Voces distintas
“Antes de irme, le pregunté al recepcionista por qué no aparecían todas las calles en los mapas. Asintió despacio, como si estuviera a punto de revelarme un secreto nacional. Con un inglés que costaba seguir, me contó que en Japón, los planos no estaban hechos a escala, que obviaban zonas enteras y calles sin nombre. Dibujaban una ciudad que no existía.”
Hemos leído recientemente El mar llegaba hasta aquí, una novela autopublicada de Alex Pler. Resulta que Leo acaba de salir de una relación y hace un viaje a Granada, donde conoce a Adán. Pero si la relación antigua se había roto, la nueva parece que no arranca.
En un futuro (casi presente) que uno no sabe si es distópico o utópico (pero ¿no pasa eso siempre, que no somos capaces de calificar el presente hasta que no pasa el tiempo que pone todo en su lugar?) Madrid y Barcelona se encuentran inundadas y con las calles llenas de peces y de barcas y de puentes, porque no para de llover. El cielo se ilumina con los cohetes que despegan incesantes para intentar detener el diluvio. Pero los bares y las discotecas siguen funcionando más o menos como ahora.
Un viaje final a Japón, cuando ya ha parado de llover y que se nos antoja aún más mágico obliga a Leo a replantearse su vida (quizá al descubrir que por más que se viaje, todo se lleva dentro). El propio autor dice que su novela es “una historia de iniciación y búsqueda del amor, con elementos de realismo mágico como telón de fondo. Se lo dedico a todos quienes se enamoraron de la persona correcta en el mundo equivocado.” De Kafka a Murakami pasando por el realismo mágico: de buenos lectores surgen buenos escritores.
Alex Pler (1982) trabaja en la librería Haiku, especializada en literatura japonesa. En enero de 2014 autoeditó La noche nos alumbrará, un libro con 196 textos optimistas. Acaba de publicar El mar llegaba hasta aquí, su primera novela. Una historia de iniciación y búsqueda del amor, con elementos de realismo mágico como telón de fondo. Se lo dedico a todos quienes se enamoraron de la persona correcta en el mundo equivocado.
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Y vuelve Voces en el silencio de José Manuel Lucía Megías, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, del 16 al 19 de abril. Solo cuatro días se representa esta obra de teatro que el que suscribe no ha tenido aún la ocasión de ver, pero esta vez no se nos escapa. Les dejo con el resumen:
“El 19 de julio de 2005, dos jóvenes de apenas 17 años son colgados de una grúa en la ciudad iraní de Mashad. Su delito: ser homosexuales. Este hecho luctuoso hubiera pasado desapercibido, como muchos similares que vienen ocurriendo en determinados países en los que la homosexualidad se paga con la pena de muerte, de no haber ocupado la fotografía del ahorcamiento las primeras páginas de muchos periódicos occidentales.
Esta circunstancia dio lugar a que José Manuel Lucía Megías escribiera un poemario bajo el título Y se llamaban Mahmud y Ayaz, en un intento de mantener la voz de la denuncia: para que estos hechos sucedan, es necesario nuestro silencio. Un paso más para mantener viva la voz de la denuncia ha sido encarnizar a estos personajes en un montaje teatral que sea altavoz de esa reivindicación: que el silencio de occidente no cubra las ignominias que están padeciendo seres humanos por el mero hecho de mostrar sus sentimientos.”
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