Navidad madrileña de teatro LGTB: críticas de «La noche de las tríbadas», «Ensayando Querelle», «La tentación de vivir» y «Dextrocardiaco»
Uno de los principales problemas del teatro es que, con excepción de los espectáculos musicales, apenas dura un par de meses en cartel, lo que vuelve muy complicado acceder a él (¿cuántas veces nos hemos enterado de que una obra vale la pena cuando ya no quedan sesiones?). En el caso del teatro LGTB, la situación es aún más acuciante, con lo que, ya que la Navidad nos da ganas a todos de disfrutar más de nuestro tiempo de ocio con la familia y los amigos, voy a hablaros de cuatro fantásticas excusas para ir estos días al teatro en Madrid, confiando en animaros a perder el miedo a un arte que siempre ha tenido y sigue teniendo muchísimo que decir.
El mismo año que ha dado el salto a la gran pantalla con Las furias, Miguel del Arco nos ha regalado una de sus mejores espectáculos teatrales. Hablo de La noche de las tríbadas, escenografiada por Alessio Meloni por todo lo alto en el impresionante Teatro Kamikaze, cuya sala atrapa al público desde el primer momento gracias tanto a su amplitud como al gran trabajo de todo el equipo técnico y artístico. Manuela Paso, Jesús Noguero, Daniel Pérez Prada y Miriam Montilla conforman un magnífico cuarteto, yendo ellas un pequeño paso por delante en lo que a impacto se refiere gracias a su conmovedor retrato de un amor homosexual al que las circunstancias impiden prosperar como merece. El complejo texto original, no siempre fácil de seguir, corresponde al periodista y dramaturgo sueco Olov Enquist, quien parte de acontecimientos reales y personajes históricos para confeccionar una reflexión sobre la creación artística, la búsqueda de libertad, las relaciones entre hombres y mujeres (y entre mujeres y mujeres) y, sobre todo, el empoderamiento femenino (clave del programa Femenino Plural en el que se enmarca, que también incluye las obras Leyendo Lorca, La voz humana, Una habitación propia y Juicio a una zorra, creada y dirigida esta última nuevamente por Miguel del Arco). De las cuatro obras que nos ocupan, esta es innegablemente la más ardua, elaborada y profunda, con lo que probablemente aspire a atraer a una audiencia más selecta, si bien su majestuosa puesta en escena fascinará a todo aquel que le dé una oportunidad. Y es que nos hallamos ante una de las experiencias teatrales más sobrecogedoras del año.
Por su parte, Ensayando Querelle es una tragedia moderna confeccionada por Manuel Carcedo Sama a partir de la novela de Jean Genet, Querelle de Brest (publicada anónimamente en 1947), la cual dio lugar en 1982 a la última película del icónico realizador alemán Rainer Werner Fassbinder, Querelle. Nos encontramos por tanto ante un texto clave de la cultura LGTB del siglo XX en el que la historia de un chapero bisexual que manipula y asesina a sus amantes ávido de beneficio económico pero también de emoción sirvió a Genet para desenmascarar la hipocresía de la época que le tocó vivir. La obra que nos ocupa refleja a su vez un ensayo teatral de Querelle de Brest durante el que los personajes parecen influidos por las peligrosas y pasionales emociones del texto. Tanto el atractivo protagonista (Lisandro Vela) como Alberto Romo, Jorge Peña Miranda, Raúl Peñalba y Fernando Roca ofrecen buenas interpretaciones, pero es en John Ramírez y Charo Bergón donde encontramos los verdaderos motivos para no perderse una obra plagada de momentos suficientemente dramáticos para cortar la respiración. Quizá las situaciones exploradas se antojen algo añejas, pero no así las emociones derivadas de ellas, las cuales trascienden un escenario confeccionado para invadir al espectador en todos los sentidos. Mordaz e inteligente, el libreto logra hacer reír y llorar a partes iguales. Mención especial para el arrebatador vestuario de Manuel Mª Grimaldi, quien también se hace cargo de la minimalista escenografía en el pequeño Teatro Karpas.
Soledad Caltana, Eloy Noguera Atienza, Laura Angulo, Lucía Casado, Lara Díaz de Sonseca, Luis Riera, Arancha García-Ormaechea, Gema Garcimartín, Nerea Sanjuan y Miguel Bosh conforman el amplio reparto de la divertida La tentación de vivir, dirigida por Agustín Bellusci y escenografiada por Mónica Florensa (que saca gran partido de los escasos elementos de lo que dispone) en los Teatros Luchana a partir del texto de Denise Despeyroux. Esta ligera reflexión sobre el arte de estar vivo da comienzo con una pareja que se encuentra “casualmente” en un vuelo Madrid-Bostón y continúa con múltiples encuentros entre sus diez simpáticos personajes, a los que unen todo tipo de lazos afectivos. Algunos están más cuerdos que otros, pero todos necesitan de vez en cuando consultar sus problemas, bien con un psicoanalista aconsejado a su vez por las cartas del tarot de su amiga, bien por cualquiera de las personas que los rodean. De esta forma, la obra constituye un conjunto de sketches sobre las relaciones humanas que, poco a poco, se funden en una única historia que, además de resultar muy entretenida, se antoja tremendamente real (a destacar a este respecto la discusión de cama entre la pareja lesbiana, en la que todo aquel que haya estado emparejado alguna vez encontrará algo a lo que aferrarse). Aunque algunos de los personajes quedan diluidos al ser algo forzada su interacción con el resto, el protagonismo es innegablemente coral, ofreciendo todo el reparto un trabajo notable. La risa ocasional está asegurada; la sonrisa perenne, también.
Escrita y dirigida por Juan Arcones a partir de su novela homónima, Dextrocardiaco es un simpático entretenimiento juvenil en el que Marc, un veinteañero tímido y obsesivo (Ventura Rodríguez), recuerda en primera persona su complicada relación con el impulsivo Alejandro (Javier Santiago), con quien disfrutó de una breve pero intensa relación tras años y años de amor platónico. Apoyado en sus mejores amigos (Laura Put, Alba Fontecha y Brays Efe), el chico se embarca en un emotivo viaje al pasado que le permita entender qué ha llevado a su dextrocardiaco —o sea, con el corazón en el lado derecho del tórax— ex a dejarle nada más y nada menos que por email pese a todo lo que vivieron juntos. Apoyándose en la magia del teatro (bravo por la escenografía de Álvaro Espinosa y la iluminación de Gemma Rodríguez), el original libreto combina vivencias actuales y efemérides, lo que da al protagonista la posibilidad de comunicarse con el resto, tanto en el presente, como en el pasado, a partir de personificados recuerdos. Representada en la sala más interactiva del Teatro Lara, la obra da comienzo sin pena ni gloria, pero va ganándose poco a poco al espectador gracias al candor de los personajes, la nostálgica plasmación del amor y la acentuación del poder de la amistad por encima de todas las cosas. Además, el guion incluye momentos verdaderamente desternillantes, los cuales están, eso sí, concentrados en el impagable Brays Efe, cuya presencia en el escenario es suficiente para hacer reír al público antes de que abra la boca siquiera. Todo el reparto está fantástico, pero es innegablemente él quien eleva el valor de un espectáculo especialmente recomendado para jóvenes.
Como habéis visto, La noche de las tríbadas, Ensayando Querelle, La tentación de vivir y Dextrocardiaco constituyen espectáculos muy diferentes que he ordenado del más “intelectual” al más “popular” de cara a que seáis vosotros mismos quienes decidáis a cuál lanzaros según vuestro estado de ánimo. Si vivís en Madrid no tenéis excusa para perderos todas estas maravillas; y, si no, ya tenéis otra más para visitar una ciudad que últimamente está más radiante que nunca. ¡Viva el teatro!