Tras los «juegos de la homofobia» en Sochi, el COI dice ahora que exigirá a las ciudades olímpicas políticas antidiscriminatorias
El Comité Olímpico Internacional incluirá una cláusula antidiscriminatoria en el contrato que las ciudades que son elegidas sede de los Juegos Olímpicos están obligadas a firmar. La decisión ha sido saludada por colectivos LGTB como un paso en la dirección correcta después del fiasco de los pasados Juegos de Invierno de Sochi, en Rusia, que pasarán a la historia como los «juegos de la homofobia» debido a las restricciones a la visibilidad LGTB antes, durante y después de los juegos impuestas por la legislación homófoba rusa.
La nueva cláusula exigirá de forma expresa tanto a la ciudad sede de los Juegos como al correspondiente comité olímpico nacional desarrollar todas sus actividades de una forma que promueva los principios fundamentales del olimpismo tal y como aparecen contemplados en el principio número 6 de la Carta Olímpica, que de forma expresa prohíbe toda forma de discriminación dentro del movimiento olímpico, ya sea por cuestión de «raza, religión, ideas políticas, género u otro motivo”.
El anuncio es sin duda positivo y así ha sido saludado por organizaciones de defensa de los derechos LGTB, aunque no conviene olvidar que si por algo se ha caracterizado el COI es por no ser especialmente riguroso a la hora de exigir estándares de respeto a los derechos humanos.
Una falta de exigencia que llegó al extremo en el caso de Sochi, donde pese a la explícita homofobia de las autoridades rusas, que meses antes de los Juegos aprobaban la ley que prohíbe la «propaganda homosexual», el COI consideró que no violaban la Carta Olímpica, e incluso ya iniciados los Juegos hizo la vista gorda ante la detención de varios activistas LGTB que se limitaron a enarbolar banderas arco iris y pancartas contra la discriminación.
Próxima decisión: los Juegos de Invierno de 2022
Será curioso ver por ejemplo que sucede en julio de 2015 cuando el COI deba elegir la sede de los Juegos de Invierno de 2022. Para empezar, una señal no precisamente positiva: la sesión del COI tendrá lugar en Kuala Lumpur, capital de Malasia, un país que sigue criminalizando las relaciones homosexuales y en el que hace pocos meses eran detenidas diecisiete mujeres transexuales acusadas de violar la ley islámica.
Por lo que se refiere a las ciudades candidatas, en este momento son tres: Oslo (Noruega), Pekín (China) y Almaty (Kazajistán). Desde un punto de vista de respeto a los derechos LGTB, Oslo debería ser la indiscutible ganadora, pero su candidatura cuenta con una fuerte oposición en su propio país. Por lo que se refiere a las otras dos, en Kazajistán ya hay grupos que demandan la aprobación de una legislación homófoba al estilo de la rusa (e incluso la reintroducción del delito de sodomía), mientras que China -país en el que cada vez hay una mayor visibilidad LGTB– no se plantea por el momento medidas legales ni a favor ni en contra, aunque la situación general de los derechos humanos no es desde luego la mejor.
Recordemos que ya están decididas las sedes de los Juegos de Verano de 2016 (Río de Janeiro) y 2020 (Tokio), así como la de los Juegos de Invierno de 2018 (Pyeongchang). Tres países, Brasil, Japón y Corea del Sur, donde más allá de su diferente percepción social de la diversidad sexual no son previsibles situaciones conflictivas como las tristemente vividas en Sochi.