El Estado Islámico continúa difundiendo imágenes de espantosos asesinatos de hombres acusados de ser homosexuales
El espanto no cesa. Poco más podemos añadir a lo que ya dijimos en nuestra anterior entrada sobre la materia, pero no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que los militantes del autoproclamado Estado Islámico continúan asesinando a hombres, acusados -supuestamente- de ser homosexuales, y difundiendo las imágenes de sus muertes para contribuir a extender el terror. El último de los asesinatos que ha sido publicitado ha sido el de un muchacho arrojado al vacio desde lo más alto de un edificio en Raqqa (Siria), cuyas imágenes nosotros no reproduciremos (numerosos medios las recogen para quien desee verlas).
Desde que el Estado Islámico comenzara su expansión, en todas aquellas zonas que han caído bajo su control ha pasado a estar vigente la interpretación más extremista de la sharía o ley islámica, que castiga con la muerte las relaciones homosexuales. Ya son múltiples los reportes de ejecuciones por esta causa. En noviembre, por ejemplo, nos hacíamos eco de la muerte por lapidación de dos hombres en la provincia siria de Deir ez-Zor. En diciembre se difundían fotografías que mostraban el asesinato de otro hombre en un lugar indeterminado, arrojado también desde lo alto de un edificio y luego lapidado. En enero, otros dos hombres acusados de ser homosexuales eran asesinados por el mismo método en Mosul (Irak). Pocos días después otro hombre, de alrededor de unos cincuenta años, era arrojado también al vacío en Tal Abyad (Siria), siendo después lapidado al sobrevivir a la caída.
Resulta prácticamente imposible acceder a información contrastada sobre estos asesinatos. En realidad es difícil saber si se trata verdaderamente de homosexuales o de opositores al Estado Islámico a los que se acusa de serlo como pretexto para asesinarlos y cuyas muertes son utilizadas como propaganda. En este sentido, organizaciones en favor de los derechos LGTB hacían en enero un llamamiento a la prudencia, con objeto de no exacerbar el miedo de las personas LGTB que viven en la zona y causar daños mayores. Lo que resulta indiscutible es que el odio homófobo está en cualquier caso presente y es utilizado como herramienta aleccionadora.
Un infierno para la comunidad LGTB
Ante todo, la extensión y consolidación del Estado Islámico supone la imposición de un régimen de terror a una parte muy importante de la propia población árabe que vive bajo su dominio. La comunidad LGTB, en este sentido, es una de las grandes perdedoras. No está de más repetir lo que ya hemos publicado en ocasiones anteriores: dos países como Siria e Irak, que al margen de otras consideraciones fueron en el pasado estados de tradición laica (vinculada al baazismo gobernante) en los que las personas LGTB podían encontrar pequeños espacios de libertad, han acabado por convertirse para ellas en un auténtico infierno del que no parece existir salida.
El caso de Irak es paradigmático. La homosexualidad fue allí legal hasta 2001, cuando Sadam Hussein, para contentar a los sectores religiosos, decidió castigar las relaciones homosexuales con cárcel y, en caso de reincidencia, con pena de muerte. No obstante, no se recuerda que dicha legislación llegara a ser aplicada. “Entonces teníamos clubes nocturnos, bares, áreas de encuentro y una red de asambleas sociales”, explicaban en su momento desde la organización Iraqi LGBT. De hecho, durante los años 80 y primeros 90, la vida nocturna de los homosexuales en Bagdad atraía a visitantes de países vecinos, como Kuwait o Arabia Saudí.
Tras la invasión, la situación legal de la homosexualidad se sumió en un estado de confusión. La entonces autoridad administrativa estadounidense ordenó en 2003 retrotraer los códigos penal y civil a la situación vigente en los 70, pero la diversidad de autoridades existentes según la zona del país, así como el papel preponderante que los líderes religiosos alcanzaron (especialmente en el área de mayoría chií) facilitó que la persecución de las personas LGTB fuera en aumento. En los años sucesivos la situación no hizo más que empeorar, y las denuncias sobre el secuestro, la tortura y el asesinato de homosexuales, involucrando además a las fuerzas de seguridad, no hacían sino aumentar en todas las zonas del país.
En el caso del área suní, la situación de profundo descontento con el régimen surgido de la invasión, unida a la difusión de las ideas religiosas más radicales, ha acabado además por cristalizar en un fenómeno como el del Estado Islámico, que también controla ya una parte importante del territorio sirio. Y es que en Siria la revuelta contra el régimen baazista de Bashar al-Asad, alentada en sus inicios desde los países occidentales, y de la cual ya en 2013 conocíamos sus terribles consecuencias para los homosexuales sirios, ha confluido finalmente en ese mismo fenómeno.
Malditos, mil veces malditos. Ojalá encuentren una muerte tan horrible como se merecen.