"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Nelson Mandela, incansable luchador por la libertad… también de las personas LGTB

Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica y hombre clave para acabar con el régimen racista del apartheid, falleció el pasado jueves a los 95 años. Con Mandela desaparece un símbolo de la lucha por las libertades y un defensor de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, cuyo gobierno promovió la aprobación de la Constitución que terminó con la discriminación legal de las personas LGTB.

La historia de Mandela ha sido de película. De origen humilde, dedicó su vida a la lucha contra el apartheid. Militó desde joven en el Congreso Nacional Africano (CNA), y en 1956 fue acusado de alta traición por un presunto intento de golpe de Estado, lo que acabó con la ilegalización de dicho partido, en 1960. Poco después, Mandela se radicaliza y organiza el llamado brazo armado del CNA en la clandestinidad, viajando por África con el fin de recibir entrenamiento y captar fondos. Por este motivo es detenido y, en 1964, condenado a cadena perpetua, acusado de sabotaje y conspiración para derrocar violentamente al gobierno. Finalmente, es encarcelado en la prisión de Robben Island, donde pasa 27 años. Tras su liberación, en 1990, Mandela lideró la lucha contra el régimen racista del apartheid. En 1994 consigue convertirse en el primer presidente democrático de Sudáfrica y así acabar oficialmente con el apartheid. Tras cumplir 80 años y casarse con Graça Machel, viuda del presidente de Mozambique, se retira de su cargo de presidente, en 1999. Poco después, en 2004, se retiraría también de la vida pública.

No es casualidad que, para muchos, Mandela sea considerado un icono gay del siglo XX. En 1996, el CNA, del entonces presidente sudafricano, consiguió aprobar, con el apoyo del Partido Nacional, una nueva Constitución que ponía fin al periodo de transición democrática abierto en 1990 con la salida de Mandela de la cárcel. Entre otras cosas, el texto establecía, en su sección nueve del Capítulo segundo, que “Todas las personas son iguales ante la ley […] El Estado no podrá discriminar injustamente, de forma directa o indirecta, por motivos de raza, género, sexo, embarazo, estado civil, origen étnico o social, color, orientación sexual, edad, discapacidad, religión, conciencia , creencia, cultura o idioma”. Asimismo, la nueva Carta Magna derogaba la prohibición que impedía servir en el ejército sudafricano a personas que se declarasen abiertamente homosexuales.

Por otro lado, el documento constitucional sentó las bases para la aprobación, en 2006, del matrimonio entre personas del mismo sexo, gracias a una sentencia de la que fue ponente un año antes el juez del Tribunal Constitucional Albie Sachs, que consideraba discriminatoria e inconstitucional la anterior legislación sobre matrimonios. Una apreciación que contó con la unanimidad de todo el Tribunal, hecho insólito en la historia del matrimonio igualitario. Previamente, en el año 2002, el Tribunal Constitucional había reconocido el derecho a la adopción homoparental conjunta. Sudáfrica se convertía así en el primer país africano (y único, por el momento) en acabar con la discriminación jurídica de las parejas del mismo sexo, haciendo honor a su sobrenombre de “nación arco iris”, término acuñado por otro gran defensor de los derechos LGTB, el arzobispo anglicano Desmond Tutu.

Es cierto que la realidad social de las personas LGTB es todavía muy difícil en Sudáfrica, sobre todo por lo que a la población negra se refiere, y especialmente cuando de lesbianas hablamos. Agresiones, «violaciones correctivas» e incluso asesinatos están a la orden del día. Tampoco es alentador el perfil de Jacob Zuma, elegido presidente sudafricano en 2009, que evita pronunciarse, siempre que puede, sobre los derechos LGTB, y si alguna vez lo ha hecho no ha quedado claro que esté a favor. Otros signos negativos ocurridos en los últimos años han sido la decisión de la Asamblea Nacional de Líderes Tradicionales de pedir que se elimine de la Constitución la cláusula que garantiza la igualdad de las personas LGTB, los comentarios homófobos del rey de la nación zulú, la elección de un juez homófobo para presidir la Corte Constitucional o la elección como embajador en Uganda del homófobo Jon Qwelane. No obstante, parece ya muy difícil que el gobierno de Zuma pueda poner en peligro los principios jurídicos que sustentan la igualdad jurídica de las personas LGTB. La sombra de Nelson Mandela es demasiado alargada y su legado permanecerá para siempre. Sin duda, la excepción a la regla de que nadie es profeta en su tierra.

Comentarios
  1. lucas
  2. Azul Bernal
  3. AashtaMartinez

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