áreas facilitarán el camino hacia la igualdad de las minorías sexuales.
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