El alcalde de Belgrado confiesa su desagrado ante el Orgullo aunque desea que se desarrolle sin incidentes
Dragan Dilas, alcalde de Belgrado, ha hecho unas contradictorias declaraciones a la prensa, en las que desea que el Orgullo se celebre sin incidentes el próximo 20 de septiembre, pero da argumentos a los posibles saboteadores expresando su desagrado con la celebración. Según él, la orientación sexual es ‘una cosa personal’, por eso no entiende por qué alguien tendría que airearla en público, ya sea heterosexual u homosexual.
Ante las voces que pedían que aclarase su postura, el alcalde desea que se respete su opinión: ‘No estoy prohibiendo nada. Sólo he dicho que un acontecimiento así provocará la reacción de aquellos que destrozan la ciudad cada doce días. Estoy expresando mi preocupación por los participantes’.
Magda Puaca, del comité organizador del Desfile del Orgullo en Belgrado, coincide con el alcade en la necesidad de aumentar la seguridad del evento. Asímismo, recuerda que el desfile es una protesta política contra la homofobia en Serbia, y por eso no debe quedar ‘entre cuatro paredes’, como proponía el alcalde, a quien sugería, como al resto de representantes civiles, que apoyaran el evento o incluso hicieran acto de presencia, para demostrar que están a favor de que todos los serbios tengan los mismos derechos.
Bueno, de momento este señor, si bien está equivocado de medio a medio con la puñetera «privacidad», al menos no llega a ser como el de moscú (o por lo menos no tanto como para mostrarlo en público alegremente).
Entonces, no está claro que este alcalde sea hetero, ya que no le gusta «airear en público» su orientación sexual. Podría preguntarle un periodista a ver si contesta que no se quiere definir en un sentido ni en otro, que a nadie le importa…
A este mastuerzo no sólo no le avergüenza admitir que hay gente que destroza la ciudad cada doce días, ¡sino que lo utiliza como excusa! Como alcalde es de pena, pero delante de un micrófono se le caen los pañales.
Pues lo mismo tienes razón, Javier, podemos lanzar una campaña de apoyo a este hombre: «Dragan, no te avergüences de tu orientación sexual, ven con nosotros al orgullo».
¿Y no sería mejor que dedicara sus esfuerzos a desarrollar algún tipo de re-educación social para aquellos que, según él, «destruyen la ciudad cada doce días»?. O, como mal menor, a tenerlos controlados. Vamos, digo yo.