LesGaiCineMad 2015: risas, amor y terror LGTB
Ya ha transcurrido una semana desde el comienzo de la vigésima edición del Festival de Cine Lésbico, Gay y Transexual de Madrid —al que dediqué un artículo previo el viernes pasado— y ciertamente he disfrutado de obras muy distintas e interesantes, tal y como prometía una programación de cuya Sección Oficial tienen mucho que aprender algunos de los festivales más prestigiosos. Hasta ahora, he podido ver un total de diez largometrajes y cuatro cortometrajes, siendo mi valoración media muy positiva dados los tiempos que corren.
Empecemos por la cinta inaugural: la canadiense Two 4 One, de Maureen Bradey. Desenfadadamente alocada, esta comedia ofrece una mirada normalizadora de la transexualidad masculina, lo que supone un tratamiento opuesto de la película por excelencia sobre este tema: la durísima Boys don’t cry (Kimberly Peirce, 1999), que dio a Hilary Swank su primer Óscar a mejor actriz. Two 4 One muestra los líos en que se mete Adam (Gavin Crawford), aún en proceso de reasignación de género, por culpa de su exnovia lesbiana (Naomi Snieckus), pero no por ello pasa por alto algunas de las preocupaciones clásicas de las personas transexuales, como son los conflictos de identidad de quien atraviesa el proceso y el cambio en sus relaciones con quienes le rodean. Quizá no sirva como estudio social, pero sí es más sensata de lo que aparenta… Y, sobre todo, muy divertida.
En una línea similar se mueve el Fourth Man Out de Andrew Nackman, una comedia de factura hollywoodiense que podría perfectamente triunfar en cartelera de contar con el marketing correcto. Por ahora la avalan su aclamado paso por múltiples festivales LGTB y la calurosa acogida por parte del público allá donde se ha proyectado. Repleta de atractivos rostros (con Evan Todd y el irresistible modelo Parker Young a la cabeza) y naturales diálogos, la cinta está protagonizada por un grupo de amigos heteros que debe afrontar la salida del armario de uno de ellos. Y, claro está, abundan los malentendidos y las situaciones embarazosas, dando lugar a momentos lo suficientemente desternillantes para pasar por alto la abundancia de tópicos y la escasez de realismo. Aun así, resulta imposible ignorar que más que una película sobre el comportamiento de los hombres heterosexuales, es una película sobre lo que los homosexuales esperan de ellos. Por cierto, la cinta fue precedida por el banal cortometraje The Cream, de Jean-Marie Villeneuve ¿quién decidió que diez minutos de hombres dándose placer a sí mismos con crema era algo digno de nuestro tiempo? Al menos el Pretty Boy de Christian Coll, aunque indudablemente vulgar, sí tenía una historia que ofrecer y algún que otro gag acertado…
Siguiendo por las comedias disparatadas, hay que destacar una cinta presentada con éxito en el prestigioso Festival de Toronto: Guidance, escrita, dirigida y protagonizada por un políticamente incorrecto Pat Mills. En ella un ex niño estrella venido a menos decide hacerse pasar por un consejero escolar pese a no haber superado su alcoholemia ni asumido su homosexualidad (o la enfermedad que con gran probabilidad padece). Por supuesto, sembrará el caos en el instituto, si bien sus alocados consejos son a menudo precisamente lo que los alumnos marginados necesitan oír. Esta pequeña cinta trata de abarcar demasiados temas en sus escasos ochenta minutos, pero el resultado es interesante a la par que agradable, resumiéndose todo a un potente mensaje: para vivir la vida, primero hay que afrontarla tal y como es. Además, la canción de los créditos (el genial “Stand My Ground” de Diamond Rings) ya se ha convertido en la banda sonora del certamen. Por cierto, entre Two 4 One y Guidance la cinematografía canadiense —rara vez la favorita de alguien— está desvelando una inesperada vena cómica.
A la comedia pertenecen también dos de las cintas más esperadas de este LesGaiCineMad: la sutil Appropriate behavior y la exagerada De chica en chica, ambas protagonizadas por carismáticas mujeres. Nominada a los premios Gotham y Spirit como mejor directora y guionista novel respectivamente, Desiree Akhavan bebe en Appropriate behavior de la deliciosa Frances Ha (Noah Baumbach, 2012) y la popular serie Girls, confeccionando, como la creadora y protagonista de esta última, un retrato de sus propias experiencias y angustias existenciales. Bisexual con aparente tendencia hacia el lesbianismo, la protagonista suma sus raíces persas a una personalidad incapaz de asentarse, elementos que vuelven aún más complicado su proceso de superación de una brusca ruptura. Con la hipnótica Nueva York de fondo, la cinta es elegante, ligera y muy entretenida, ideal reflejo de una juventud perdida en sí misma.
De chica en chica es todo lo contrario. Basada en la popular serie web Chica busca chica (2008), la alocada película de Sonia Sebastián vuelve a contar con el protagonismo de Celia Freijeiro, Sandra Collantes y Cristina Pons, a quienes se suman los rostros conocidos de Beatriz Montañez —sí, la de El Intermedio—, María Ballesteros, Adrián Lastra, Jane Badler, Ismael Martínez, Estefanía de los Santos y otros tantos, conformándose un explosivo reparto con el que vivir una experiencia disparatada pero muy divertida. Bastante más inteligente de lo que la crítica ha señalado, la cinta ofrece una visión desenfadada del nuevo concepto de familia y, más que caer en tópicos —que también—, se permite reírse de ellos. Desde luego, no incluye reflexión profunda sobre ninguno de sus múltiples temas —que incluyen, por cierto, a la gama LGTB completa—, pero tampoco es esa su meta. Si se dejan de lado los prejuicios y se atenúa el ojo crítico, las carcajadas están aseguradas.
Pero no todo son comedias en el LesGaiCineMad. Y ahí está la dramática Cuatro lunas del mexicano Sergio Tovar Velarde para demostrarlo. En esta emotiva cinta cuatro historias que abarcan las cuatro etapas de la vida (infancia, adolescencia, madurez y vejez) se entrelazan bellamente para formar un completo mosaico de las dificultades que conlleva la homosexualidad: un niño asustado de lo que es, un adolescente atrapado entre las ganas de llevar una vida normal y el riesgo que ello conlleva, un adulto cuyo afeminado carácter le aleja del hombre al que ama y un anciano deseoso de satisfacer por fin sus propios deseos antes de que su vida llegue a su fin (Alonso Echánove, candidato al Premio Ariel). Y, junto a ellos, encontramos a un niño cuyo miedo a sí mismo se torna en maldad, un adolescente avergonzado de lo que es, un adulto que comprueba demasiado tarde que la feminidad de su pareja no le atrae (el español Antonio Velázquez) y, por último, un hombre heterosexual que tan sólo se acuesta con hombres para conseguir el dinero que necesita para reunirse con su familia. Aunque todos ellos resultan patéticos a simple vista, conforme avanza la trama aprendemos a preocuparnos por ellos y, sobre todo, a comprenderlos (e, incluso, a identificarnos con muchas de sus vivencias). Gracias a todos esto, podría tratarse de una de las mejores películas sobre la homosexualidad jamás realizadas de no padecer dos serios problemas: un reparto irregular y un guion que se aleja con frecuencia de la sutileza que domina sus mejores momentos. De todos modos, sus defectos son superados con creces por sus virtudes, resultando difícil no emocionarse ante estas.
En la otra cara de la moneda hallamos En la gama de los grises, de Claudio Marcone, un sugerente drama que nunca cae en el sentimentalismo. Bien protagonizada con afecto y naturalidad por Francisco Celhay y Emilio Edwards, la cinta muestra una bella —aunque complicada— relación entre un arquitecto casado con hijo y un profesor de historia homosexual que le hará replantearse su propia vida. Bellamente fotografiada en las vitales calles de Santiago de Chile, la película presenta una estructura narrativa algo confusa que, sumada al halo de melancolía, sume al espectador en una experiencia casi onírica difícil de olvidar. Puesto que abundan las preguntas y escasean las respuestas, no se trata de una película para cualquiera, pero sí de una pequeña joya merecedora de un inminente segundo visionado.
Por su parte la israelita Barash, ópera prima de Michael Vinik, sigue a una joven del Tel Aviv a la que sólo preocupan las fiestas y el alcohol hasta que conoce a una nueva compañera de clase que le hará replantearse su existencia. Presentada con éxito en la sección Nuevos Directores del pasado Festival de San Sebastián, esta cinta bebe en exceso de La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013) —algo comprensible dada la gran influencia que esta ganadora de la Palma de Oro de Cannes ha tenido sobre el cine en general y el cine lésbico en particular—, pero alcanza la meta que se propuso su guionista y realizadora: dar una visión moderna y natural de cómo se vive la homosexualidad en su país, basada en sus propios recuerdos de juventud (no necesariamente la fuente más objetiva). Sus inexpertas protagonistas, Sivan Noam Shimon y Jade Sakori, están verdaderamente perfectas.
Para terminar, hay que hablar del díptico que el festival preparó, no sin esfuerzo, para la noche de Halloween: You’re Killing Me y Dyke Hard. La primera constituye la fusión de cine gay y cine de terror para beneplácito de todos los fans homosexuales del género, condenados hasta ahora a ser por completo marginados del mismo. Matthew McKelligon interpreta a un encantador asesino heredero de Dexter que, a diferencia del protagonista de la serie homónima, no mata por el teórico bien común, sino por una mezcla de curiosidad y acercamiento a su meta, en este caso, el corazón del simpáticamente inconsciente Jeffery Self. Más cómica que terrorífica pero no por ello carente de sangre, la cinta guarda gran relación con el corto español que la precedió: Pulsión sangrienta, de Gerard Tusquellas Serra, que relaciona de forma original los impulsos asesinos con los sexuales.
Por su parte, la sueca Dyke Hard, de Bitte Andersson, es un absoluto esperpento que combina una banda de rock lésbica, motociclistas, fantasmas, cyborgs, ninjas y todo lo que haga falta. Entre la acción, la comedia, el terror, el musical y la ciencia-ficción, la cinta está inspirada en el cine de Serie B de John Waters, pero se acerca más bien al subgénero Z, lo que la vuelve absolutamente insoportable para cualquiera que no lleve varios litros de alcohol encima (quizá, mejor algo más potente). El único placer que un servidor encontró en este visionado fue el cortometraje previo: una desternillante parodia de La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013) denominada Vagina is the warmest color escrita, dirigida y protagonizada por Anna Margarita Albelo. En cualquier caso, hay que alabar el esfuerzo del festival por encontrar un modo de dedicar la noche más bizarra del año al cine LGTB.
De la comedia al drama, pasando por el terror, la primera semana de este vigésimo LesGaiCineMad apenas ha ofrecido grande películas pero ha logrado mantener un notable nivel medio que insta a seguir visitándolo de cara a platos fuertes como Liz en septiembre, Je suis à toi, Eisenstein en Guanajuato o las preseleccionadas al Óscar Dólares de arena, How to Win at Checkers (Every Time) y The Summer of Sangaile. La semana que viene proseguiré la cobertura del certamen hablando de algunas de ellas, así como de otras que han quedado en el tintero. De los platos ya servidos, recomiendo especialmente Fourth Man Out, De chica en chica y Two 4 One para pasar un rato divertido entre amigos y Appropriate Behavior, Cuatro lunas o En la gama de los grises para reflexionar sobre la identidad y la propia existencia. Recordad que podéis acceder a toda la información concerniente a este fantástico evento en la página web del certamen. ¡El mejor cine LGTB os espera!
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Acerca del Author
JuanRoures
Escritor y activista, hablo de cine en 'La estación del fotograma perdido', de dudas lingüísticas en '¿Cómo se dice?' y de cultura LGTB en 'dosmanzanas' (sección: 'Apolo vive enfrente'). He publicado la novela 'Bajo el arcoíris' y dirigido el cortometraje 'Once bitten, twice daring', ambos de temática gay. También soy corrector ortotipográfico y de estilo. Trabajo en la UAM.
Le recomiendo a todo el mundo ‘Cuatro lunas’ y ‘En la gama de los grises’ e invito a toda persona que tenga una copia de ‘Dyke hard’ -sea en el formarto que sea- a que la queme en una gran hoguera y olvidemos todos semejante esperpento que jamás debió ser rodado.
Regards 😉