El presidente de Uganda no firmará la ley homófoba sin pruebas científicas de que la homosexualidad no es innata
Se mantiene la incertidumbre en Uganda sobre el futuro de la legislación homófoba. El presidente Yoweri Museveni ha declarado que no está dispuesto a ratificar con su firma la ley que endurece el trato penal a gays y lesbianas, aprobada por el Parlamento de su país, mientras no tenga constancia científica de que la homosexualidad no es una condición innata.
Según el periódico ugandés The Observer, citando a un informador presente en la reunión del partido Movimiento de Resistencia Nacional (NRM), Museveni “nos dijo que en su postura contraria a la ley tuvo influencia un informe de varios activistas por los derechos de gays y lesbianas con los que se había reunido”. De acuerdo con esta fuente, los activistas le explicaron al presidente que “los gays nacen así, como los albinos”. El anuncio de Museveni de que no firmaría el proyecto de ley se habría topado con el enfado de muchos de sus correligionarios, que habrían llegado a abuchearlo. Dos médicos miembros del Parlamento le habrían instado a reconsiderar su postura, calificando la homosexualidad de “desviación del comportamiento” que “debe ser perseguida”.
Siempre según el informador que cita The Observer, Museveni se habría mostrado “100% a favor de la ley, si se trata de personas que promuevan, minimicen, recluten y apoyen la homosexualidad, pero dudaba en aceptarla si busca castigar a los homosexuales”. El presidente ya expresó sus reticencias sobre el asunto hace días, cuando calificó a los homosexuales de “anormales” pero se opuso a su tratamiento penal, salvo en el caso de corrupción de menores. Museveni habría sugerido ahora formar un equipo de científicos para estudiar el asunto y que presenten sus conclusiones en la próxima reunión del grupo parlamentario del NRM a partir del próximo 6 de febrero.
La constitución ugandesa establece que el presidente tiene 30 días para ratificar una ley o devolverla para que sea reconsiderada por los legisladores, o bien notificar por escrito al presidente del Parlamento su decisión de no firmarla (algo que ya hizo hace dos semanas, en una carta en la que reprochó a Rebecca Kadaga haber aprobado la ley sin el suficiente quórum). La cámara puede entonces enmendar la ley y volverla a enviar al presidente de la república; si la vuelve a rechazar, el Parlamento puede levantar su veto con una mayoría de dos tercios. La ley, recordemos, establece penas que oscilan entre los 14 años de prisión a la cadena perpetua para las personas que mantengan relaciones homosexuales y prohíbe la “propaganda homosexual”. La aprobación de la ley era uno de los objetivos más deseados por Kadaga, que en 2011 incluso llegó a expresar su deseo de instaurarla como “regalo de Navidad” para la población ugandesa, cuando el texto aún recogía la pena de muerte en determinados supuestos.