Camarero sin nombre
Regresamos a la poesía antes de la vorágine navideña que nos espera, con un poema de Álvaro Márquez Barba, perteneciente a su primer poemario El deseo y la palabra editado por E-ditaloContigo.
Camarero sin nombre
Viste de negro por obediencia a su trabajo:
servir copas y tapas los fines de semana.
Pero su estilo se impone sobre toda norma:
Su risa cómplice,
sus guiños de falsa inocencia,
la camiseta que se ajusta
a sus brazos modelados
por la genética o el gimnasio,
el pantalón a medio caer
insinuando lugares prohibidos
de su cuerpo perfecto.
Todos le miran y él sonríe…
¡Qué diría al saber que él es el objeto
de todas las conversaciones que le rodean!
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Álvaro Márquez Barba (Zamora, 1979) es licenciado en Historia del Arte, grado profesional de Música y Especialista Universitario en la India. Durante su formación universitaria participó en la revista Arte-facto de la Universidad de Valladolid, ciudad en la que ha vivido muchos años y la que se siente ligado como para siempre querer volver. Como músico ha participado en la IX Muestra de Artistas Castellano-Manchegos y como ponente en el IV Taller de Arte y Cultura «el Infante». También como músico y ponente ha colaborado la organización de los recitales poéticos «La poesía como encuentro entre los pueblos» y «Con poemas, un homenaje a la mujer», todo ello en Quintanar de la Orden (Toledo). Actualmente trabaja como profesor de música de secundaria en la provincia de Toledo. El Deseo y la Palabra es su primer poemario.
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Otros libros en Desayuno en Urano
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Homofobia y Lacras Sociales
Cabrera Infante retrató la deriva del castrismo que le obligó a expatriarse
Juan Goytisolo
(…)Dada la imposibilidad de resumir aquí la pleamar represiva que afectaba a intelectuales, escritores y artistas reflejada en el libro, me detendré en uno de los elementos más significativos de lo que se conoce hoy como la Década Ominosa: la obsesión enfermiza del régimen contra los culpables o sospechosos de homosexualismo, calificados de “delincuentes sexuales”, obsesión que desembocó en el envío de decenas de millares de ellos a los campos de trabajo de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) poco después de la salida de Cabrera Infante de la isla.
La creación de un departamento del Ministerio del Interior, el de Lacras Sociales, era el vértice de una vasta pirámide de espionaje y control que a partir de los Comités de Defensa de cada barrio elaboraba casa por casa un censo de los sospechosos de desviación. Obviamente, los medios literarios y artísticos se convirtieron en el punto de mira de los celadores del orden y las buenas costumbres impuestos por la Revolución. El Teatro Estudio, el grupo cultural El Puente, los círculos intelectuales marginados por la línea oficial comenzaron a sufrir las consecuencias de esa manía persecutoria. El director de la revista Casa de las Américas, Antón Arrufat, había sido destituido de su cargo por haber publicado un poema de José Triana con alusiones homoeróticas e invitado a Cuba al icono de la Beat Generation Allen Ginsberg.
(…)La transformación del “desviacionismo” sexual en político y de ambos en una forma inicua de delincuencia constituye una de las páginas más sombrías de una Revolución que Cabrera Infante, como la inmensa mayoría de intelectuales cubanos, acogió con entusiasmo hasta que las sucesivas experiencias recogidas en el libro sobre su última estancia en la isla le convirtieron en este gran escritor (Cabrera Infante) de dentro desde fuera de Cuba que todos sus lectores admiramos.
http://elpais.com/elpais/2013/12/12/opinion/1386841756_249129.html
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Oscar De Madrid