Mikel Rueda: «Sigue habiendo una parte de la sociedad que se siente incómoda al hablar de homosexualidad en edades tempranas”
Licenciado en Comunicación Audiovisual en 2002, Mikel Rueda se posgraduó en Dirección Cinematográfica por la New York Film Academy en 2007. Su primera película, Izarren Argia, compitió en la sección Nuevos Realizadores del Festival de San Sebastián en 2010, cosechando buen éxito de público y crítica. El director y guionista bilbaíno acaba de presentar ahora A escondidas, su segundo largometraje, en el Festival de Cine de Málaga. La buena acogida le ha permitido negociar su acuerdo de distribución. “Si todo va bien, se estrenará en salas comerciales en otoño”, asegura. Dosmanzanas ha podido charlar con el cineasta sobre su última película, de temática LGTB.
Pese a no lograr alzarse con ningún premio, A escondidas parece haber dejado un buen sabor de boca en Málaga. ¿Qué balance hacen de su paso por el Festival de Cine?
El balance es muy positivo. Nos vamos todos contentos con la recepción de la película, tanto por parte del público como de la crítica, porque al final siempre es difícil poner en distribución una película como esta y el hecho de haber estado en Málaga nos da la posibilidad de tener una distribución que justamente empezamos a cerrar ahora mismo. Al final eso, unido al buen sabor de boca que sentimos que ha dejado, es el mejor premio.
De ese éxito tiene buena parte de culpa la actuación de los jóvenes actores Germán Alcarazu y Adil Koukouh. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con ellos?
La verdad es que ha sido una gozada trabajar con todos los chavales que aparecen en la película, ya que casi todo el elenco son adolescentes que no se habían puesto jamás delante de una cámara. Era un reto y sabíamos que con la película nos lo jugábamos ahí, porque por muy bonitas que fuesen la fotografía, la iluminación o la música, si los chavales no estaban creíbles no había nada que hacer.
¿Cómo fue el proceso de selección?
Decidimos hacer un casting muy grande, de entre 3.500 y 4000 chavales, por toda España, aunque centrados principalmente en Madrid, Barcelona y País Vasco. Fuimos instituto por instituto buscando esa mirada, una manera específica de mirar, una sensibilidad especial que pudiese de alguna manera dar vida a estos personajes. Además, siempre es complicado poder encontrar jóvenes a los que, de entrada, les digas que van a interpretar a un personaje homosexual y te digan que sí. Por ello, tuvimos que ir con mucho cuidado, porque lógicamente sabemos cómo están las cosas ahí fuera. Fuimos dosificando la información, de manera que ellos fuesen asimilándola poco a poco e involucrándose en el proyecto.
Una vez que conseguimos dar con ellos fue muy fácil porque son todo corazón y unos grandes actores, aunque ellos no lo saben porque nunca se han dedicado a esto. Fue sencillo porque solo saben jugar a decir verdad. Como no les han enseñado aún a mentir dentro de la técnica del actor, todo lo que ocurre es real y bonito.
¿Cuánto tiene de autobiográfica la historia narrada en el largometraje?
Bueno, de autobiográfica algunos momentos de sentir. La película narra el momento en que de alguna manera te estás empezando a buscar, a reconocer y encontrar a ti mismo, y yo creo que todos hemos pasado por ahí, ya seas homosexual, heterosexual o bisexual. Habla de esos momentos o edad en la que andas un poco perdido e intentas saber dónde estás tú exactamente en el mundo. Y bueno, saber si donde te encuentras estás bien, estás mal, te interesa el mundo donde estás metido o no. Sobre todo ello trata esta historia. Luego la película, efectivamente, tiene una acción, que es ficticia lógicamente pero que habla de sentimientos reales y de momentos que yo he vivido a esa edad y que de alguna forma quería plasmar ahí.
¿De qué manera cree que la realización de esta película puede contribuir a la normalización de la imagen del amor homosexual?
Yo creo que bastante. Y esa era, precisamente, una de las razones por las que pensaba que era necesario hacer una película así. Parece que, aunque desde hace algunos años se ha avanzado bastante en derechos sociales, todavía sigue habiendo una determinada parte de la sociedad que se siente incómoda al hablar de homosexualidad en edades tempranas. Parece que a partir de los dieciocho años todos admitimos esa palabra. ¡Esa palabra, admitir! Pues eso, admitimos que dos personas del mismo sexo se puedan sentir atraídas, pero cuando hablamos de chavales de doce, trece o catorce años la cosa cambia y la gente está un poco más incómoda.
Pienso que, desde un sector tan potente como es el cine, es necesario dar voz a esas historias y que se vea que eso ocurre, que es normal, algo lógico, porque que dos chicos o dos chicas se puedan sentir atraídas forma parte de la vida. Al final, el cine tiene un gran poder mediático. Hoy día estamos rodeados de imágenes por todas partes, y las imágenes construyen lenguaje y formas de ver el mundo. Creo que el cine tiene mucho que decir todavía, y espero que este sea un pasito más.
Después de A escondidas, ¿qué proyectos hay a la vista?
Ahora mismo estoy preparando un proyecto que se llama El año que cayó el muro, una historia de secretos de familia, que nace de un corto que presenté en Nueva York hace tiempo. Tenía ganas de meterle mano a esos personajes, porque pensaba que podían dar para un largo, y me encuentro en la fase de desarrollo de esa historia, ¡que esperemos no me lleve siete años como me ha llevado sacar adelante A escondidas!