El nuevo jarro de agua fría de Renzi a la prometida ley de uniones civiles desata la indignación de los colectivos LGTB italianos
Indignación de los colectivos LTGB italianos tras la entrevista que el primer ministro italiano Matteo Renzi ha concedido a Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, en la que confirma que el proyecto de uniones civiles anunciado en junio, y que la senadora del Partido Democrático (PD) Monica Cirinnà ya había registrado en el Parlamento italiano, no será finalmente discutido. Renzi supedita ahora el reconocimiento de las parejas del mismo sexo a que se apruebe su paquete de reformas políticas y ha anunciado que será el propio gobierno italiano el que en su momento presente una propuesta.
«Siempre he dicho que los derechos civiles forman parte de un paquete que parte de las reformas constitucionales. Una vez que el Parlamento haya terminado de votar estas, discutiremos sobre lo que creo que debe ser una representación completa y precisa de la unión civil según el modelo alemán. El proyecto Cirinnà quedará superado, porque también en este campo habrá una propuesta ad hoc del gobierno, que promoverá su propia iniciativa», ha afirmado Renzi al diario católico italiano.
En definitiva, la promesa de que en otoño se discutiría un proyecto de ley de uniones civiles que concedería a las parejas del mismo sexo derechos equivalentes a los del matrimonio, salvo la adopción conjunta (sí se contemplaba la posibilidad de que uno de los miembros de la unión pudiera adoptar a los hijos del otro) es ya papel mojado, y las familias LGTB quedan a la espera de que las reformas políticas en Italia evolucionen de acuerdo a los deseos de Renzi. Lo que el primer ministro proponga entonces, y solo entonces, solo él lo sabe en este momento.
En este punto conviene precisar que Matteo Renzi se encuentra sumido en un proceso de reformas cuyo objetivo es consolidar en Italia un sistema político bipartidista en el que el partido más votado gobierne sin ataduras parlamentarias. Entre estas reformas se cuenta una cambio de la ley electoral, ya pactada con Silvio Berlusconi, que impone umbrales mucho más altos a los partidos minoritarios para conseguir representación y otorga un «premio de mayoría» en la Cámara de Diputados al partido más votado, y una reforma del Senado, que en Italia tiene hoy día verdaderos poderes legislativos, y que quedaría convertido en una cámara testimonial que ni siquiera sería elegida por sufragio universal. Reforma esta última que exige además un cambio constitucional (que si no es apoyado por dos tercios de las cámaras debe ser aprobada en referéndum).
Satisfacción de los homófobos
Si bien Renzi no ha especificado de qué forma el proyecto de uniones civiles presentado por la senadora Cirinnà será «superado» por un futuro proyecto del gobierno (que en este momento está sostenido por una coalición entre el PD de Renzi y varias formaciones de derecha), las reacciones a sus palabras no auguran nada bueno. Un ejemplo es la alegría que ha mostrado el diputado homófobo del PD Mario Adinolfi (precisamente uno de los apoyos internos de Renzi y perteneciente como el propio primer ministro al ala democristiana del partido), que considera que «la batalla está ganada, y parecía difícil. Pero la guerra no. Rnezi sigue hablando del modelo alemán (…) Pero al menos hemos ganado espacio político y tiempo».
Entre los colectivos LGTB la reacción es de incredulidad e indignación. Arcigay critica el «enésimo cambio de ruta» y considera «grotesco» y «al límite de la esquizofrenia» que Renzi vete ahora la discusión de un proyecto de ley acorde con sus promesas y presentado por una senadora del partido del que él mismo es secretario general. El presidente de Arcigay, Flavio Romani, ha exigido a Renzi que defina claramente qué es lo que tiene en mente ofrecer a las parejas del mismo sexo y se deje de una vez de «trucos».
También Aurelio Mancuso, de Equality Italia, y Franco Grillini, de GayNet, han criticado con dureza a Renzi. Incluso miembros del PD, como el senador abiertamente gay Sergio Lo Giudice, se muestran perplejos. Lo Giudice defiende que sea un debate parlamentario abierto a las fuerzas políticas y libre de «vínculos de mayoría» el que aborde el asunto. «Me temo que una propuesta del gobierno endurecerá la situación, en lugar de ayudar a encontrar una solución», ha declarado.
No es por disculparle, pero las reformas electoral y del senado son prioritarias, y los Grillinos están presentando miles de enmiendas para que no se puedan aprobar en el tiempo previsto. Yo estoy seguro de que Renzi aprobará una ley de uniones, aunque su gobierno dependa de dos partidos derechistas.
No lo tiene fácil. Recordemos que en Italia la democracia cristiana se las arregla para formar parte de todos los gobiernos. No es casual que la mayoría que «abandonó» a Berlusconi para apoyar a Letta y Renzi son democristianos, como Alfano.
Si no aprueba la ley es porque no quiere, asi de simple y asi de terrible.
Es uno de los tantos Socialistas de cartón.
Y por supuesto el peso de la iglesia en Italia hace que se retrase comparada con el resto de Europa occidental.
Tan simple y claro como lo dice Pako