El Parlamento de Chipre aprueba una ley de uniones civiles abierta a las parejas del mismo sexo
La nueva ley de uniones civiles aprobada en Chipre concederá derechos semejantes a los del matrimonio, aunque no permitirá la adopción conjunta ni tampoco la de los hijos del otro miembro de la pareja. A falta de la firma del presidente del gobierno para su promulgación definitiva, esta nueva figura jurídica situará a Chipre a la vanguardia del mundo ortodoxo en materia de derechos LGTB.
La ley de uniones civiles ha sido aprobada por el Parlamento chipriota en segunda lectura este 26 de noviembre, por una contundente mayoría de 39 votos a favor, 12 en contra y 3 abstenciones. El proyecto de ley fue impulsado por el Ejecutivo de centroderecha liderado por el presidente Nicos Anastasiades el pasado 7 de mayo, iniciándose posteriormente el trámite parlamentario. Presentado en primera lectura ante el Parlamento el 18 de junio, allí experimentó la modificación de la denominación de la nueva figura jurídica de “acuerdo de convivencia” a “unión civil”, aunque siempre se mantuvo la idea de que estuviera abierta a parejas del mismo o distinto sexo.
Los diputados de las tres principales fuerzas políticas chipriotas (los conservadores de la gobernante Agrupación Democrática, los comunistas del Partido Progresista del Pueblo Obrero y los liberales del Parido Democrático) han votado mayoritariamente a favor de la ley, a pesar de habérseles concedido libertad de voto por parte de sus grupos. Esta amplia aceptación entre los partidos mayoritarios contrasta con la encarnizada oposición de la iglesia ortodoxa, cuyo dirigente, el arzobispo Chrysostomos, acusó a la clase política de “debilitar la integridad moral” de los chipriotas al reconocer algún tipo de derecho a las personas LGTB.
Una vez que el presidente Anastasiades promulgue con su firma la nueva normativa, las parejas unidas civilmente obtendrán derechos semejantes a los del matrimonio en materias como la propiedad, sucesiones, prestaciones, disolución de la unión o pensiones alimenticias, pero no podrán adoptar conjuntamente, ni tampoco a los hijos del otro miembro de la unión. En todo caso, con esta ley, Chipre se sitúa a la vanguardia de los derechos LGTB entre los países de tradición ortodoxa, por delante de Grecia, cuyo proceso para la aprobación de una legislación semejante permanece aún estancado.
Los activistas de Accept-LBGT Cyprus, a cuya persistencia se debe en gran parte la nueva legislación, han expresado su alegría por su aprobación con el siguiente comunicado: “Chipre está cambiando y mirando hacia el futuro. ¡Y todos tenemos que formar parte de este cambio! Gracias por vuestra paciencia y la confianza que habéis depositado en nosotros. Este es un momento significativo en la historia de los derechos humanos en Chipre».
Por su parte, Evelyne Paradis, directora ejecutiva de ILGA-Europa, también se congratulaba por la decisión del Parlamento chipriota, pues, para ella, «las parejas del mismo sexo y sus familias son merecedoras de la misma protección que las de sus amigos y vecinos heterosexuales. No se trata de dar ‘derechos especiales’ a un grupo, sino de reconocer la maravillosa diversidad de familias que habitan en Europa”.
El avance que supone la nueva normativa en el reconocimiento de los derechos de las parejas LGTB chipriotas es indudable, significativo y ejemplar para una sociedad de tradición ortodoxa fuertemente conservadora. Sin embargo, los responsables de organizaciones europeas como ILGA-Europa no deben olvidar que las parejas del mismo sexo chipriotas o maltesas siguen sin haber alcanzado la plena igualdad, al no poder decidir entre unirse civilmente o contraer matrimonio, como sí que pueden hacer las parejas heterosexuales. En esos países, a día de hoy, existen legislaciones distintas y separadas para las parejas del mismo sexo, que aún no son merecedoras «de la misma protección que las de sus amigos y vecinos heterosexuales».
Una isla dividida
Chipre permanece dividido en dos entidades: la grecochipriota al sur y la turcochipriota al norte. En 2004 Naciones Unidas propuso un acuerdo de reunificación que permitiera la convivencia de las dos comunidades, pero los grecochipriotas lo rechazaron. A día de hoy coexisten dos estados de facto independientes y enfrentados: la República de Chipre (internacionalmente reconocida y miembro de la Unión Europea) y la República Turca del Norte de Chipre (reconocida solo por Turquía).
En el sur, y desde la época colonial británica, las relaciones entre varones fueron ilegales hasta que el deseo de incorporarse a la Unión Europea forzó su despenalización en 1998. Desde entonces, la situación ha evolucionado favorablemente, y en 2014 se celebró —con gran éxito de asistencia— el primer Orgullo LGTB en su capital, Nicosia. La aprobación de las uniones civiles para las parejas del mismo sexo en noviembre de 2015 supone otro paso de enorme envergadura en el camino hacia la igualdad de derechos.
La parte turcochipriota, sin embargo, mantenía la ilegalidad de las relaciones homosexuales (a diferencia, curiosamente, de la propia Turquía) hasta enero de este 2015, con penas que podían llegar hasta los cinco años de prisión. Se trataba del último territorio de Europa en el que la homosexualidad estaba penada.