La NBA traslada la celebración del All-Star fuera de Carolina del Norte debido a sus leyes LGTBfobas
La liga profesional de baloncesto estadounidense, la mundialmente conocida NBA, ha decidido cancelar la celebración del All-Star Game de 2017 en el estado de Carolina del Norte, debido a sus leyes LGTBfobas. La NBA había solicitado que se eliminase cualquier discriminación a las personas LGTB de la ley conocida como HB2, aprobada el pasado mes de marzo, sin que los representantes del estado hayan hecho nada al respecto. Por ello, la ciudad de Charlotte no será la sede del All-Star, uno de los acontecimientos deportivos más importantes del calendario estadounidense, con la consiguiente pérdida de visitantes e ingresos para la ciudad y el estado.
El All-Star Game de la NBA no solo es un partido de carácter amistoso entre los mejores jugadores de baloncesto de cada año, sino que incluye toda una larga semana de eventos y concursos, llamada All-Star Weekend, que atrae a miles de visitantes a la ciudad donde se organiza. Para el año 2017, el equipo de los Charlotte Hornets iba a ser el anfitrión, y la ciudad de Charlotte, la más populosa de Carolina del Norte, se beneficiaría de los altos ingresos que produce un acontecimiento deportivo de esa envergadura.
Pero una de las condiciones de la NBA es que el festejo tenga lugar en un entorno inclusivo, y el empecinamiento del gobernador y los legisladores de Carolina del Norte en mantener la discriminación legal de las personas LGTB hace que el estado no cumpla con ese requerimiento. Así lo ha hecho saber la NBA por medio del siguiente comunicado:
La NBA ha decidido trasladar el All-Star Game de 2017 de Charlotte, con la esperanza de que se pueda volver a programar para el 2019.
Desde marzo, cuando Carolina del Norte promulgó la HB2 y se hizo notoria la cuestión de la protección legal de la comunidad LGBT en, la NBA y los Charlotte Hornets han trabajado diligentemente para promover un diálogo constructivo y tratar de lograr un cambio positivo. Nuestra guía en estos debates han sido los valores básicos de nuestra liga desde hace muchos años. Estos incluyen no solo la diversidad, la inclusión, la equidad y el respeto a los demás, sino también la disposición a escuchar y considerar los puntos de vista opuestos.
Nuestra pretensión es que los eventos y actividades de más de una semana de duración relacionados con el All-Star sean una celebración mundial del baloncesto, de nuestra liga, y de los valores que defendemos, reuniendo a todos los miembros de la comunidad NBA actuales y a los exjugadores y antiguo personal directivo y técnico, a nuestros socios comerciales y a los aficionados. Si bien reconocemos que la NBA no puede escoger la ley en cada ciudad, estado y país en el que hacemos negocios, no creemos que podamos acoger con éxito la celebración del All-Star en Charlotte con el clima creado por la HB2.
Particularmente, somos conscientes del impacto de esta decisión para los aficionados de Carolina del Norte, que se cuentan entre los más apasionados de nuestra liga. También es importante insistir que la ciudad de Charlotte y la organización de los Hornets han deseado ofrecer un entorno inclusivo y que los Hornets seguirán asegurando que todos los patrocinadores —incluyendo a los miembros de la comunidad LGBT— se sientan bienvenidos cuando acudan a partidos o eventos en su cancha.
Esperamos reiniciar planes para la celebración del All-Star de 2019 en Charlotte, siempre y cuando haya una resolución apropiada para este asunto.
La NBA anunciará la nueva localización del All-Star Game en las próximas semanas.
Ciertamente, tras meses de requerimientos y diálogo, los legisladores de Carolina del Norte tan solo modificaron levemente la ley HB2, permitiendo que pueda ser denunciada la discriminación en el trabajo por razón de orientación sexual, sin que, por otra parte, se establezca ninguna medida protectora al respecto. Con la redacción anterior, ni siquiera se permitía la interposición de denuncia alguna. Una modificación insignificante e insuficiente, como manifiesta la NBA en su comunicado.
El empecinamiento en la discriminación
La ley a la que hace referencia la NBA, como bien saben los lectores de dosmanzanas, fue promulgada el pasado mes de marzo por el gobernador de Carolina del Norte, el republicano Pat McCrory, después de que las cámaras legislativas del estado, controladas por los republicanos, la aprobaran con carácter de urgencia y sin apenas discusión previa en un proceso que ha sido ampliamente criticado. La ley prohíbe a los ayuntamientos y condados del estado establecer medidas de protección contra la discriminación de las personas LGTB y deroga las ya existentes. En realidad, la ley perseguía acabar con la norma que antes había aprobado Charlotte, la ciudad más poblada del estado, y que precisamente amparaba a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales ante cualquier tipo de discriminación de que fueran objeto en lugares donde se ofrecen servicios, como comercios, restaurantes, hoteles o taxis. Entre esas medidas se hallaba la de permitir a las personas transexuales que dispusieran de los aseos correspondientes a su identidad de género real en cualquier centro público, incluidos los escolares.
Esta última medida fue la que se tomó como excusa para organizar con carácter de urgencia plenos en ambas cámaras del estado para aprobar la ley a rebufo de la ola de histeria que los grupos más conservadores buscan provocar alrededor del “pánico transexual en los baños”, a semejanza de lo que ocurrió hace unos meses en Houston (Texas), donde la campaña contra el uso de los baños femeninos por las mujeres transexuales fue feroz y vergonzosa. Una urgencia que impidió además el debate sobre el alcance de las medidas antidiscriminatorias, aprobadas en dos sesiones vertiginosas en la Cámara de Representantes y el Senado estatales. En este último, los senadores del Partido Demócrata, en minoría, abandonaron la sesión como protesta. En ambas cámaras el resultado fue abrumadoramente mayoritario.
El gobernador firmó inmediatamente la ley, con lo que las normativas antidiscriminatorias para las personas LGTB existentes en los distintos municipios y condados de Carolina del Norte quedaron derogadas. Muchas de ellas llevaban años en vigor, sin que se haya producido ningún ataque a ningún menor en los baños de los centros escolares por “depredadores disfrazados de mujer”. Sin embargo, para el gobernador, “la expectativa básica de intimidad en el más personal de los lugares, un baño o un vestuario para cada género, ha sido violada por la extralimitación del gobierno y la intrusión del alcalde y el consejo de la ciudad de Charlotte”. Esa fue es la única y mendaz razón dada para no solo derogar una normativa antidiscriminatoria para todo el colectivo LGTB, sino además para impedir que puedan establecerse medidas semejantes en el futuro.
La ACLU, la más importante organización de defensa de los derechos civiles del país, consideró de hecho la ley de Carolina del Norte la más regresiva de todas las aprobadas contra las personas LGTB. El fiscal general de Carolina del Norte, el demócrata Roy Cooper, dejó claro por su parte que no tiene la menor intención de defender ante los tribunales la constitucionalidad de la ley si esta es denunciada.
La patente discriminación que supone la ley HB2 tuvo consecuencias inmediatas para Carolina del Norte. Figuras del espectáculo como Beyoncé, Bruce Springsteen, Dead & Company, Ringo Starr o Cyndi Lauper han cancelado sus conciertos o han donado su recaudación a colectivos LGTB. Eventos y convenciones han trasladado su sede a otros estados, causando pérdidas cercanas a los 330 millones de dólares. Empresas y corporaciones como PayPal o el Deustche Bank han cesado en sus inversiones. 200 directivos de las principales empresas escribieron una carta solicitando al gobernador la derogación de la ley. Otras 67 han apoyado la demanda de inconstitucionalidad, presentando un documento de apoyo ante el tribunal.
Pero quizás la mayor pérdida económica sería la retirada de los fondos federales para educación, cifrados en 4.500 millones de dólares. El pasado mes de mayo, el Departamento de Justicia requirió al estado de Carolina del Norte que suspendiera la aplicación de la ley HB2, al considerar que violaba tanto el Título VII de la Ley de Derechos Civiles, que prohíbe la discriminación en el empleo por razón de sexo, como el denominado de forma genérica “Título IX”, la ley que prohíbe a toda institución educativa que reciba fondos del Gobierno discriminar por razón de sexo (no confundir con el Título IX de la Ley de Derechos Civiles).
Transcurrido el plazo que el Gobierno estadounidense dio al estado de Carolina del Norte, el gobernador McCrory no solamente se negó a suspender la aplicación de la ley, sino que directamente demandó al Departamento de Justicia ante una Corte federal del estado, por considerar que se extralimitaba en el ejercicio de sus funciones.
La respuesta de la administración federal fue rotunda: a través de su fiscal general, la afroamericana Loretta Lynch (natural, ella misma, de Carolina del Norte) anunciaba la presentación de una demanda federal por violación de los derechos civiles contra Carolina del Norte y su gobernador, Pat McCrory, entre otras instituciones del estado. Lo hacía, además, en un apasionado discurso, en el que situaba directamente esta batalla legal en el campo de los derechos civiles. La fiscal instaba a que «en lugar de ignorar a nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, aprendamos de nuestra historia y evitemos repetir los errores de nuestro pasado. Reflexionemos sobre una obvia, pero a menudo olvidada, lección: que una discriminación sancionada por un estado nunca resiste la mirada retrospectiva».