Nuevo exabrupto homófobo de un diputado de la AfD, el partido de la derecha populista alemana
Alternativa para Alemania (AfD), el partido de derecha populista que se ha hecho fuerte en los últimos años, vuelve a darnos motivos de preocupación. Un diputado del parlamento regional de Sajonia-Anhalt lanzó una exclamación, según recoge el diario de sesiones, a favor del encarcelamiento de la población LGTB en Alemania. El partido ha matizado sus declaraciones sin negar su contenido homófobo.
Ocurrió el pasado jueves. El Landtag o parlamento del estado alemán de Sajonia-Anhalt discutía la designación de los Estados magrebíes como “seguros”, lo cual facilitará la rápida repatriación de los refugiados procedentes de los mismos. Como recogíamos hace unas semanas, esta decisión del Gobierno alemán dejará en la desprotección a los solicitantes de asilo LGTB, que en Argelia, Marruecos y Túnez se enfrentan al hostigamiento social y del Estado.
La diputada de La Izquierda Henriette Quade se refirió al asunto de forma crítica. “La seguridad [en el Magreb] es especialmente precaria para los homosexuales. Está prohibida y ampliamente estigmatizada. Quien vive su homosexualidad abiertamente se enfrenta a penas de cárcel”, afirmaba. Justo tras esta intervención, el diario de sesiones recoge el exabrupto del diputado de AfD Andreas Gehlmann: “¡Deberíamos hacer eso también en Alemania!”.
Aunque en la grabación de la sesión no se escucha la exclamación de Gehlmann, el grupo parlamentario de la AfD ha emitido un comunicado en el que asegura que el diputado se estaba refiriendo a la “estigmatización” y no al encarcelamiento: “Gehlmann había expresado que ‘se debería estigmatizar a quien viva abiertamente su homosexualidad’”, afirma la nota de prensa, que añade que Gehlmann “rechaza frontalmente la corrupción moral y la expresión pública de la sexualidad en general”.
Queda claro, por tanto, que con independencia de las opiniones reales del diputado de AfD, el partido de derecha populista (que en Sajonia-Anhalt se alzó con la segunda posición en las elecciones del pasado marzo) se posiciona claramente contra la libertad de expresión de la población LGTB. La formación, que ha acusado a los taquígrafos de no situar correctamente el exabrupto de Gehlmann en el diario de sesiones, vuelve a utilizar un discurso de odio homófobo del que hace dos meses recogíamos otro ejemplo.
El crecimiento de AfD y su preocupante deriva homófoba
Desde su fundación en febrero de 2013, la AfD se va implantando en las instituciones germanas tras cada nueva elección. Pocos meses después de su presentación oficial, y con un programa centrado en la salida de Alemania de la zona euro, el partido daba la sorpresa en las elecciones federales de septiembre de 2013 al alcanzar un 4,7% de los votos y quedarse a las puertas de entrar en el Bundestag (la barrera de entrada a la cámara baja del Parlamento alemán es el 5%). En las siguientes citas electorales, la nueva formación consiguió entrar en el Parlamento Europeo con siete diputados, y en la actualidad tiene representación en la mitad de los parlamentos regionales del país.
Centrados en un principio en las propuestas económicas y de regeneración política, la AfD no tardó en mostrar su lado más reaccionario en materia de libertades, y en concreto, de derechos LGTB. Si bien al principio mostrar una cara amable alejada de extremismos, iniciativas como la de apoyar la equiparación fiscal de las parejas del mismo sexo (a la que se sumó AfD Berlín) se toparon con el rechazo de la cúpula del partido. La división entre los partidarios de un enfoque más centrado en lo económico y los que defienden el discurso duro contra la inmigración se saldó con la salida del exportavoz Bernd Lucke, quien fundó su propio partido (Alianza para el Progreso y el Resurgir, ALFA).
La AfD ya se había apuntado con entusiasmo al movimiento homófobo Demo für alle, un calco de la francesa Manif pour tous que lucha contra la educación en la diversidad afectivo-sexual en las escuelas alemanas. El plan educativo propuesto por el Gobierno regional de Baden-Wurtemberg incluía entre sus objetivos la “aceptación de la diversidad sexual”. Una mención que motivó la ira de los ultraconservadores, que llevaron a cabo una serie de manifestaciones en las cuales participó activamente el partido populista. Otras dos muestras de sus posiciones contrarias a los derechos LGTB fueron invitar a un defensor de los homófobos en Francia y Rusia como Jürgen Elsässer a un acto de su partido o reafirmar su posición contraria a la adopción homoparental.
Decididamente escorado hacia los planteamientos más derechistas bajo la dirección de Frauke Petry, la formación también ha hecho causa común con el movimiento islamófobo Pegida. Con el debate sobre la llamada crisis de los refugiados todavía candente, la AfD obtuvo sus mayores éxitos hasta la fecha en las elecciones regionales celebradas hace unas semanas. El partido se alzó con la segunda posición en el Land oriental de Sajonia-Anhalt con un 24,2% y ascendió al tercer lugar en Baden-Wurtemberg y Renania-Palatinado, con un 15,1% y un 12,6% respectivamente.
Plenamente establecidos como un nuevo actor de la política alemana, la AfD presentaba en marzo su programa marco para las próximas citas electorales. Un documento que subraya el carácter reaccionario de la formación y que, en materia LGTB, pone por escrito lo que ya venía defendiendo en las calles. A saber, el “reconocimiento de la familia tradicional” formada por “padre, madre e hijos” como “el ideal”, o el rechazo a la enseñanza de la diversidad afectivo-sexual y a la perspectiva de género. En resumen, una formación que, de confirmar su consolidación, traerá consigo una derechización de la política alemana y abrirá un panorama aún más sombrío para los derechos LGTB en el país más poblado y económicamente poderoso de la Unión Europea.
Preocupante panorama en Europa