Los ciudadanos de Kirguizistán votan a favor de una reforma constitucional que impide el matrimonio entre personas del mismo sexo
Los ciudadanos de Kirguizistán han votado a favor de una reforma de su Constitución que incluye la definición del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Según datos de la Comisión Electoral Central, la participación en el plebiscito tan solo ha alcanzado el 42 % del censo, pero el 80 % de quienes han votado han respaldado las reformas. A la restricción constitucional de derechos para las personas LGTB, se une la constante espada de Damocles que supone el proyecto de ley, aún en fase parlamentaria, que persigue castigar con multas o cárcel a todos aquellos que difundan una actitud positiva hacia “la sodomía, el lesbianismo y otras formas de comportamiento sexual no tradicional”. Su larga tramitación ha puesto en el punto de mira a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, que sufren una violenta represión social y de Estado.
El pasado 11 de diciembre, lo ciudadanos de Kirguizistán fueron llamados a las urnas para decidir si se aprobaba una reforma constitucional que incluía 26 enmiendas de diverso tipo. El apoyo o el rechazo debía darse al conjunto total de dichas enmiendas. Aunque la actual Constitución kirguisa data del 2010, con una redacción que cambió el sistema presidencialista por uno parlamentario, el Gobierno aún quería profundizar en reformas que ampliasen los poderes del primer ministro en detrimento del presidente.
Pero, aprovechando esos cambios, las autoridades kirguisas han decidido enmendar también el párrafo 5 del artículo 36 de la Constitución, que describía el matrimonio de la siguiente manera: “Las personas que alcancen la edad de consentimiento tendrán derecho a casarse y a formar una familia». Es decir, la Carta Magna no detallaba el sexo de los contrayentes, por lo que una legislación favorable al matrimonio igualitario hubiera sido plenamente constitucional. Pero la enmienda aprobada en referéndum ha dejado el texto constitucional con la siguiente redacción: «Un hombre y una mujer que alcancen la edad de consentimiento tendrán derecho a casarse y formar una familia«. El matrimonio, pues, queda restringido desde ahora a las parejas de distinto sexo.
La enmienda, aprobada en conjunto con las otras 25, ha recibido el respaldo del 80 % de los votantes, si bien la participación solo ha alcanzado el 42 % del censo electoral. Se han denunciado algunas irregularidades, como compras de votos, aunque el apoyo entre quienes han votado es demasiado amplio como para que pueda revertirse el resultado. También sería ingenuo considerar que la opinión de los ciudadanos respecto a la reforma constitucional del matrimonio hubiera sido distinta de haberse votado en solitario, dada la enorme LGTBfobia social que reina en Kirguizistán.
Un proyecto de ley que ha desencadenado la violencia
La discriminación constitucional de los ciudadanos LGTB de Kirguizistán está acompañada de la amenaza de un proyecto de ley introducido en marzo de 2014, que persigue castigar con multas y/o cárcel a todos aquellos que difundan una actitud positiva hacia “la sodomía, el lesbianismo y otras formas de comportamiento sexual no tradicional” que las hagan parecer “atractivas” o “despierten interés” en las mismas. El texto prohíbe la difusión por cualquier medio de contenidos de este tipo, así como la organización y participación en asambleas pacíficas en las que se informe sobre la realidad LGTB. Sus promotores justificaban la reforma en la necesidad de “salvaguardar y proteger los valores familiares, humanos, morales e históricos tradicionales de la sociedad kirguís”.
El proyecto ya ha pasado por dos lecturas ante el Parlamento, siendo aprobado por 79 votos a favor frente a 7 en contra en la primera, y por 90 a favor frente a solo 2 en contra en la segunda. Aún debe enfrentarse a una tercera lectura antes de ser promulgado como ley por el presidente Almazbek Atambayev. Esa votación tendría que haber tenido lugar en octubre del pasado 2015, pero ha sido aplazada indefinidamente. Según algunas fuentes, el presidente Atambayev, dada la negativa repercusión internacional, “ha dicho en privado que no cree que ahora sea una buena ley, pero políticamente es difícil dar marcha atrás”.
En todo caso, la dilación en el tiempo solo consigue que el colectivo LGTB esté permanentemente en boca de quienes quieren instrumentalizar la discriminación en su beneficio. El fruto de esa instrumentalización es la violencia, la marginación y la negación de la dignidad de los ciudadanos LGTB de Kirguizistán.
Si bien es cierto que nunca ha sido sencillo ser una persona LGTB en la sociedad kirguisa, de mayoría musulmana pero con una importante ciudadanía ortodoxa, los casos de violencia y agresividad hacia el colectivo, desde que ha sido puesto en la picota, han aumentado un 300 %. Entre las torturas infligidas se encuentran las terribles violaciones de castigo de que son víctimas los hombres homosexuales y bisexuales, y las violaciones correctivas que sufren las lesbianas y mujeres bisexuales.
En palabras del analista Medet Tiulegenov, las fuerzas externas e internas “han arrastrado a la comunidad LGTB en una batalla por la identidad de Kirguizistán”. Es decir, la dureza en el trato a las minorías sexuales se convertiría en una seña de identidad nacional. “Ser anti-LGTB ha sido muy provechoso para los nacionalistas”, afirma Tiulegenov.