Caminos de ida y vuelta
Esta semana me gustaría también hablar de viajes, aunque en el sentido más metafórico de la vida como viaje cuyo itinerario, en principio, es desconocido. Hay personas que tienen la suerte de viajar siempre en línea recta, ya sea porque una mayor intuición o inteligencia le impulsó a tomar el camino correcto, ya sea porque, al no encontrar ningún obstáculo, nunca se vieron en esa necesidad. Pero hay personas que a lo largo de su vida, por una experiencia personal, por evolución ideológica, contacto con otras culturas o por la razón que sea, cambian su trayectoria, llegando incluso a desandar lo andado para ‘navegar’ en el sentido contrario.
Precisamente por eso me choca tanto ver como algunos de los que ‘navegan’ por Dos Manzanas se insultan o se tratan entre sí de ‘enemigos’ solamente por tener distintas ideas o creencias o por el hecho de pertenecer a asociaciones de distinto signo. A todas las personas LGTB es tanto lo que nos une, que me parece poco práctico insultar a otro porque sus convicciones no coincidan al cien por cien con las nuestras, sobre todo porque hay muchas posibilidades de que esa persona, en algún momento, necesite armarse de valor –hace falta valor para abandonar el camino ya aprendido- y cambie de opinión y acabemos teniéndole como compañero de viaje. Y entonces, ¿qué le diremos?: ‘Ah, hola, ¿qué tal? Perdona por despellejarte en aquella ocasión, y en aquella’.
Pondré como ejemplo la asunción o no de algunos elementos ‘culturales’ -incluyendo lugares, estética, costumbres- ajenos por completo al mundo heterosexual, que es una de las cuestiones que más acaloradamente nos hace discutir. Algunos no están de acuerdo con estos elementos diferenciales porque, según mantienen, nos aíslan de la sociedad. El reto para estas personas –que también son miembros de la familia LGTB, no lo olvidemos- es la naturalidad, contraria a la visibilidad militante, a la que consideran artificiosa y contraproducente. Esta postura resulta tentadora -ganarles a su propio juego, marcarles un gol en casa-, pero presenta el problema de la ‘no uniformidad’ del universo LGTB. ¿Qué pasa con aquellos que, por circunstancias adversas –haber nacido en un entorno desfavorecido, ser transgénero- no puedan satisfacer los estándares del estilo de vida heterosexual? Es entonces cuando se hace patente que postular como única vía para nuestro colectivo la disolución misma del colectivo y la plena integración de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales en un mundo hecho por y para heterosexuales no es la solución perfecta, aunque los que pretenden eso estén cargados de buena voluntad. Y no lo es porque, a día de hoy, la sociedad heterosexual es predominantemente excluyente con respecto a nosotros.
Me permito sugerir que no debemos caer en la tentación del desencuentro. Lo importante en nuestra lucha es sumar, y no restar. Como en una familia, es conveniente no llegar nunca a decir cosas de las que luego puedes llegar a arrepentirte, y me incluyo porque alguna vez lo he hecho. Podemos sentirnos defraudados cuando otros gays consideran la visibilidad como una imposición excluyente a la que debemos renunciar. Es lógico cuando nos ha costado tanto avanzar en esta materia. Pero insisto en que los posicionamientos en este sentido -y en otros que también son motivo de desacuerdo- pueden variar según la experiencia personal de cada uno. Habrá personas LGTB que puedan llevar una vida plena confundidos entre heterosexuales, que nunca tengan que abandonar su grupo de amigos del instituto y los mantengan para siempre. Pero por si se ven obligados a cambiar de trayectoria, en vez de tirarnos los trastos, tal vez sería mejor no cerrar la puerta al diálogo. Por las malas nunca, incluso llevando la razón, porque en todo caso sería sólo nuestra razón, basada probablemente en muchos argumentos irreprochables, pero también en la experiencia personal, que puede variar.
Sé que cuesta seguir remando cuando ves a los que te son cercanos remar en la dirección opuesta, pero la vida tiene estas cosas, y no vamos a torpedearles el barco para que se hundan. Al fin y al cabo todos somos familia, y en cuanto a la vida, la mayoría de los caminos son de ida y vuelta.
excelente artículo, como siempre
Yo solo digo lo que dijo kavafis en uno de sus más bellos poemas:
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Jomío, eres un peregrino en Tierra de Infieles
De acuerdo contigo, Raúl. Necesitamos serenidad y perspectiva. Luchar por lo que de verdad importa y no ser sectarios o pueriles. Voy a intentar ser un poquito más así. Ojalá lo consiga. Un saludo.
Creo que no entiendo el fondo del artículo, quizá porque haga referencia a alguna discusión que me he perdido (por desgracia no tengo tiempo para leer todos los debates de dm).
Lo que me despista es que «naturalidad» se presente como contrario a «visibilidad militante», y por tanto reciba una carga negativa. Ser natural para mí sería ir de la mano con tu pareja por cualquier entorno, incluso en los más hostiles a priori; sería no ceder a la tentación de ocultar tu orientación en algunos contextos por pereza o miedo de sentir que vas a tener algo que explicar por en el trabajo; sería no jugar con los pronombres cuando se asume un «ella» o un «él»… Ser natural sería para mí superar la prueba del monovolumen que planteabas tú.
¿No es esta naturalidad puro activismo, complementario al trabajo de asociaciones y políticos para lograr la integración real? Yo, al menos, es a lo que aspiro, y aún así dudo que lo consiga. Por eso repito, no sé bien por dónde va la cosa. ¿Qué entiendes por visibilidad militante?
Yo diría que es una visibilidad con intención. He criticado aquí en otras ocasiones la alabanza de lo natural frente a lo artificial. La militancia no es algo que pase sin más, como el latido del corazón o el crecimiento del pelo. La militancia es algo que se hace deliberadamente, con intención, y casi siempre con mucho esfuerzo. La visibilidad militante sería, desde este punto de vista, una visibilidad con intención de dejar un mensaje. Que eso sea natural o artificial me parece irrelevante.
«Al fin y al cabo todos somos familia, y en cuanto a la vida, la mayoría de los caminos son de ida y vuelta»
Es un bonito final para el post. Creo que se puede resumir en una palabra: generosidad. Y no sólo la aplicaría a las personas glbt como comunidad, sino a toda la familia de personas que tenemos a nuestro alrededor, comunidad amplia. No creo que haya que poner la otra mejilla, pero si estar dispuestos a recibir al hijo pródigo (al amigo, al vecino, al desconocido) con un abrazo. Esta generosidad se sustentaría, mientras no regresen, en la confianza de que las personas pueden cambiar; no que van a cambiar necesariamente, sino que pueden hacerlo y por eso tiene sentido trabajar con ellas para que mejoren y, de paso, enriquecernos nosotros gracias al camino, como citaba jack. Creo que da para reflexionar mucho.
Totalmente de acuerdo contigo Al, en lo de «Ser natural para mí sería ir de la mano con tu pareja por cualquier entorno». En cuanto al contenido del artículo, no estouy del todo de acuerdo, creo que alguna vez yo tambien he caido en el insulto (a veces es que algunos tocan desde mi punto de vista demasiado las narices) y no creo que sea justificable (aunque acabe de medio intentar hacerlo) ni inteligente en ningún caso, pero al menos yo no me siento más proximo a un LGBT que a un fucnionario y pertenezco a los dos colectivos, y no tengo por que remar en la misma direccion ni que un LGTB ni un funcionario de extrema derecha, el coincidir en algunos aspectos de nuestra vida con alguien (y no estoy minimizando la importancia de la orientacion sexual, para mi l atiene y mucha, pero tambien el hecho de ser funcionario, de un modo distinto quizas) al menos a mi no me peude llevar a estar de acuerdo en todo o a hacer como que lo estoy
«Creo que se puede resumir en una palabra: generosidad. Y no sólo la aplicaría a las personas glbt como comunidad, sino a toda la familia de personas que tenemos a nuestro alrededor, comunidad amplia».
Estoy completamente de acuerdo.
Con tu reflexión, Raúl, has logrado iniciar un debate que no sólo es necesario sino que, de momento, tiene un nivel realmente excelente, por encima de la media.
Por mi parte, creo que no sólo en DM o en Internet o entre las personas LGTB, sino en la sociedad en su conjunto, haría falta actualmente que nos esforzásemos por tratarnos de otra manera, con mucho más respeto y educación. Me temo que a muchas personas estas palabras les suenan a cosa vieja y obsoleta: lo que hoy se lleva es ser natural y espontáneo, decir todo lo que a uno le viene a la boca y justificarlo con un «yo es que soy supersincero/a, ¿sabes?, y no me va nada lo políticamente correcto», o soltar cuatro prejuicios simplones sin argumentación alguna que los respalde y cuando alguien te los desmonta, acusarle enseguida de ser un guardián del pensamiento único.
Cuando digo que hace falta más respeto, pues, no me refiero sólo a no insultar, descalificar o calumniar a los demás (aunque abstenerse de hacer esas cosas es, por supuesto, imprescindible), sino a participar en los debates con una actitud de colaboración con nuestros interlocutores, estén éstos de acuerdo con nosotros o no. Ello implica construir nuestras propias intervenciones de modo que puedan dar lugar a un debate interesante y enriquecedor para todos, con buenos argumentos y datos serios y fiables, e implica además atender de verdad a las palabras y los argumentos de los demás, meditándolos bien y teniéndolos muy en cuenta a la hora de elaborar nuestras réplicas. En un debate que funcione así se pueden sostener opiniones de lo más dispar sin que se dañen los vínculos entre los participantes, y todos acaban aprendiendo algo; lo otro es mucho más fácil, claro, pero a fin de cuentas lo otro no es debate: con frecuencia no es más que ruido y furia que nada significan.
BUENAS NOTICIAS DE CALIFORNIA:
Legisladores de California aprobaron dos resoluciones a favor del matrimonio gay.
El Senado y la Asamblea Legislativa de California aprobaron hoy por separado dos resoluciones a favor de los matrimonios gays, y se espera que el gobernador Arnold Schwarzdenegger refrende la decisión. Ambas iniciativas van en contra de la Propuesta 8, votada en referendo en noviembre de 2008 para anular los matrimonios entre personas del mismo sexo.
03-03-2009
Respetar a quien insulta no es dejar las puertas abiertas a mas insulto, tolerar el desprecio no es aceptarlo como algo propio, intrínseco… una mujer maltratada pongamos psicológicamente debe seguir amando a su agresor/a… Tolerar a los intolerante, respetar a los irrespetuosos, aceptar con una sonrisa de suficiencia la homofobia de otros homosexuales es dar pábulo a el continuismo, a veces callar «respetuosamente» no es la respuesta mas dificil solo es una acto de dejación, inhibirse con el recuso simple del «ya cambiaras…»
o al menos eso…creo!
Quien pueda ir de la mano de su pareja en cualquier entorno es muy valiente. Os admiro. Pero no todo el mundo puede hacerlo. Algunos tenemos miedo a que se nos agreda. Respetadlo. Por favor.
Interesante articulo e interesante debate del que, como propone Nemo, puede surgir algo enriquecedor si nos lo proponemos entre todos.
El artículo me parece bastante bienintencionado, pero no estoy de acuerdo con algunas cosas. Partes de la base de que todas las personas lgtb vamos en el mismo barco. Esto dicho así, en abstracto, y generalizando, queda muy bien, pero habría que puntualizar.
Una cosa es pensar que las reivindicaciones lgtb es algo que afecta a todos y que nadie, absolutamente nadie, debe quedar exluido de los logros que se vayan consiguiendo en ese terreno, y otra muy distinta pensar que todas las personas lgtb, por el mero hecho de serlo, tenemos más en común entre nosotros que cualquiera de nosotros con un heterosexual. Lo siento, pero no. En ese sentido no vamos en todos en el mismo barco.
Respecto a la pequeña historia de DM y sus comentaristas, partes (o pareces partir) de la base de que que todos los que dejan comentarios en Dosmanzanas habitualmente son personas lgtb, cosa que yo, desde luego, no tengo tan clara.
Eso sí, a lo mejor me equivoco, pero salvo excepciones da la impresión de que en la nueva versión de la página estamos todos mucho más relajados, lo cual siempre es de agradecer.
No creo que la visibilidad activa tal y como lo ha descrito Zar, irene, irrespete ese miedo. El miedo es compresible, hasta cierto punto. En todo caso para eso se pelea porque funcione el Estado de Derecho y que si te agreden, tus agresores se enfrenten a las consecuencias legales de sus acciones. Ahora bien, si más y más personas no nos atrevemos a ser visibles cualquier derecho conquistado no es más que un saludo a la bandera… Papel mojado…
Conozco a algunas parejas que han ejercido el derecho al matrimonio y tan en secreto, que ni sus padres lo saben, eso no es ejercer un derecho, no al menos un derecho a la igualdad. Parejas que incluso se plantean tener hij@s en ese secretismo y siempre que me lo dicen ruego para mis adentros que desistan de la idea de tener un niño que no podrá decirle abuelos a los padres de una de las dos, ni tios o primos porque es hijo de la compañera de piso, lo que significa por supuesto no decir mamá fuera de las paredes de casa y eso… Con un matrimonio de por medio. ¿Quien lo entiende?… Pues es una realidad y más que miedo a eso le llamaría cobardia pero en fin… Lo cierto es que o apostamos por la visibilidad o esa igualdad social no llegará nunca, porque los que consideran normal que estemos en la sombra están muy comod@s en esa postura y nos toca a nosotr@s ponerles las verdades en la cara y patearles los benditos armarios.
Es un ejemplo muy simplista pero en esto funciona como con los perros que muerden, a más miedo les demuestras, más te acorrala y más posibilidades hay de que te encaje los dientes. Un estribillo de Liliana Felipe dice «nos tienen miedo porque no tenemos miedo», por eso les oyes gritar y parapetarse y es que como siempre se trata de un simple asunto de poder. Yo entiendo tu miedo pero no dejo de pensar que si unas cuantas mujeres no hubiesen dicho, hasta aqui y salen a la calle por narices, todavía nos educarian en casa con los conocimientos «propios de una mujer decente» y sobretodo que tras ellas cada vez más una y otra se atrevio a salir del armario, porque al cabo tambien era un armario y los espacios se abrieron, el perro retrocedió porque eran muchas para poder morderlas. Nadie se cuestiona estas cosas. Nos pareceria un absurdo oir a una mujer decir, respeten que no salga a trabajar porque tengo miedo a que me agredan.
Pues hace años las mujeres no podian trabajar, ni sentarse en la barra de un bar sin que alguno pudiera recriminarla o agredirla, hace nada en otras partes un negro no podia comer en la misma mesa que los blancos. Y el estado de las cosas seguiria igual, si los que querían dar una patada al perro hubiesen respetado el miedo.
Pero lo que quiero con todo esto es simplemente plantear porqué una vez comenzaron a conseguir derechos en pocos años mujeres y minorías raciales no se planteaban este tipo de cuestiones?. Porque no es a partir del 2005 que tenemos derechos ciudadanos, el derecho al matrimonio solo ha sido el colofón a otros derechos ya logrados antes. Y sin embargo seguimos siempre amparándonos en las mismas excusas, siempre justificando el miedo a no se qué… Si alguien te agrede en la calle por ir de la mano con tu novia o novio, ese alguien comete un delito, no hay vuelta de hoja.
ME he liado que ni yo misma me entiendo pero en fin que mi pregunta es porque somos el único grupo social que en un grandísimo porcentaje, a más de 20 años de la consecusión de sus primeros derechos, todavía sigue alimentando el poderío abusón del perro moderdor…
Interesante reflexión, Raúl, como siempre. Estoy de acuerdo con que los insultos y la falta de respeto que muchas veces vemos en los comentarios producen algo de vergüenza. Quien se dedica a insultar a su “contrincante” dialéctico es que no tiene educación, no tiene argumentos, y peor aún, es tan cerril que no está dispuesto a reconocer que está equivocado. Nemo lo ha expresado muy bien: me adhiero.
Gracias, Raúl.
Yo nunca he conocido a muchas personas lgtb: quizá por eso siempre tuve la impresión de que compartiríamos muchas cosas. Incluso a veces, en el autobús, al ver un chico o una pareja gay (nunca identifico a las lesbianas!) he sentido el impulso de hablar con él/ellos, como si ya tuviésemos algo de complicidad.
Todo eso cambió al frecuentar esta web… Y no sólo por los comentaristas, en los que se aprecian diferencias de fondo, sino muy especialmente por conocer la existencia y el ideario de los llamados «gays liberales» (Luis Margol y cía), cuyas ideas sencillamente no me cabían en la cabeza.
En fin, que he comprendido mi ingenuidad, y me sumo a quien ha dicho que es poco realista pensar que vamos en el mismo barco. Los lgtb no tenemos porqué compartir nada, pudiendo ser tan distintos como dos heteros.
Jacktwist: Gracias, y por cierto, hace tiempo vi en un blog los primeros versos de este poema y no sabía de quién eran. Mira tú por donde.
Guillermo, t’as pasao un poco, jeje.
Al: para mi ‘visibilidad militante’ es lo mismo que tú describes como naturalidad. Es cierto que al utilizarlo como opuesto a ‘visibilidad’ a lo mejor habría sido mejor decir ‘disimulo’. Al igual que tú, aspiro a la visibilidad total y no la consigo en todo momento, pero bueno, estoy en ello.
Zarevitz, creo que en todo el artículo no he utilizado la palabra generosidad, y eso que venía muy a pelo. Y lo de que hay muchos que no son LGTB pero también son familia, sin duda alguna. Sería poco generoso no reconocerlo.
JaviMurcia: Aunque la familia LGTB no sea homogénea, yo debo insistir en que sí compartimos más de lo que creemos. Piensa que cuando se consigue un derecho es para todos, incluso para los que están en las antípodas de lo que tú piensas o de cómo tú te comportas. Y también cuando en aquí o en alguna parte del mundo un LGTB es maltratado o marginado, también te lo hacen un poco a ti. Los gays de Italia, por ejemplo, se alegran mucho de lo que estamos viviendo en España, y se miran en nosotros como espejo de los que ellos querrían llegar a vivir.
Nemo: Suscribo lo que dices al cien por cien. Desde mi punto de vista, un post en una publicación del estilo de Dos Manzanas no culmina con la fase de redacción, sino en la posterior, después de ser publicado para su comentario por parte de los lectores. Por tanto, es obligación del que lo escribe habilitar mecanismos para que la gente perciba el post como una oportunidad para el encuentro. Por su parte, los foreros que luego se incorporan a la ‘sala de debate’ deben comprender que Los comentarios bienintencionados, que aceptan las reglas del juego de la reflexión, tienen la virtud de habilitar más espacio en la ‘sala’. Por el contrario, los comentarios cargados de bilis ocupan un espacio unipersonal que nadie más puede compartir y pueden llegar a enrarecer el aire, asfixiando la conversación.
Irene: Te entiendo.
Crasamet: Llámame inocente, pero ¿te quieres creer que nunca había pensado que pudiera haber heteros por aquí sembrando cizaña?
Mercedes: Aunque te haya parecido que te liabas, me han interesado mucho tus argumentos.
CMQ, Ave, Fanta letal, Rafa Rodríguez, y a todos los demás, gracias por participar.
Al: Lo de los gays liberales es verdad que es difícil de encajar y es difícil considerarles ‘familia’, pero en fin, es su decisión. Procuro no odiarles, el odio no es buen consejero. Pero vamos, digo que ‘procuro’.
Me ha gustado mucho el artículo y los comentarios. Lo que dice este chico de que todos somos familia no está reñido con lo que decís algunos de que a algunos es difícil considerarles así. No todos los elementos de un conjunto tienen por qué ser iguales (no todas las aves vuelan, por ejemplo). Los menos prototípicos serán más difíciles que los otros los acepten como sus semejantes.
Muy buen artículo que lleva a una buena reflexión, Raúl.
Lo cierto es que no lo acabo de compartir.
Me explico: durante un tiempo creí que «el sólo hecho de ser gai unía a todos los gais de mundo». Eso me duró justo hasta que empecé a conocer a muchos gais.
Creo que lo que nos une es la lucha. Eso sí.
Pero con el gai homófobo, con el gai que opta por el «armario de cristal», con el gai facha que se alía y justifica a quienes quieren arrebatarnos la dignidad y la libertad. Con esos no tengo nada en común. Ni tengo ni quiero.
Me parecen fantásticas las manifestaciones del Orgullo porque allí cabemos todos…los que de algún modo luchamos, claro. Podré no estar de acuerdo con que tal grupo, que «se pasa de alternativo», organice la mani de mi ciudad como lo hace. Pero «chapeau» por ellos y a la mani de cabeza aunque critique el manifiesto.
Lo que no me sirve es la excusa del tío que viviendo en Barcelona (o en «Carajillo del Pedrete») se busca una novia tapadera mientras se arrastra a follar por los antros oscuros y pretende justificarlo hablando de…»presiones sociales». Aquí y ahora no hay presiones sociales de ningún tipo (y si las hay tu obligación es pasar por encima). Lo que sí que hay es cobardía, vagancia e hipocresía.
En cuanto a lo de «insultar» y demás: un experto en ello afirma que es basicamente una cosa innecesaria. Pero simplemente la miseria y la mentira hacen que justificadamente a uno le hierva la sangre.
Que además de «cobardía», «vagancia» e «hipocresía» también abunda el descerebre, la mala leche y el…»capullismo manipulatorio».
Con lo cual, y después de que la mayoría de mi vida y de mi tiempo transcurran en un entorno gai, puedo concluir que «ser gai» no me une con otros en todos los casos.
Hay muchos gais a los que nunca consideraré iguales, ni «compañeros» ni nada de nada de nada, y a los que estaré encantado de ver lejos o mejor de «dejar de ver».
…por más gais que sean…
Pero como siempre excelente artículo, Raúl.
Dos cosas:
– Cosa 1: suscribo letra por letra el post #11 de fanta.
– Cosa 2: en tanto que «peregrino», como deja claro mi nick:
¡¡¡MILES DE GRACIAS PUTO POR EL POEMA DE KAVAFIS!!!.
El poema más bello del mundo sin ninguna duda.
Toda mi vida girando entorno a este poema desde niño.
Genial.