La verdadera religión
Sentados en círculo en el suelo ricamente alfombrado de la mezquita de Muhammad Alí, que desde la ciudadela de El Cairo domina la ciudad, en silencio y pendientes de los labios de un solo hombre, habíamos asumido un cierto aire de discípulos escuchando a su maestro o guía espiritual, cuando en realidad éramos un grupo de visitantes occidentales escuchando a su guía turístico. El tema del discurso que éste nos dirigía, con todo, sí era la religión: esa mañana tocaba visitar una mezquita, una iglesia cristiana copta y una sinagoga del centro histórico de la capital egipcia, y en cada una de dichas etapas nuestro guía tenía previsto hablarnos del papel de cada una de las tres grandes religiones monoteístas en la historia y el presente de Egipto. La mezquita era la primera de las tres visitas, y el guía, un egipcio musulmán creyente y practicante, se extendió un buen rato en sus explicaciones, pintándonos una imagen del islam en la que no pudimos percibir mancha o sombra alguna. Cuando hubo acabado, una mujer del grupo, una argentina de blancos cabellos, le manifestó su disgusto por la situación de las mujeres en las sociedades islámicas; y para responderle el hombre le habló de la historia de su propia familia.
Su abuelo, nos contó, un pobre agricultor de una aldea del delta del Nilo, pegaba a su abuela; su padre, que heredó esas mismas circunstancias, no pegaba a su madre, pero sí le gritaba y la maltrataba de palabra. Hasta que él, nuestro cicerone, se le enfrentó un día y le amenazó con llevarse a su madre a vivir con él, su mujer y sus hijas a El Cairo, lo que hizo que su padre cambiara su conducta. Para nuestro guía, el hecho de que su abuelo y su padre hubiesen maltratado a sus esposas no tenía nada que ver con la religión islámica, sino que se debía a las costumbres de la gente ignorante, a “la falta de cultura”. Él, en cambio, había estudiado en la universidad y conocía lo que realmente decía el islam: sabía que éste se oponía a toda suerte de maltrato hacia la propia esposa. Yo le pregunté entonces por el velo o cubrimiento del cuerpo femenino: quería saber si también éste, en su opinión, era meramente una costumbre popular. Me respondió enseguida que no, que el velo sí formaba parte de los preceptos del islam genuino.
Este pequeño debate sobre la posición (supuestamente) verdadera de la religión islámica en relación con la mujer me hizo pensar en un artículo que había leído recientemente sobre el islam y la homosexualidad. Su autor, Abdennur Prado, fundador y presidente de la Junta Islámica Catalana y secretario de la española, no sólo sostenía en él que “no hay fundamento alguno (…) para una condena de la homosexualidad” en las bases de la religión musulmana (es decir, en el Corán y el ejemplo de Mahoma), sino que añadía que, en su opinión, “desde el momento en que los matrimonios entre personas del mismo sexo han sido legalizados en España, nada impide que se celebren entre musulmanes/as”; y no se refería a matrimonios meramente por lo civil, sino a “‘matrimonios entre hombres (o mujeres) según la sharia’ con plena validez a efectos civiles”. Claro que Prado advertía, al principio de su texto, que “esta posición no es absoluto representativa del islam en su conjunto, sino fruto de una indagación personal cuyos frutos se oponen al pensamiento dominante” en dicha religión. Y es que, como reconoce más adelante el mismo autor, “en el terreno del islam siempre coexisten opciones diferentes, algunas veces tan alejadas entre sí que parece tratarse de religiones diferentes”.
Que sobre una cuestión determinada existan puntos de vista contrapuestos es algo que ocurre prácticamente todos los ámbitos de la actividad intelectual humana; lo peculiar de las religiones (o por lo menos, de las religiones monoteístas) es que quienes sostienen puntos de vista contradictorios e incompatibles aseguran, cada uno por su lado, que su propia opinión coincide con (o más bien, revela) la de un juez capaz de decidir sobre cualquier disputa de manera inapelable: el ser supremo, la divinidad. Pero como a éste último no es posible consultarle, o al menos, no es posible hacerlo de forma abierta y pública, no hay modo de establecer con certeza cuál es su auténtica posición respecto a cualquier cuestión que suscite discrepancias entre los creyentes; o lo que es lo mismo, no hay forma de saber cuál es la versión genuina de la religión.
Así que, en cuanto a la situación de la mujer en el islam, la postura de mi guía es en realidad una de las existentes (probablemente la dominante entre las personas de su, digamos, clase social en el Egipto de hoy), pero sólo eso: también hay estudiosos musulmanes, por ejemplo, que consideran que nada tiene que ver el uso del velo –o de los diferentes tipos de velo– por las mujeres con los verdaderos preceptos del islam. Y el propio Abdennur Prado admite, como hemos visto, que su punto de vista respecto a la aceptación o no de la homosexualidad en el islam está muy lejos de ser la doctrina exclusiva o incluso mayoritaria entre los seguidores de su misma religión.
Lo peor de todo esto es que, por lo que parece, nunca faltan, en ninguna de las tres religiones monoteístas, aquéllos a quienes la convicción de que sus propias opiniones representan el auténtico punto de vista de la divinidad les anima a ignorar toda evidencia empírica y todo argumento racional que contradigan sus tan queridos dogmas, e incluso a intentar imponer por la fuerza dichos dogmas al resto de la sociedad. Y en cualquier caso, aunque debo admitir que me parecería una estupenda noticia que los creyentes en esas tres grandes religiones descubrieran un buen día que su fe les prohibía toda forma de inferiorización de, por ejemplo, las mujeres o los homosexuales, lo cierto es que para un no creyente como yo la verdadera religión es, sencillamente, aquélla que verdaderamente se da en un contexto determinado. Y en nuestro contexto histórico me parece obvio que ninguna de esas religiones se caracteriza precisamente por una lucha sin cuartel contra el sexismo machista o la homofobia, sino más bien –con matices en cada caso, y con excepciones como la de Prado– por todo lo contrario.
Interesante reflexión, justo hoy precisamente que preparo una reseña sobre grupos evangélicos progays…
Yo, como ateo que soy, soy de los que no duda en denunciar el efecto perverso de la religión, de cualquiera de ellas. Alguna discusión he tenido aquí por eso.
Sin embargo, y en esto algo tiene que ver estos dos años que llevo participando en DM, hay mucha gente que de buena fe es religiosa, gente que cree verdaderamente en la existencia de una realidad trascendente y a quien esa creencia le consuela y da fuerzas.
Allá ellos, he pensado yo durante años. Pero ahora creo que, independientemente de las convicciones, si queremos seguir progresando en el ámbito de los derechos LGTB, hay que asumir un cierto cambio táctico y tratar de reforzar a los que, instalados en esa creencia, la quieren adaptar a la realidad LGTB. Enfrentarnos a ellos sólo lleva a que se alejen de nosotros y les condenemos a la infelicidad.
No sé, a mí me ha costado entenderlo, pero después de conversar con gays y lesbianas plenamente asumidos que no quieren renunciar a su fe, creo que es lo más sabio.
Es una reflexión que lanzo.
Buen artículo Nemo. Como ya he dicho aquí varias veces a nuestro mundo se dirigen católicos, musulmanes o hebreos progresistas (en artículos en revistas como Zero, por ejemplo), los conservadores no tienen nada que decirnos. Su mensaje va dirigido a inferiorizarnos ante la mayoría heterosexual y a pedir a los pocos LGBT que les escuchan que se metan en el armario.
Eso nos hace creer que hay un debate entre diferentes visiones de esas religiones. Pero no es cierto. El cristianismo, el islam y el judaismo machista y homófobo arrasan y copan la gran mayoría de los medios afines a estas religiones. El ejemplo más cercano que tenemos es la gran cantidad de radios, televisiones o periódicos católicos conservadores frente a medios progresistas (sólo me viene a la mente la revista 21rs, muy difícil de conseguir).
Las religiones hasta ahora, no evolucionan, simplemente se callan aspectos de su doctrina que no interesan en el momento (basta con leer el Levítico, libro común a las tres religiones) y lo callan por la presión ejercida desde el exterior, nunca por la de dentro. Es triste decirlo pero la situación de la mujer en los países de mayoría musulmana la cambiará el mercado, cuando estos países tengan el sistema económico de Occidente. Los estudios y discusiones sobre el islam y la nueva situación de la mujer llegarán después.
gracias flick. por lo que a mí respecta
y gracias nemo. como siempre
«(basta con leer el Levítico, libro común a las tres religiones)»
El Levítico no forma parte del islam. Lo aclaro porque es un error bastante común: el único «libro revelado» es el Corán. Otra cosa es que la tradición abrahámica sea considerada parte del islam pero para los musulmanes, la única escritura revelada preservada con total integridad y fidelidad es el Corán.
«Es triste decirlo pero la situación de la mujer en los países de mayoría musulmana la cambiará el mercado, cuando estos países tengan el sistema económico de Occidente. Los estudios y discusiones sobre el islam y la nueva situación de la mujer llegarán después».
Pues siento decirte que los musulmanes llevan ya varios siglos discutiendo sobre estas cuestiones y más de 100 años analizando la relación entre islam y derechos de la mujer. Otra cosa es que aquí no se conozca o no se lean sus trabajos, pero haberlos hailos, y muchos. Un poquito de seriedad.
Estupendo artículo. La verdad es que has compendiado muchas ideas que en algún momento se me han pasado por la cabeza. Totalmente de acuerdo con Flick en que el sentimiento religioso es totalmente compatible con el activismo LGTB. Aunque es muy difícil hacerlo desde dentro en una religión (la que sea) cuyos dirigentes se oponen a la homosexualidad, pero desde luego, los que deciden hacerlo merecen el mayor de los respetos.
«“Es triste decirlo pero la situación de la mujer en los países de mayoría musulmana la cambiará el mercado, cuando estos países tengan el sistema económico de Occidente».
Por otro lado, esto es una frase completamente vacía de significado que, además, es falsa. Los países islámicos con legislaciones más retrógadas son, paradójicamente, los más y mejor integrados en el sistema capitalista. Me refiero a Arabia Saudí fundamentalmente. En el causo saudí la tecnificación y la modernización no han servido para «liberar a la mujer», como pregona el discurso al uso, sino al contrario. Un ejemplo: con la llegada de la televisión por circuito cerrado, muchas universidades saudíes pusieron en práctica el «ijtilat» o separación entre los sexos, donde una clase de chicas podía recibir docencia impartida por un señor… que estaba dando clase en el aula de los chicos. Es un buen ejemplo de que tecnificación y modernización no son siempre sinónimo de «progreso» o «liberación». Los países islámicos están plenamente integrados en la economía capitalista; de hecho, el sistema capitalista no podría vivir sin ellos.
Podéis leer las novelas del escritor saudí (al que retiraron la nacionalidad) Abderramán Munif (están traducidas al castellano).
Un ejemplo, Ave, Hassan II de Marruecos dijo que en su país nunca habría residencias de ancianos, que eso era contrario a la esencia de su país y que los marroquíes cuidaban y respetaban a los suyos.
Esa frase me hizo reflexionar ¿Quién se encarga de cuidar a esos ancianos? ¿los marroquíes o las marroquíes? Hace unos treinta años tampoco había tantas residencias en España.
Muy buen artículo, a mi siempre me ha hecho gracia la idea de que exista una verdadera religión, así como si el resto fuesen completamente falsas, lo digo por que siempre tengo en mente un dicho sobre la verdad «En el mundo existen tres verdades: MI verdad, TU verdad y LA verdad».
Con las religiones pasa lo mismo, es absurdo pensar que todo el mundo va a seguir un pensamiento único, sin brechas ni fisuras, cada cual adapta la idea base a su conveniencia y su situación personal.
«Un ejemplo, Ave, Hassan II de Marruecos dijo que en su país nunca habría residencias de ancianos, que eso era contrario a la esencia de su país y que los marroquíes cuidaban y respetaban a los suyos. Esa frase me hizo reflexionar ¿Quién se encarga de cuidar a esos ancianos? ¿los marroquíes o las marroquíes? Hace unos treinta años tampoco había tantas residencias en España.»
No entiendo muy bien qué tiene que ver esto con los anteriores puntos que has mencionado, pero bueno. Ni tampoco por qué me sacas a Hassan II, pero bueno. Venga, vamos. ¿Y? ¿Quién cuida a los ancianos en España? Incluso en el sector profesional, me atrevo a decir que un 90% de las cuidadoras son mujeres (aunque cobren por hacerlo). No sé muy bien hacia dónde quieres ir con este argumento, la verdad, porque no le veo la relación. Las sociedades mediterráneas han seguido unos patrones sociales que todos más o menos conocemos: España, por mucha pátina de modernidad que tenga, sigue manteniendo esos patrones, y en el 90% o más de las familias con mayores que cuidar a los que no se envía a una residencia, sigue siendo la mujer la encargada de esos cuidados.
Podría ponerte incluso un ejemplo contrario: en Marruecos, ¿quiénes son, por regla general, los encargados de hacer la compra diaria?
Respuesta: los hombres, en el mercado. Y sin embargo el hecho de que un hombre haga la compra, en ESE contexto, no es signo de «modernidad» como sí lo sería en España.
Pues lo mismo.
Tampoco tecnificación o modernización son sinónimos de capitalismo. También hubo tecnificación y modernización, por ejemplo, en la Unión Soviética.
Otra cosa es que el país sea capitalista o no (en el caso de Arabia, me callo porque no lo sé) o, más en general, si puede mantenerse el liberalismo económico sin que termine llegando el liberalismo político. Suele ponerse España como ejemplo de que sí, pero ahí está China, en la que los pasos de liberalización económica no se han visto acompañados de pasos hacia la liberalización política, y probablemente con Arabia suceda igual; aunque bien podría ser una cuestión de grado o de umbral.
El asunto que plantea Flick creo que se puede redirigir hacia la cuestión —tan debatida— de la transversalidad; en este caso, religiosa. Me siento cercano a lo que dice, porque también he tenido aquí peloteras relativas a la cuestión religiosa. Mi sensación es que, vale, no todos los cristianos se oponen a los derechos glbt —no hablo de ‘cristianismo’, sino de cristianos, porque ni ellos se ponen de acuerdo en qué significa esa doctrina—, y también veo que hay conservadores (pocos) que están a favor de nuestros derechos, pero donde se produce el cóctel explosivo es en el caso de los democristianos, conservadores de base religiosa.
Creo que el movimiento glbt puede/debe trabajar directamente con los cristianos y a los conservadores no-religiosos, pero siento que los cristianos conservadores son un núcleo irreductible que, acaso, sólo podrá ser abordado desde otros movimientos cristianos y otros movimientos conservadores, pero no directamente desde el movimiento glbt, porque nos tienen un rechazo visceral.
(si no me crees, pásate por cualquiera de los rastros o mercados que hay en las grandes ciudades españolas con un alto índice de población inmigrante y observa quién hace la compra de frutas y verduras: son los hombres, no las mujeres, en su mayor parte). Y no por eso decimos que los hombres marroquíes sean «más modernos» que los españoles. Las cosas hay que interpretarlas en su contexto, no se pueden extrapolar e interpretarlo todo con el mismo cristal.
«Tampoco tecnificación o modernización son sinónimos de capitalismo».
Cierto, yo no he dicho eso. Solamente he respondido al argumento de Turbio de que «capitalismo» e «islam» son dos realidades contrapuestas, cuando en realidad en la mayoría de los casos no es así.
Yo estoy de acuerdo con el planteamiento de Zarevitz: no creo que el movimiento LGBT tenga que buscar ningún tipo de alianza con gentes a las que, directamente, o no les interesamos o nos tienen un odio visceral. Esta es la ruta que se ha seguido en Estados Unidos y los resultados saltan a la vista: cambios sociales al paso de la tortuga, actitud mendicante por parte de los colectivos LGBT, etc. Es decir: siempre por detrás.
Yo prefiero lo otro: señores, esto es un Estado de derecho donde todos tenemos los mismos derechos. Y al que no le guste, pues ajo, aguita y a correr.
Capitalismo e islam dos realidades contrapuestas, Turbio?. Entonces que es Irán ¿un oximorón geográfico?
uff, el verdadero islam, el verdadero capitalismo… Del verdadero liberalismo ya hablamos a raíz de unos posts de Nemo.
A ver si me explico mejor
Empezamos con un ejemplo cercano: España durante el nacional-catolicismo
Nuestras abuelas recordaban muy bien que tuvieron derecho a voto, conservaban su apellido tras casarse, etc. ¿y qué? Les gustase o no la ley les obligaba a pedir el permiso de su padre o marido para viajar al extranjero, abrir una cuenta corriente o un negocio, la represión desde niñas las obligaba a la docilidad. Si dejaron de ocultar su cuerpo para llevar bikinis (aunque parezca un ejemplo tonto no lo es) lo hicieron tras ver películas yanquis o fotos de actrices en revistas llegadas por el mercado cinematográfico (no hablo de capitalismo hablo de mercado), desde luego no fue tras oír una homilia de un cura obrero.
Actualmente aunque seas una mujer machista tienes que trabajar para pagar la hipoteca, adiós al cuidado del hogar a diario, adiós a estar en la cocina todo el día, adiós a la familia numerosa, adiós a las enseñanzas de nuestras madres. No hay el antiguo reparto de tareas: él trabaja, ella es ama de casa. No hay elección, el sistema te obliga a consumir comida congelada, electrodomésticos para cocinar en media hora, etc. Ésta ha sido la principal causa de un cambio de mentalidad tan rápido en nuestro país.
Continuamos adivinando el futuro en un ejemplo no muy lejano: Marruecos bajo el reinado de Mohamed VI, Amir al-Mu’minin (líder religioso de los fieles)
Las mujeres tienen marcado su territorio: la casa, ocultas, cuidando a ancianos y cocinando. Los hombres tienen marcado el suyo: la calle, comprando, tomando el té con amigos, etc. La religión tiene un peso enorme en ese reparto de roles y la opresión para que la mujer no se salga de este sitio. ¿Cambiará por un debate entre ulemas? Yo pronostico que no, que seguirán el mismo camino que las mujeres españolas (si continúa el sistema capitalista).
Odysseus no he mencionado el capitalismo en mi primer post.
«Yo pronostico que no, que seguirán el mismo camino que las mujeres españolas (si continúa el sistema capitalista).»
Esto que tú dices ya lo pronosticó un señor llamado Manfred Halperin en los años 50 y otros defensores de la «teoría de la modernización» para el mundo árabe. Y se equivocó completamentel El resultado de la integración de los países árabo-islámicos en la economía capitalista ha dado como resultado lo que tenemos hoy: sociedades profundamente desestructurados, con altos niveles de desigualdad y contradicciones brutales que afectan a los sectores más frágiles (mujeres, pobres, y gentes del ámbito rural). Eso, combinado con las mejoras tecnológicas, lo único que ha hecho ha sido consolidar sistema de gobierno en absoluto democráticos, completamente represivos (basados en el poder policial del estado, cuya manifestación más espeluznante es Libia), etc. Y todo ello con economías de mercado perfectamente adaptadas al «ritmo» de Occidente.
Y en Marruecos no son los ulemas los únicos que debaten. Cuando se reformó el código de familia marroquí (la llamada «Mudáwana») hubo multitud de asociaciones de mujeres que participaron en la reforma y que tuvieron que enfrentarse a la oposición de sectores muy conservadores del majzen, empezando por el parlamento. No todas las mujeres árabes están metiditas en su casa con la pata quebrada. También hay profesoras universitarias, activistas y mujeres que trabajan fuera de sus casa. No simplifiquemos las cosas, por favor.
Los partidarios de las teorías de la modernización (entendida como occidentalización) basaban sus ecuaciones en: a más economía de mercado y a más capitalismo, más apertura social.
¿Y qué tenemos hoy?
Pues casi 200.000 muertos después de 10 brutales años de guerra civil en Argelia.
Auge de la ideología islamista en todo el mundo árabe tras el fracaso de los paradigmas del socialismo estatal (Argelia, Siria) o del despotismo capitalista ilustrado (Marruecos, Jordania, el Golfo).
Ningún país árabe con una estructura de gobierno democrática. Las «reformas» de M6 son de risa.
Una revolución islámica en Irán iniciada por una coalición de islamistas, nacionalistas e izquierdistas que terminó con un gran baño de sangre y que reaccionaba precisamente contra la idea de que la «modernización» era algo positivo.
Unos niveles de desigualdad social espectaculares.
Y de fondo, Iraq y Palestina, cada vez peor.
Religiones, tema siempre espinoso.
Yo considero las religiones como algo que tuvo sentido antiguamente y que parece ser que fue evolutivamente favorecido (se están haciendo estudios en el sentido de demostrar que la religión tiene su origen en la adaptacion evolutiva) pero que a dia de hoy traen mas problemas que soluciones.
El pensamiento mágico es dañino porque enseña a ser acrítico, a aceptar las cosas porque lo dice un ser superior o su médium/sacerdote de turno, y su concepto de lo sagrado.
Las religiones van contra lo que es diferente. Esto como digo, fue util en la antiguedad (proteger la tribu, etc) pero ya no.
Resumiendo, existe la obligacion de hacer que las religiones respeten los derechos humanos y la separación iglesia-estado debe ser escrupulosamente mantenida. Cualquier otra cosa no sirve.
Ave, creo que me tomas por un defensor del imperialismo contra los árabes y no es eso. Yo sólo defiendo el laicismo para todos los países.
Hablando de mujeres y mentalidades: en mi familia hay mujeres mayores que fueron hippies en su momento, a pesar de sentirse liberadas se casaron, se convirtieron en amas de casa y tuvieron una vida de lo más burguesa. Las mujeres de mi generación, machistas o feministas, progres o fachas, trabajan todas y tienen pocos hijos.
Los espacios que no ocupan la mayoría de las mujeres en países de gran influencia del islam, como la calle o el mercado, lo ocuparán cuando no tengan más remedio.
Lo que no quita que los hippies o los progres o los reformadores de las religiones, aunque fuese por moda, abrieron caminos para que las siguientes generaciones viesen los cambios con naturalidad.
«Ave, creo que me tomas por un defensor del imperialismo contra los árabes y no es eso. Yo sólo defiendo el laicismo para todos los países.»
En absoluto… pero fíjate que has ido saltando. Del «sistema económico de Occidente» saltas ahora… ¡al laicismo! Se puede ser laico (incluso ateo, como China), autoritario y capitalista a la vez. O se puede ser laico, socialdemocrático y capitalista, como Francia. O se puede ser laico, capitalista y con un fuerte peso del ejército, como Turquía. No es tan fácil. «A+B» no siempre es igual a «C». Si las ecuaciones fueran tan fáciles de resolver y los cambios sociales tan fáciles de predecir, nos habríamos quedado en la historia decimonónica. Pero hoy sabemos que las cosas no son así: Arabia Saudí, ¿es un país «moderno» o «tradicional»? Yo creo que ni lo uno, ni lo otro. Es un país tecnológicamente avanzado (mucho más que España, por ejemplo, en muchos sentidos), paternalista (el Estado pagaba hasta hace muy poco todo, como por ejemplo los lapiceros o los cuadernos de las escuelas infantiles), autoritario (con una estructura de poder tribal-vertical), represivo… y capitalista. El ciudadano saudí tiene mucho más contacto con Estados Unidos (y un mayor conocimientos), por ejemplo, que una inmensa mayoría de ciudadanos españoles (incluidas sus mujeres). En Estados Unidos estudian multitud de mujeres saudíes (no necesariamente ricas ni millonarias): medicina, informática, psicología… y luego vuelven a su país. Se casan, trabajan, tienen hijos. ¿Crees que resulta fácil «predecir» cuál será su actitud o cómo serán los cambios que van a tener lugar? Yo creo que no.
zarevitz, perdona mi retraso en contestar a tu alusión en el comentario 11.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. El ejemplo de Suecia, donde todos los partidos conservadores (excepto el democristiano) y buena parte de la iglesia luterana está a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo es una prueba.
Y eso no quita para que lo que yo mantenía sea igual de válido, al contrario…
Un saludo
Flick: «Y eso no quita para que lo que yo mantenía sea igual de válido, al contrario…»
Por supuesto. Si lo que decía era precisamente que estoy de acuerdo contigo. 🙂
Es verdad que no he estado acertado al decir «sistema económico de Occidente», es mejor el que usé al principio de «mercado», que existe desde el neolítico y que lleva cambiando sociedades desde los fenicios hasta Hollywood.
Lo del laicismo es una alusión a lo que yo defiendo por si era necesario aclararlo. Otras menciones como a Hassan II vienen por haber sido un líder religioso musulmán, además de político.
La respuesta de qué pasará la tendremos en unos veinte años.
Interesante reflexión, Nemo, como siempre.
Flick: has dado en el clavo, hay mucha gente que de buena fe es religiosa y no tenemos porque zaherirles; al contrario, tenemos que acercarles a nuestra causa. Los cristianos de base son una cosa, loable, que no tiene nada que ver con Rouco y su jauría.
Excelente artículo, Nemo. Una de las cosas que señalas es precisamente uno de los aspectos que más me ha asustado siempre del hecho religioso: el que cada religión se crea en posesión de la verdad absoluta, condenando de diversa forma y medida a los que no la practican, hasta el punto de convertir a algunos de sus seguidores (por supuesto, en los casos extremos que todos conocemos y en una generalización histórica y geográfica) en seres capaces de matar a sus semejantes en defensa de esa Verdad.
Flick: estoy de acuerdo con tu comentario nº 1. Mi ateísmo recalcitrante me impide muchas veces comprender que en una sociedad como la actual (hablo de Occidente, claro) la religión siga siendo tan importante para tanta gente, cuando para mí lo que resultó una liberación fue precisamente lo contrario, el «dejar de preocuparme y disfrutar de la vida», como rezan los autobuses ateos. Pero el hecho es que la religión está ahí, y todos tenemos que convivir con ella, unos desde dentro y otros desde fuera; y resulta perfectamente comprensible que las personas lgtb creyentes quieran buscar una forma de compatibilizar ambos aspectos tan importantes en su vida.
Por otro lado, creo que lo mismo que la aprobación del matrimonio homosexual nos ha beneficiado a todas las personas lgtb, no sólo a las que se han casado ya o tienen la intención de hacerlo, una apertura hacia las personas lgtb por parte de las distintas confesiones religiosas también nos beneficiaría a todos, creyentes o no.
Pero no puedo evitar seguir pensando que, hoy por hoy, y circunscribiéndonos a nuestro entorno más cercano, los creyentes lgtb (de los que aquí, entre los habituales de DM, tenemos al menos tres ejemplos adorables) se siguen dando de cabezazos contra un muro.
Para completar el último párrafo de mi comentario anterior, citaré éste de Dr. Turbio, que comparto totalmente:
Crasamet: pero es que tenemos la cabeza muy dura 😉
Muchas gracias por tantos y tan interesantes comentarios, y por vuestras amables palabras. El tema es realmente delicado, y por eso me había esforzado por escribir un texto muy matizado. A mí, por un lado, me resulta persuasiva la tajante claridad de Dexter Morgan:
y también la de Dr. Turbio en el párrafo que cita Crasamet (en el comentario 30); por otro lado, sin embargo, coincido con Flick (y muchos otros de vosotros) en que aquellas personas que se identifican como creyentes y que (siendo LGTB o no) aceptan y respetan la diversidad sexual humana, y actúan para eliminar la homofobia y la transfobia de sus respectivas religiones, merecen el reconocimiento y el apoyo de las personas y organizaciones LGTB.
Con todo, soy, como Dr. Turbio, bastante escéptico en cuanto a las posibilidades de lograr que religiones como el catolicismo o el islam hagan una evolución profunda en lo tocante a la cuestión LGTB mediante el debate interno: me parece que la religión, al basarse en la aceptación acrítica de unas afirmaciones de las que no hay evidencia alguna, no es el terreno más propicio para el debate abierto, para la confrontación de argumentos y pruebas.
Eso sí, si queremos ser optimistas, podemos pensar que la presión ejercida desde el exterior (esto es, por la sociedad civil) sobre las religiones para que éstas abandonen su homofobia puede ser más eficaz si la acompaña una cierta presión desde dentro.
Bueno, efectivamente las religiones no evolucionan mediante el debate interno… salvo que esto afecte a la pasta.
iglesias vacías, cada vez menos X en la casilla de la renta (sí, yo, católico, no marco la X).
Acabarán aceptando pulpo como animal de compañía. Y hasta bautizándolo.
Pues ojalá podamos asistir un día (aunque seamos ya muy viejecitos) al bautizo del pulpo, Jack… 🙂