Detenidos dos jóvenes tunecinos, acusados de mantener relaciones homosexuales
Dos jóvenes de 20 y 21 años han sido detenidos en la ciudad tunecina de Susa, acusados de mantener relaciones homosexuales. Según denuncia la asociación LGTB Shams, que trató de impedir que se les realizaran los infames exámenes anales, ambos fueron obligados a someterse a la humillante prueba bajo la amenaza de la Fiscalía de considerar su negativa como una confesión de culpabilidad. También manifiestan que fueron maltratados, humillados y golpeados por los agentes de Policía durante su interrogatorio. Los dos jóvenes han sido puestos en libertad con cargos, y se ha fijado su vista ante el tribunal para el próximo 6 de enero de 2017.
En la madrugada del pasado 8 de diciembre, dos jóvenes tunecinos fueron detenidos en la localidad de Susa, bajo la acusación de haber mantenido relaciones homosexuales. Como suele ser tristemente habitual, tras el interrogatorio, la Policía ordenó la realización de exámenes anales a los dos detenidos, una práctica que está considerada una inequívoca forma de tortura, además de carecer de fundamento científico alguno para probar la homosexualidad.
Desde la asociación LGTB Shams y la Liga Tunecina para los Derechos Humanos se trató de impedir la infame prueba, haciendo un llamamiento para que los médicos forenses de los distintos centros hospitalarios se negaran a realizarla. En un principio, la denuncia y el llamamiento parecieron surtir efecto y la prueba fue cancelada.
Sin embargo, una vez liberados, desde Shams se pusieron en contacto con uno de los jóvenes, que relató cómo se desarrollaron posteriormente los acontecimientos. Tras 30 horas de detención e incesantes interrogatorios, en los que fueron maltratados, humillados y golpeados por los agentes de Policía, fueron conducidos ante el fiscal. Este les convenció de que su negativa a realizar el examen anal sería interpretada como un reconocimiento tácito de culpabilidad, por lo que finalmente accedieron a someterse a la humillante prueba.
El examen fue realizado por el médico forense del hospital Farhat Hached, que procedió a insertar un objeto en forma de tubo en el ano de cada uno de los jóvenes. Finalmente, redactó un informe en el que concluía que la prueba había dado un resultado negativo. Tras el informe, el fiscal decidió dictaminar la libertad con cargos de los acusados, y fijar la fecha de la vista ante el tribunal para el próximo 6 de enero de 2017. Ambos se enfrentan a las penas establecidas por el artículo 230 del Código Penal de Túnez, que castiga las relaciones homosexuales con hasta tres años de prisión.
Shams condena enérgicamente tanto la detención como el maltrato a que fueron sometidos los dos jóvenes, así como la obligatoriedad de someterse al examen anal. Desde la asociación manifiestan que presentarán una denuncia por torturas contra el médico forense del hospital Farhat Hached de Susa. Asimismo, hacen un llamamiento a los defensores de los derechos humanos y de las minorías para que se movilicen de cara al juicio del 6 de enero.
El incremento de la hostilidad contra los ciudadanos LGTB tunecinos
La persecución social y de Estado hacia los hombres homosexuales y bisexuales tunecinos es incesante. Los defensores de los derechos LGTB —que luchan por la derogación del artículo 230 del Código Penal, que castiga las relaciones homosexuales con penas de hasta 3 años de prisión— sufren constantes agresiones, hasta el punto de que algunos de ellos han tenido que exiliarse ante las repetidas amenazas de muerte.
Precisamente, en abril de este 2016, desde la asociación Shams se denunciaba el incremento de la agresividad verbal y física contra las personas LGTB tunecinas con el siguiente comunicado:
Túnez está experimentando una gran campaña anti-LGBT, lanzada por un artista tunecino desde un canal de televisión en horario estelar. Este artista lanzó su discurso de odio contra los homosexuales de Túnez, haciendo un llamamiento para su exclusión absoluta.
Después de su emisión, un segundo artista participó en otro programa de debates del mismo canal de televisión, apoyando al primer artista y despreciando a los homosexuales tunecinos. Desde entonces, varios individuos anónimos han tomado la iniciativa de esa campaña en las redes sociales, haciendo un claro llamamiento a la gente para que “se queme o se corte el cuello a todos los homosexuales de Túnez”, a semejanza de los vídeos del Estado Islámico.
La tendencia ha crecido tanto que hay comercios que han puesto carteles que indican: “No se permiten homosexuales en esta tienda”. En Kaiurán, una ciudad situada en la región central, considerada el bastión del salafismo [movimiento islamista conservador], los taxis muestran en la ventana trasera un aviso que indica: “Prohibido para los homosexuales.”
Los actos violentos han llegado al punto de que un joven universitario fue agredido físicamente por transeúntes debido a su apariencia, que al parecer le hacía sospechoso de ser homosexual.
Hasta el momento, las autoridades gubernamentales han permanecido en silencio. Han mostrado muy poco interés en la adopción de medidas para disuadir de la violencia y frenar esta cascada de agresiones y discriminación contra los homosexuales tunecinos.
Por otra parte, el gobierno parece cómplice, porque no está dispuesto a derogar el artículo 230 del Código Penal, que encarcela a los hombres sospechosos de homosexualidad, con un examen rectal como prueba suficiente de culpabilidad.
En esta situación caótica, Shams expresa su extrema preocupación por el aumento dramático de los discursos de odio y la estigmatización de las personas LGBT de Túnez. La asociación denuncia que algunos políticos se sienten tentados de obtener poder mediante la manipulación de esta situación, ya sea con su complicidad silenciosa o, incluso, con un no expresado apoyo a la violencia.
La asociación Shams exige el cese inmediato de esta campaña de difamación y un proceso judicial contra las personas que alientan estos llamamientos a la violencia.
Esta violencia es una preocupación directa y cotidiana de cientos de homosexuales tunecinos, que se convierten en víctimas de los efectos de los discursos y actos violentos, mientras sufren la indiferencia general, en especial de los funcionarios de Túnez y de los miembros de su Parlamento.
Ahmed Ben Amor, vicepresidente de Shams.