Gases lacrimógenos contra activistas LGTB que reclamaban la discusión del proyecto de uniones civiles en Perú
Conseguir que se discuta el proyecto de ley de uniones civiles en Perú está siendo realmente complicado para los partidarios de los derechos LGTB, que se enfrentan a una formidable oposición de los sectores políticos y religiosos más conservadores (y todo ello a pesar de que no se trata de una ley de matrimonio ni contempla la adopción). La última muestra de lo tenso que esta resultando el proceso tuvo lugar este viernes, 6 de junio, cuando varios cientos de activistas que pedían al Congreso que no retrasase más la deliberación del proyecto fueron reprimidos con gases lacrimógenos.
La manifestación, integrada por varios cientos de personas, había sido convocada por el colectivo Unión Civil ¡Ya! (#UnionCivilYa). Partió sobre las 18:30 horas de la céntrica Plaza de San Martín y se dirigió a la sede del Congreso, pero la policía la interceptó lanzando gases lacrimógenos. Varios de los asistentes resultaron afectados por los gases, entre ellos las activistas Anita Araujo y Rasciel Naranjo.
En un comunicado hecho público en Facebook, Unión Civil ¡Ya! ha rechazado «de forma categórica» lo que considera represión del Estado peruano contra una movilización que en todo momento fue pacífica y ha vuelto a exigir a la Comisión de Justicia y Derechos Humanos que debata de forma inmediata el proyecto de unión civil.
Insertamos a continuación el vídeo elaborado por Unión Civil ¡Ya! con imágenes de lo sucedido el viernes:
Un proceso complicado
Perú vive en estos momentos una dura batalla en torno al proyecto de ley de uniones civiles presentado por el congresista Carlos Bruce. Su aprobación supondría reconocer a las parejas del mismo sexo derechos similares a los de un matrimonio (aunque excluyendo la adopción), un considerable avance que marcaría además un punto de inflexión en América Latina. Muchos gobiernos de países con un perfil similar al de Perú -notablemente conservadores por lo que al reconocimiento de la realidad LGTB se refiere- y que lo tienen relativamente fácil a la hora de bloquear iniciativas de matrimonio igualitario (un derecho ya conseguido en Argentina, Uruguay, Brasil y parte de México, y cuyo futuro se juega en los tribunales en Colombia) tendrían difícil evitar el progreso de leyes como la que ahora se discute en Lima.
El proyecto impulsado por Bruce (legislador que recientemente hacía pública su condición de gay) cuenta con el aval del Ministerio de Justicia y la Defensoría del Pueblo del país y ha conseguido el apoyo de sectores relevantes de la sociedad civil peruana, como el escritor Mario Vargas Llosa, al que su apoyo le ha valido las críticas de la Iglesia católica. Pero también cuenta con grandes resistencias: el congresista Julio Rosas ha presentado un millón de firmas contrarias al proyecto, y lo que puede resultar aún más peligroso, el propio Rosas y la también congresista Martha Chávez han registrado sendos proyectos de ley alternativos que rebajarían de forma considerable los derechos contemplados en el proyecto de Bruce (el artículo Igualdad en construcción, publicado recientemente en nuestra sección «Una carta en dosmanzanas», explica bien cual es la situación en este momento).
En los últimos días, y eso es importante, el proyecto ha sumado varios apoyo más, como el del ministro del Interior, Walter Albán, que ha expresado estar «en lo personal» de acuerdo con el mismo y ha asegurado que defenderá esa posición dentro del gobierno «cuando el tema se discuta en el consejo de ministros». También la que fuera primera dama de Perú, Pilar Nores (esposa del expresidente Alan García) se ha manifestado a favor. “Creo que como está planteada la unión civil, al igual que en muchos países del mundo, no afecta a terceros», ha declarado.
Estaremos atentos a lo que sucede en próximas semanas, habida cuenta de que el actual periodo de sesiones del Congreso de Perú acaba el 15 de julio.
Lamentable y muy triste. Espero que en estas culturas no occidentales continúen, dentro de sus posibilidades, avanzando y dejando atrás el apego atávico a determinadas tradiciones que no casan con una democracia avanzada.
La verdad es que, quitando un par de países, en hispanoamérica la situación de la democracia, como sistema de valores y de identidad social más allá de la pura mecánica electoral (elecciones periódicas), deja mucho que desear aún.