Rafael Martínez Cortiña (economista): «Soy un internet-yonki desde hace veintiún años»
Es economista y ha encontrado en Internet un nuevo modelo de negocio. Ahora trabaja como CEO de Thinkeers.org y es uno de los pioneros de la economía colaborativa de nuestro país, un modelo de hacer negocios basado en prestar servicios de persona a persona mediante las nuevas tecnologías. Anda metido en un proyecto que en breve verá la luz y que “empezó como LGTB pero ahora incluye a todas las personas en todo el mundo”.
¿Desde cuándo vive enganchado a Internet?
Mi primera experiencia fue en Costa de Marfil, en 1995. Yo trabajaba en una ONG, Acción contra el Hambre, y las comunicaciones de la embajada de Francia con París ya tenían Internet. En el terreno nos comunicábamos entre nosotros por radio y con París por Internet. Todo me parecía increíble. ¡Ay, madre! Me acabo de dar cuenta que soy un internet-yonki desde hace veintiún años.
¿Qué otras adicciones tiene?
Soy adicto al futuro, pero me quiero quitar y vivir más el presente. Mi última adicción es la singularidad tecnológica, algo que está investigando la Singularity University, de la NASA y Google. Consideran que en 2032 seremos inmortales gracias a la tecnología. Estoy en contacto con ellos y cada cosa que me cuentan produce un terremoto en mi cabeza. Todas mis adicciones me hacen parecer un trastornado. [Risas]
Como reputado economista, ¿estamos tan jodidos como parece o es que somos un pelín melodramáticos?
Estamos muy jodidos si no entendemos las nuevas demandas de la sociedad conectada, porque ya no sabemos responder a la realidad y nuestro esquema ya no genera estímulos. Cuando uno percibe los millones de oportunidades que se pueden generar con el cambio tecnológico, uno está encantado. Hay mucho de ilusión, sin embargo. Y somos un poco miedosos, también. Eso nos frenará con respecto a otros. Yo jodido no, la verdad. Flipado más bien con las oportunidades de futuro.
Hablando de dramas, ¿se le hacen muy aburridas sus reuniones con los patronos 2.0?
Los nuevos patronos son ciudadanos conectados, que funcionan como unidades rentables y responden a las nuevas demandas de otros ciudadanos con inmediatez. Cuentan con la mayor herramienta de ataque posible, la empatía. Contra eso, todo está perdido.
¿Qué se cuece en el salón del CEO de Thinkeers?
Se cuecen esquemas de conexión de ciudadanos que generan su futuro sobre sus habilidades y conectan con sus pares vía ecosistemas digitales. Ahora, cada ciudadano puede ser su propio esquema de negocio y vivir de sus habilidades, de eso que te hace único y te resulta fácil. Solo tienes que comunicarlo y los tuyos te buscarán, y querrán pagar por esa experiencia que se deriva de tus talentos.
¿No cree que una app para alquilar e intercambiar políticos incompetentes lo petaría?
Lo lamento. No se da ninguna de las dos condiciones: ni son un buen producto, ni ofrecen confianza. A los políticos incompetentes la gente no desearía verlos ni en realidad virtual.
Un estudio sitúa a España entre los países de la Unión Europea con mayor potencial de crecimiento en economía colaborativa. ¿Somos los más samaritanos o los más usureros?
Si esa afirmación fuese cierta, solo podría explicarse porque somos mejores samaritanos de lo que pensábamos. Todos los gobiernos de España lo han intentado restringir, pero sigue creciendo. Y porque como no tenemos un duro, la gente se busca las lentejas, a pesar de nuestros gobernantes.
¿Grindr y Tinder cuentan como economía colaborativa?
¡Ja, ja, ja! Claro, son dos comunidades grandiosamente P2P. En cada una le dan a las ‘ps’ distintos significados…
¿Se le da a usted bien eso de cazar Pokémon?
La verdad es que me encanta jugar con todas las nuevas tecnologías. Lo hemos demonizado pero ha sacado a chicos de sus habitaciones a recorrer las calles, ¿no?
¿Usted es más de Uber o Blablacar?
Uber para ir rápido dentro de la ciudad y Blablacar para irme a otra ciudad. Soy un firme defensor de ambos. Reconozco que los dos me hacen tilín. Los dos son un buen paso hacia la economía de los ciudadanos.
¿Algún defecto confesable?
Mi mayor defecto es que no soy buen comunicador. Eso, en la era de las comunicaciones. ¡Ay, madre! Me cuesta mucho explicar cosas que en mi cabeza parecen sencillas. Tengo déficit de atención y me pierdo con una mosca.
¿Y un reto pendiente?
La creación de una comunidad online contra la violencia. Usa la luz porque esta es siempre más fuerte que la oscuridad. Seremos ciudadanos anónimos que proyectaremos nuestras caras con toda su luz para luchar contra la violencia. Parte de una serie de fotografías de Gabriel, Gerardo y Kenny, fotógrafos mexicanos. Se lanzará en noviembre en Madrid. Empezó como respuesta a las agresiones contra población LGTB. Unos amigos quisimos actuar con nuestras caras. Vamos a parar la violencia con nuestra luz.