Organizaciones pro-derechos humanos advierten que la LGTBfobia detrás de muchos crímenes en el mundo queda sin denunciar
Organizaciones en favor de los Derechos Humanos como Human Rights Watch o Amnistía Internacional lamentan que sean tan pocos los países que dispongan de un registro fiable de de crímenes de odio -entre ellos aquellos cuya motivación es la LGTBfobia-.
La consecuencia es que la violencia homófoba continúa siendo invisible, tal como destaca Público en su titular. Las asociaciones que luchan día a día contra estos crímenes tienen que basarse para sus estadísticas -de importancia clave para reclamar cualquier tipo de medida- en noticias aparecidas en prensa o internet.
Los motivos por los que muchos crímenes homófobos quedan sin registrar como tales son variados. Por un lado, el colectivo LGTB es reacio a denunciar (porque no están fuera del armario, y también por desconfianza hacia la policía) según la Agencia Europea para los Derechos Fundamentales. Por otro lado, algunas iniciativas se dan de lleno contra la intransigencia de los países. Tal es el caso de la ONU, que no emite informes sobre homofobia por la negativa de países como Egipto, que lo consideraría «una imposición de los valores occidentales«.
En Irak, la situación del colectivo homosexual es alarmante, y se calcula que más de 90 hombres han sido torturados y asesinados en lo que va de año por miembros de las milicias en lo que parece ser una estrategia organizada. En un país como Brasil, receptor de turismo LGTB, detrás del escaparate que nos dejan ver convenientemente, se esconden los 190 asesinatos homófobos de 2008. En México, en el periodo entre 1995 y 2004, se documentaron 337 víctimas mortales entre el colectivo LGTB.
La peor parte de esta situación a nivel mundial se la llevan las personas transexuales. Según la ONG Transgender Unit y la revista Liminalis, una persona transexual es asesinada cada tres días, ante la pasividad, si no la connivencia, de los cuerpos de seguridad.
Paradójicamente, el porcentaje de crímenes por LGTBfobia parece elevarse en países donde el movimiento LGTB es más visible. Según Scott Long, director del programa LGTB de Human Rights Watch, ‘la visibilidad engendra violencia. Es la otra cara del progreso social’.