El ministro del Interior italiano insta a los alcaldes a detener la inscripción de los matrimonios homosexuales celebrados fuera
Hace unas semanas informábamos de la decisión de varias ciudades italianas de inscribir en sus registros civiles los matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados en los países en los que son legales. La acumulación de localidades que se han apuntado a este reconocimiento ha provocado la reacción del ministro del Interior, quien ha ordenado a los alcaldes detener las inscripciones y avisa de que los registros serán considerados nulos por no ajustarse a la ley italiana.
La avalancha de ayuntamientos, de diferentes tendencias políticas, que se han sumado a la iniciativa, y el probable veto del Gobierno, vuelven a poner de manifiesto la cada vez más incomprensible situación de Italia, que sigue sin aprobar ningún tipo de reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo. Italia es de hecho el único estado de Europa occidental que sigue sin reconocer las uniones entre personas del mismo sexo, más allá de algunas regulaciones municipales de escaso alcance. Es por eso que las parejas del mismo sexo de ese país siguen a merced de lo que los tribunales de justicia decidan.
Ante esta situación, el ministro del Interior Angelo Alfano (Nuevo Centroderecha, NCD) ha optado por imponer su autoridad sobre las corporaciones locales. En una circular enviada a todos los prefectos del país (cargo equivalente al de delegado del Gobierno) para “recordarles” que el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo “entran dentro de las competencias exclusivas del legislador nacional” y, en la actualidad, la ley italiana no lo permite. Los alcaldes, por tanto, están “invitados” a “retirar estas disposiciones” y a “cancelar, donde se hayan efectuado, las inscripciones”. En caso contrario, el ministerio procederá a la “anulación de los actos que se han adoptado ilegítimamente”.
La actitud de Alfano no ha sentado nada bien a algunos de sus propios compañeros de Gobierno, presidido por Matteo Renzi del Partido Democrático (PD). El subsecretario de Reformas Ivan Scalfarotto ha protestado por la ruptura de la “colegialidad” en las decisiones gubernamentales que suponen las declaraciones del ministro del Interior, las cuales según él “relegan al país a un papel de retaguardia oscurantista que Italia verdaderamente no se merece”.
También los alcaldes aludidos han mostrado su repulsa, y varios de ellos ya han anunciado que no obedecerán a Alfano. Los ayuntamientos de Milán, dirigido por Giuliano Pisapia (de Izquierda Ecología Libertad, SEL), y de Bolonia se han declarado en rebeldía. “En el nombre de Bolonia, a la que represento como alcalde, no obedezco”, ha declarado Virginio Merola, del PD. El regidor de Parma, Federico Pizzarotti (del Movimiento Cinco Estrellas, M5S), se ha puesto “del lado de los alcaldes y contra Alfano” y desde la corporación de Nápoles han asegurado que “recorrerán las sedes judiciales competentes” para no acatar la orden del ministerio.
En cualquier caso, aunque estas inscripciones se queden sin valor legal, de lo que no cabe duda es de que suponen una llamada de atención al Parlamento italiano. Una cámara que se ha mostrado incapaz de aprobar ni siquiera una ley de uniones civiles largamente prometida por el primer ministro Renzi pero que este, ante la indignación de los colectivos LGTB italianos, supeditó al principio del verano a la aprobación de una serie de reformas políticas y que tras la vuelta de las vacaciones excluyó de sus prioridades al considerarlo en todo caso una promesa a cumplir a lo largo de sus próximos “1000 días” de gobierno.
Indignante. La situación en Italia no da para más. Es una vergüenza que hasta países como Estonia tengan aprobadas simples leyes de uniones civiles y en Italia ni si quiera se plantean algo similar. Basta de discriminación. Los LGBT italianos llevan décadas esperando una legislación que les ofrezca seguridad jurídica y no estarán dispuestos a seguir esperando. No a la presión del ministro del interior.