Un obispo evangélico con historial homófobo gana la alcaldía de Río de Janeiro
La homosexualidad es una “conducta maligna”, un “mal terrible” y una “condición lamentable”. Es lo que escribía en su libro Evangelizando a África el alcalde electo de Río de Janeiro, Marcelo Crivella. Obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Crivella simboliza la pujanza de los grupos evangélicos en Brasil, portavoces en su mayoría de la LGTBfobia más indisimulada.
El pasado domingo tuvo lugar la segunda vuelta de las elecciones municipales en Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil. El candidato del conservador Partido Republicano Brasileño (PRB), Marcello Crivella, se impuso a su rival socialista Marcelo Freixo por cerca de veinte puntos porcentuales. La derecha conquista así otro importante bastión de poder tras desalojar a la presidenta Dilma Rousseff el pasado mes de agosto mediante un procedimiento de impeachment.
El historial de Crivella es muy desalentador para la población LGTB carioca. El alcalde electo, que tomará posesión en enero, es obispo de la evangélica Iglesia de Universal del Reino de Dios. Tras pasar diez años en África como misionario, escribió el libro Evangelizando a África, en el que califica la homosexualidad de “conducta maligna”, “mal terrible” y “condición lamentable”. Durante la campaña electoral, el también exsenador pidió disculpas por las “posibles ofensas” que pudo verter en un libro “escrito hace décadas”.
En las semanas previas a su elección, Crivella se declaró favorable a las uniones civiles pero no al matrimonio entre personas del mismo sexo, que es legal en Brasil desde 2013. Un cambio respecto a sus posiciones previas, en las que se había mostrado contrario a cualquier reconocimiento de las parejas del mismo sexo. Los antecedentes, sin embargo, no invitan al optimismo.
La pujanza evangélica, seria amenaza para las personas LGTB
Y es que, a pesar de los avances jurídicos, Brasil sigue registrando un elevado índice de LGTBfobia social, lo que cada año causa la muerte violenta de varios cientos de personas. No es precisamente ajeno a este clima de odio la pujanza del lobby evangélico en ese país, al que en diversas ocasiones hemos hecho referencia (conviene recordar que los evangélicos agrupan ya a un quinto de la población brasileña). En 2013, por ejemplo, cerca de 100.000 personas convocadas por diversos grupos evangélicos mostraban en Río de Janeiro su oposición al matrimonio igualitario, un derecho reconocido judicialmente en ese país. La convocatoria coincidió con la “Marcha por Jesús”, un evento que anualmente congrega a decenas de miles de fieles evangélicos.
La fuerza de los grupos evangélicos en Brasil también se hizo evidente el nombramiento del diputado homófobo Marco Feliciano como presidente de la Comisión de Derechos Humanos en 2013, cargo que ocupó durante varios meses. Desde ese puesto, Feliciano fue uno de los promotores de una iniciativa para reintroducir las “terapias” reparadoras de la homosexualidad (prohibidas por el Consejo Federal de Psicología de Brasil) que fue retirada solo cuando quedó claro que sería objeto de una contundente derrota en el pleno de la Cámara de Diputados si llegaba a votarse bajo la presión de las fuertes movilizaciones sociales que tenían lugar en Brasil en aquel momento, y en las que participó de forma muy activa el colectivo LGTB.
Pero Feliciano no está solo. Jean Wyllys, el primer diputado abiertamente gay del Parlamento brasileño, denunciaba hace unos meses, a raíz de la masacre homófoba de Orlando, los “delirios homofóbicos” de políticos y líderes religiosos a los que calificaba de “mentirosos” por trasladar “la idea de que gais, lesbianas y transexuales deseamos imponer una ‘ideología de género’ o la ‘cristianofobia’”, advirtiendo que esos discursos “pueden conducir a la barbarie”. Wyllys, que ha llegado a estar amenazado de muerte por su defensa de la igualdad y por su propia orientación homosexual, acusaba directamente a Marco Feliciano, al también diputado Pastor Eurico, al pastor Silas Malafaia, a la psicológa Marisa Lobo y a la pastora y cantante Ana Paula Valadão. También mencionaba a Jair Bolsonaro, que es católico pero defiende la agenda conservadora del Frente Parlamentario Evangélico en el Congreso.