La Policía de Egipto utiliza las redes sociales para “cazar” a hombres gais y envía a la cárcel a un refugiado sirio
A pesar del respiro que se creyó vivir en Egipto tras la denominada “Primavera Árabe”, no se ha producido ningún signo de cambio en lo que a derechos de las personas LGTB se refiere. Y no solo eso, sino que no tiene visos de mejorar la situación. El país está deteriorando su credibilidad internacional, a pasos agigantados, en los ámbitos de las actuaciones de las fuerzas de seguridad, de las administraciones y de la vida política, conforme va pasando el tiempo. Solo hay que remitirse a los hechos. El último episodio de la deriva que se está produciendo en este estado africano es que la “Policía de la Moralidad” está utilizando apps de contacto para gais y redes sociales para engañar y detener a hombres homosexuales inocentes. La última víctima: un refugiado sirio que llegó a Egipto huyendo de las miserias y de la violencia de su país, para empezar una nueva vida, y que ha sido humillado, detenido y condenado a un año de prisión tras caer en una trampa policial.
Aquellos que debieran velar por el orden y el bienestar de la ciudadanía en Egipto, contrariamente, se están convirtiendo en los que persiguen a civiles inocentes. Así se desprende de una de las últimas actuaciones policiales, además de otros sucesos anteriores que no vienen más que a reafirmar la veracidad de esta premisa. En este caso, la infame “Policía de la Moralidad” (sic) ha decidido utilizar apps móviles de contacto para gais y otras redes sociales para tender emboscadas a supuestos hombres gais y conseguir que, al ser “cazados” in fraganti, un tribunal les pueda condenar a prisión, después de someterlos a vejaciones y a pruebas internacionalmente cuestionadas por distintas organizaciones de derechos humanos. La práctica de este tipo de persecuciones no difiere mucho de la de grupos neonazis rusos como el violento Occupy Pedofilyaj, entre otros.
La detención de un refugiado sirio mediante el uso de estas dudosas artimañas policiales no dista mucho, como decimos, de las prácticas empleadas por organizaciones ultra de otros lugares del mundo. Además, recuerda a la denuncia que hacía George Michael, a finales de los 90, en su sarcástico videoclip ‘Outside’, en el que denunciaba las “cazas” de la Policía de Los Ángeles (EE.UU.), por aquel entonces, de las que él mismo fue víctima. En todo caso, volviendo a la detención y a la condena de un año de prisión para un refugiado sirio, acusado de “libertinaje sexual”, su abogado considera que no hubo tal “libertinaje” y se pregunta retóricamente “si el envío de mensajes personales es inconstitucional”.
Utilizando los mensajes que intercambió la víctima como pretexto, la policía detenía al refugiado sirio, incluso sin que llegara a producirse ningún encuentro sexual que sostuviera sus acusaciones. Al arrestado, tras su detención, se le sometió a un examen rectal del que, sin embargo, no se pudo determinar que hubiera realizado ninguna “práctica homosexual”. Los exámenes rectales, como supuesta “evidencia” de homosexualidad de los detenidos, “viola las normas internacionales contra la tortura”, como recuerda la ONG Human Rights Watch. Aún así, la víctima ha sido sentenciada a prisión por un tribunal, debido a su supuesta “incitación a cometer actos inmorales en público” (aunque tal “incitación”, en realidad, parta de los propios cuerpos de seguridad del estado egipcio).
Egipto: un país inseguro para oriundos y extranjeros
El propio Ministerio de Asuntos Exteriores de España, en su ficha de Egipto, “desaconseja que las mujeres viajen solas, sin agencia de viajes y/o fuera de los circuitos turísticos” y explica a continuación que “aunque la homosexualidad no está formalmente tipificada como delito, los actos homosexuales en público son ilegales y hay precedentes de homosexuales condenados a prisión por contravenir leyes de ‘decencia pública’”. Asimismo, el pasado mes de abril nos hacíamos eco de la nueva potestad que se arroga el estado para deportar a extranjeros LGTB. Esta medida era ratificada por un tribunal que falló en favor de la decisión tomada por el Ministerio del Interior egipcio de extraditar y prohibirle la entrada al país a un ciudadano libio, por ser gay.
El Ministerio de Exteriores español recuerda también en su informe sobre Egipto que el 48,1 % de su Producto Interior Bruto (PIB) procede del sector servicios, en el que el turismo ocupa un lugar muy notable. La triste realidad egipcia y la reiterada violación de derechos humanos podría ser, además un motivo de condena internacional, un freno para uno de los pilares sobre el que se sostiene la economía egipcia: el turismo. Desde luego, visto lo visto, Egipto no parece un destino turístico recomendable, especialmente para las personas LGTB.
Pero sin duda, los principales afectados son los ciudadanos oriundos que no cuentan apenas con ninguna herramienta legal o social para hacer valer sus derechos más elementales. Incluso algunos medios de comunicación se dedican a realizar “cacerías” contra homosexuales. Al Kahera Wal Nas emitía un reportaje de la denostada presentadora amarillista Mona Iraqi, que servía como excusa para detener a decenas de personas, vanagloriándose de la redada a una sauna gay de El Cairo (capital de Egipto). Un tribunal los absolvería a todos posteriormente. No obstante, sigue pesando sobre ellos otra condena que no se revoca: la estigmatización social. Un problema que a menudo deriva en violencia por parte de terceros o en intentos de suicidio. Uno de los detenidos en la sauna gay de El Cairo, por ejemplo, trató de quemarse vivo, tras difundirse las imágenes en televisión en las que se le reconocía.
Los procedimientos irregulares se institucionalizan
El pasado mes de noviembre dosmanzanas se hacía eco de la condena de un tribunal de Egipto a tres años de prisión para ocho hombres por aparecer en un vídeo en el que presuntamente se representaba la celebración de “la primera boda gay” de este país. Sin embargo, los ocho acusados habían negado los cargos que se les atribuían, así como que la controvertida boda fuese una ceremonia real.
El matrimonio entre personas del mismo sexo no es posible en Egipto, país árabe de mayoría musulmana donde las relaciones homosexuales no son formalmente ilegales pero (con independencia del régimen político) sí están perseguidas socialmente y se castigan a través de otras figuras legales como la “indecencia”, la “conducta inmoral” o la “ofensa a los sentimientos religiosos”.
Según la organización estadounidense de defensa de los derechos humanos Human Rights First, la policía egipcia ha detenido a más de ochenta personas durante el último año por el delito de ser LGTB. Sin ir más lejos, hace solo unos meses nos hacíamos eco de la sentencia de un tribunal egipcio que condenaba a cuatro hombres a varios años de prisión por crear una supuesta red de prostitución homosexual, después de que la policía encontrase ropa de mujer y maquillaje en la casa de uno de ellos.
Un buen abogado acusaria a la policia de » incitacion al delito».Claro que a saber como es el sistema judicial de alli.