Jóvenes católicos alemanes se pronuncian a favor de la inclusión de las personas LGTB en la Iglesia
“El amor de Dios no hace distinciones”, así de rotundo se pronuncia el documento aprobado en Bonn por la Alianza de Juventudes Católicas Alemanas (Bund der Deutschen Katholischen Jugend –BDK-). En él también se afirma que las personas homosexuales pueden “vivir el sexo de manera responsable”. Declaraciones que forman parte de un texto titulado “Todos son bienvenidos”, emitido tras el encuentro anual de la división local de Colonia de la mencionada organización juvenil, en la que participaron alrededor de 90 delegados. Un gesto que confirma de nuevo la enorme distancia entre muchos fieles y las enseñanzas de la Iglesia en comunidades católicas de gran peso.
En el documento, los jóvenes católicos lamentan que su Iglesia excluya a las minorías sexuales y afirme la heterosexualidad como norma única. Esto hace que las personas LGTB católicas sientan desde el principio “que no son normales”. El texto también critica la exigencia del celibato, pues “esta doctrina eclesiástica no tiene en cuenta la realidad vital que nosotros vivimos con niños y jóvenes”.
Frente a ello, el documento proclama que “el amor de Dios no hace distinciones”. Lo importante, afirma, es que alguien se comporte con su pareja con amor y responsabilidad, no el sexo de sus componentes: “Si como personas que somos nos remitimos a una moral autónoma y a nuestra libertad en nuestro pensar y actuar respecto de nuestra sexualidad, entonces queda claro que la sexualidad viene ligada a la responsabilidad. Esta responsabilidad puede ser igualmente asumida en relaciones no heterosexuales”.
Elena Stötzel, la presidenta de la Alianza en la diócesis de Colonia, ha declarado que “reclamamos de nuestra iglesia que sea un lugar en el que ninguna persona experimente intolerancia o discriminación. Nuestra iglesia debe estar lista a entrar en diálogo con las personas que no se sienten aceptadas por causa de su identidad sexual. Debe estar dispuesta a escuchar y aceptar nuevas valoraciones de sus miembros acerca del trato con personas que viven como lesbianas, gais, bisexuales, trans, inter o queer”.
Alemania: una comunidad católica especialmente audaz
No es de extrañar que un pronunciamiento así se haya producido en Alemania, uno de los países donde se han producido los gestos más claros de apertura hacia la realidad LGTB incluso de parte de la jerarquía. De hecho, en septiembre pasado —poco antes del Sínodo de la Familia— Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück, se mostró a favor de bendecir a las parejas del mismo sexo unidas en una relación estable, aunque de forma privada y no en una ceremonia pública.
Además, ya antes del pontificado de Francisco, en 2012, el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Berlín, llamó a la Iglesia a reflexionar sobre su posición contraria a las parejas del mismo sexo. En este sentido, afirmó que deberían ser consideradas como análogas a las heterosexuales. Igualmente, en una entrevista algo posterior, denunció el “falso perfeccionismo” que a su juicio imperaba en la iglesia. Con todo, poco después tuvo que aclarar su postura haciendo un curioso equilibrio: por un lado afirmó que “allí donde haya personas pendientes y dispuestas la una de la otra, eso merece reconocimiento”, para añadir en cambio que los “actos” homosexuales iban “en contra de la ley natural y por tanto no pueden ser aceptados por nuestra parte”.
Más allá de estas declaraciones de la jerarquía, el movimiento a favor de las personas LGTB tiene notable arraigo entre los católicos del espacio de lengua alemana. Un ejemplo especialmente ilustrativo fue el documento firmado 144 teólogos católicos de habla alemana (aproximadamente un tercio del total) en el que abogaban por una profunda reforma de la iglesia que incluyera, entre otras muchas medidas, el fin del “rigorismo moral” que condena al ostracismo en el seno de dicha institución a las parejas del mismo sexo o a los divorciados casados en segundas nupcias. Esta apertura a la realidad LGTB se corresponde, por lo demás, con una actitud especialmente progresista de buena parte del catolicismo alemán en temas como la contracepción o el divorcio, en los que Alemania ya marcaba diferencias con los pontífices anteriores (en particular con el también alemán Joseph Ratzinger).
En este contexto, la declaración de los jóvenes católicos alemanes supone un paso más adelante y deja clara la divergencia entre la doctrina oficial y los fieles en países tradicionalmente católicos, como Irlanda, o con una fuerte comunidad católica, como Alemania o Estados Unidos.