Asesinado el activista LGTB hondureño René Martínez
Estrangulado y con signos de tortura. Así es como fue encontrado René Martínez, activista LGTB de San Pedro Sula, en Honduras. El asesinato de Martínez vuelve a poner de manifiesto la difícil situación de los derechos humanos en general, y de las personas LGTB en particular, en ese país centroamericano.
Además de ser presidente de la Comunidad Lésbico-Gay local, René Martínez era empleado municipal y coordinaba un centro de alcance en el sector de Chamelecón (una barriada de San Pedro Sula), orientado a prevenir la violencia. Martínez era también militante del Partido Nacional, actualmente en el gobierno, y de hecho tenía previsto lanzar su carrera política para así poder defender mejor los derechos de las personas LGTB. No se lo han permitido.
El cadáver de René Martínez, desaparecido el pasado miércoles (tras abandonar su domicilio en un vehículo acompañado de una persona que no ha sido identificada) ingresó horas después como desconocido en la oficina forense de San Pedro Sula, donde el viernes fue identificado por sus familiares. El activista había muerto por estrangulamiento y presentaba signos evidentes de haber sido torturado.
El asesinato de René Martínez ha sido condenado por la Embajada de Estados Unidos en Honduras, que en un comunicado hecho público el viernes asegura que «su fallecimiento nos ha conmocionado». «Ofrecemos nuestras condolencias a sus amigos y familia, y esperamos una completa y exhaustiva investigación de las circunstancias de su muerte. Los Estados Unidos ya han ofrecido nuestra asistencia a las autoridades hondureñas que trabajan en este caso para que se haga justicia», añade el texto.
También la Oficina de la Unión Europea en Honduras ha emitido un comunicado en el que lamenta el asesinato de René Martínez «La triste noticia nos ha llegado durante la visita a Honduras del Representante Especial de Derechos Humanos de la Unión Europea, señor Stavros Lambrinidis, quien durante su estancia ha enfatizado la importancia de la implementación urgente y efectiva de un mecanismo de protección a las y los defensores de los Derechos Humanos, periodistas, comunicadores sociales y operadores de justicia», expresa el texto. “Estoy muy consternado por el asesinato del defensor de Derechos Humanos René Martínez. La única vía para poner fin a la violencia es luchar efectivamente contra la impunidad. Exigimos investigaciones expeditas y profundas para aclarar lo que ha ocurrido y para que la justicia prevalezca. Ofrezco mi más sentido pésame a la familia de René Martínez y al pueblo hondureño”, ha declarado Lambrinidis, según ese mismo comunicado.
Una situación preocupante
Hace pocas semanas, precisamente, nos hacíamos eco de la publicación de un informe sobre la terrible situación de la comunidad LGTB en Honduras, un país en el que la violencia homófoba y tránsfoba alcanza desde hace varios años cotas escalofriantes: asesinatos (muy especialmente de mujeres trans), torturas, violaciones y desapariciones son una constante. Un punto de inflexión, en este sentido, fue el golpe de estado que, con las simpatías de Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, destituyó en 2009 al entonces presidente Manuel Zelaya, tras el cual se produjo una militarización de la vida hondureña y se intensificó el acoso a las organizaciones LGTB por considerarlas críticas con el golpe y una amenaza al orden público. El asesinato del activista Walter Tróchez en diciembre de 2009, tras recibir una paliza por los que se sospecha eran miembros de la Dirección Nacional de Investigación Criminal, o el asesinato de los también activistas Wilmer García Alvarado y Erick Martínez Ávila en septiembre de 2010 y en mayo de 2012, son solo algunos ejemplos.
Y si bien es cierto que a lo largo de los últimos años se ha producido una relativa «normalización» de la vida política hondureña, la situación de las personas LGTB sigue siendo muy complicada. Aunque muchos de los asesinatos en Honduras se deben a las pandillas o maras, en el caso de la población LGTB el propio estado hondureño, medios de comunicación e instituciones religiosas (desde la Iglesia católica a los pujantes movimientos evangélicos) propician un clima de hostilidad con las minorías sexuales. En dosmanzanas, de hecho, hemos recogido agresiones no solo contra activistas reconocidos. En agosto de 2014 hacíamos por ejemplo referencia a la brutal agresión sufrida por Darwin René Reyes, conocida también como Mónica Shakira, que a diferencia de lo que sucede en otras ocasiones fue registrada en vídeo. La joven trabajadora del sexo fue brutalmente agredida por otro ciudadano, médico de profesión, y por un miembro de la policía militar. A Jonathan José Pineda un guardia de seguridad homófobo lo mató de un disparo a plena luz del día en febrero de 2012. José Enrique Castro (a quien la prensa se refería a veces como gay y a veces como travesti) apareció asesinado a balazos en marzo de 2012. Marlon Javier Jiménez, una joven trans, fue secuestrada de su domicilio y asesinada en agosto de 2012. Los tres tenían solo 22 años.
Son solo algunos ejemplos que alcanzaron un mayor eco mediático, pero por desgracia hay muchos más. A finales de 2014 pasado nos hacíamos eco de las denuncias de activistas centroamericanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que elevaban a 76 las víctimas solo en Honduras durante ese año. Un panorama estremecedor, en un país en el que el respeto a los derechos humanos sigue siendo una asignatura pendiente, por mucho que los medios internacionales no le dediquen ni la décima parte de las portadas y titulares que conceden a otros países de América Latina.