El presidente de Uganda firma la ley que castiga a las personas homosexuales con penas de hasta cadena perpetua y obliga a delatarlas
Se confirmaron por desgracia los temores que adelantamos hace una semana. Pese a sus reticencias del pasado, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, no solo ha firmado la ley que endurece el trato penal a gays y lesbianas en Uganda, sino que lo ha hecho en una ceremonia televisada en la que se ha revelado como un orgulloso homófobo dispuesto a perseguir a sangre y fuego la homosexualidad, que ha considerado una práctica introducida en Uganda por los occidentales.
En su discurso (que puedes leer completo, en inglés, pinchando aquí), Museveni ha acusado a «arrogantes grupos occidentales» de introducir la homosexualidad en las escuelas de Uganda y «reclutar a niños» para convertirlos en homosexuales. Posteriormente ha hecho un repaso a las tres categorías de personas que según él merecen ser castigadas: los que «promueven la homosexualidad», los «prostitutos homosexuales» y los homosexuales que «se exhiben». «Los africanos están atónitos por el exhibicionismo de los actos sexuales», ha continuado (y aquí, por cierto, ha incluido también a los heterosexuales). «No puedo entender la lógica de la cultura occidental (…) Nosotros los africanos nos gobernamos por nuestras propias opiniones y no buscamos imponer nuestro punto de vista a los demás. Si al menos nos dejaran en paz», ha argumentado, insistiendo en la idea de que la homosexualidad es una conducta importada de occidente.
Posteriormente Museveni ha expuesto la razón de sus reticencias del pasado: él pensaba que la homosexualidad era una condición genética con la que se nace. «La razón por la que lo pensaba era porque no puedo entender cómo un hombre no se siente atraído por la belleza de la mujer y prefiere en su lugar a un hombre. Eso tenía que significar, o así lo pensaba yo, que algo anormal debía pasarle a ese hombre, que había nacido así. Es por eso que pensaba que no era correcto castigar a alguien por cómo fue creado, por asqueroso que nos pueda resultar». Una idea que según afirma Museveni ha desaparecido de su cabeza tras conocer los informes científicos que solicitó a expertos ugandeses y extranjeros, según los cuales no hay pruebas de que la homosexualidad sea innata. «Si la educación que se recibe es la principal causa de la homosexualidad, entonces la sociedad puede hacer algo para desalentar estas tendencias. Por eso he aceptado firmar la ley», ha dicho.
Tras incluir en su discurso un alegato contra el sexo oral («la boca no está diseñada para ese propósito, solo para besar») Museveni ha concluido asegurando que dado que [en su opinión] la homosexualidad es una conducta aprendida, no debe ser tolerada en ningún caso, y deja como única salida a las personas homosexuales la «rehabilitación». «Rechazamos que alguien pueda ser homosexual por elección, que un hombre pueda escoger amar a un hombre, que la orientación sexual sea una cuestión de elección. Dado que mi tesis original de que puede haber personas que hayan nacido homosexuales ha sido desmentida por la ciencia, los homosexuales han perdido la razón en Uganda. Lo que deben hacer es rehabilitarse, y la sociedad deben ayudarles a hacerlo», ha concluido.
Museveni utiliza a su antojo los informes científicos
Pese a que Museveni, tal como ya exponíamos la pasada semana, se escuda en los informes científicos que ha recibido, lo cierto es que el presidente ugandés los maneja a su antojo en lo que más bien parece una maniobra populista. Y es que el informe elaborado por científicos ugandeses sobre la homosexualidad (que puedes descargar, en inglés, pinchando aquí) es en realidad mucho más moderado de lo que uno podría pensar tras escuchar a Museveni. Reconoce, por ejemplo, que la homosexualidad existía en África antes de la colonización occidental, aunque coincide con Museveni en atribuir a la influencia occidental un «exhibicionismo» de las conductas sexuales que es común a heterosexuales y homosexuales. También reconoce que en todas las sociedades existe una minoría de personas homosexuales.
Por lo que se refiere a las razones por las que una persona es homosexual, el informe argumenta que no hay evidencia de que la causa sea genética (al menos no de forma determinante) y que los factores ambientales podrían tener algún papel, pero reconoce que a día de hoy no hay certezas al respecto. El informe, por cierto, remarca de forma explícita que en cualquier caso la homosexualidad no es una enfermedad ni tiene tratamiento. El informe si que recomienda que la práctica homosexual «sea regulada, como cualquier otra conducta humana, especialmente para proteger a los más vulnerables», pero en ningún caso recomienda medidas penales contra personas que mantengan relaciones homosexuales de forma consensuada.
La ley homófoba sí que es una influencia occidental
Quizá lo más tristemente paradójico de la argumentación de Museveni, más allá de ser inaplicable a las lesbianas (¿acaso ellas no se sienten atraídas por la belleza de la mujer?) es que si en este proceso ha existido una influencia occidental es en todo caso la de las iglesias cristianas, y especialmente las iglesias evangélicas, que han hecho de Uganda uno de los campos principales de batalla de su cruzada homófoba. El promotor original de la ley, no conviene olvidarlo, es David Bahati, diputado ugandés con estrechas conexiones con la derecha religiosa estadounidense.
El origen del proyecto se remonta a 2009, aunque su tramitación no ha sido fácil. Ya se intentó sin éxito durante la anterior legislatura, durante la cual Yoweri Museveni llegó a filtrar su posible rechazo a firmarla ante su temor a la presión internacional. Pero tras las elecciones de 2011 el proyecto se volvió a reactivar de la mano de la presidenta del Parlamento, Rebecca Kadaga, tristemente conocida por sus declaraciones de finales de 2012, cuando expresó su deseo de aprobar la ley contra la homosexualidad como un “regalo de Navidad” para la población ugandesa.
Finalmente, y pese a las resistencias de algunos diputados más temerosos de perder parte de la ayuda internacional que de proteger realmente a las personas homosexuales, el macabro “regalo de Navidad” llegaba en diciembre de 2013, pese a las presiones internacionales que se han sucedido a lo largo de los últimos cuatro años. “Estoy feliz de que el Parlamento haya votado contra el demonio”, declaraba entonces David Bahati. “Somos una nación temerosa de Dios, que valora la vida de una forma integral. Es por estos valores que los miembros del Parlamento han aprobado la ley con independencia de lo que el resto del mundo piense”, añadía.
La ley castiga a quien conociendo homosexuales no los delate
Como ya hemos recogido en numerosas entradas anteriores, la ley castiga a las personas que mantengan relaciones homosexuales con 14 años de cárcel, pero la pena podrá llegar a ser de cadena perpetua en los casos calificados como de “homosexualidad agravada”. Un nuevo delito penal destinado a castigar, por ejemplo, a los homosexuales “reincidentes”; a los seropositivos que mantengan relaciones con personas de su mismo sexo; cuando las relaciones involucren a personas discapacitadas o menores de 18 años o cuando la justicia considere que ha existido “violación”. En el proyecto original, dichos supuestos estaban castigados con la muerte, castigo que fue luego sustituido por cadena perpetua (la eliminación de la pena capital ya había sido ofrecida en 2011 por David Bahati a cambio de asegurar su aprobación).
Pero, al igual que sucede con otra ley similar aprobada recientemente en Nigeria, la ley no se limita a castigar las relaciones homosexuales. En caso de entrar en vigor, quedará prohibida además la denominada ”promoción de la homosexualidad”, lo que hará imposible la existencia de organizaciones que defiendan los derechos de las personas homosexuales, y se castigará incluso a aquellos que conociendo la existencia de una relación homosexual no la denuncien a las autoridades.
Desmond Tutu equipara la ley al nazismo y el apartheid
Museveni ha hecho oídos sordos a las numerosas peticiones que ha recibido estos días para que no firmase la ley. Dos de ellas destacan muy especialmente: la del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que hace pocos días, y la del Premio Nobel de la Paz y arzobispo emérito anglicano de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu. Obama calificaba hace pocos días la ley de «retroceso para todos los ugandeses y un mal reflejo del compromiso de Uganda de proteger los derechos humanos de su pueblo»y adelantaba a Museveni que si la firmaba la relación de su país con Estados Unidos entraría en una fase complicada. Este lunes, una vez conocido que el presidente ugandés había sancionado la ley, la secretaría de prensa de la Casa Blanca emitía un comunicado en el que lamentaba la decisión e instaba al Gobierno del país africano «a derogar esta ley abominable y defender la protección de los derechos humanos universales de las personas LGTB en Uganda y en todo el mundo».
Desmond Tutu, que ha equiparado la ley ugandesa con el nazismo y con el apartheid, ha negado que exista ningún tipo de justificación científica ni moral para el prejuicio y la discriminación y se ha mostrado decepcionado con Museveni, al que acusa de romper la promesa que le habría hecho de no firmar la ley.
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Flick
Flick no es más que el "nick" con el que empecé a comentar (y discutir, y razonar...) en dosmanzanas, allá por 2006. Me sabía a poco, por eso decidí colaborar y compartir mi pasión por estar informado. Y aquí sigo.
El imbécil este, entre otras cosas, dice que la mayoría de los homosexuales somos «mercenarios, heterosexuales que nos hacemos pasar por gays por dinero». Mucha mierda de «gay 4 pay» ha visto este a escondidas, y es tan simple que se la ha creído. .
Otra vez, se ve lo extremadamente peligroso que son las teocracias. En la ONU, se tendría que prohibir mezclar religión y política.
Creo que lo que quiere este energúmeno es ser el centro de atención mundial, y utiliza a los homosexuales como plataforma de marketing, ya que es el único tema que puede llamar la atención de Barack Obama y demás líderes mundiales en un país tan mediocre como éste. Supongo que la respuesta será contundente por parte de la comunidad internacional.
Por desgracia, los que pagan van a pagar el pato serán los homosexuales ugandeses. Son ellos los que tienen que nos tienen que preocupar de verdad y debemos ayudarles porque viven en el mismísimo infierno.
Mientras se criminaliza a una minoría históricamente estigmatizada, relativamente pequeña y fácil de amedrentar (por no venir sus individuos al mundo ya dentro de un grupo social que ejerza algún tipo de protección), este dictadorzuelo, como muchos otros que gobiernan el continente de la barbarie, sigue robando con el consentimiento de las sectas evangélicas y (no lo olvidemos nunca) con la complicidad de la secta católica.
No lo hacen para llamar la atención internacional, lo hacen para distraer al pueblo entreteniendolos con su homofobia para que no le den mente a los verdaderos problemas de pobreza.
El Horror.