El derecho a ser uno más
Hasta hace bien poco, cuando tenía que presentarme, a veces, no sabía muy bien cómo empezar, si decir primero lo que soy o quién soy. Hoy, en cambio, sé muy bien cómo decirlo. Soy Antía Fernández, una chica del barrio de la Sagrada Familia, de mi ciudad, la que me vio crecer, Coruña. Una chica corriente que, al procurar cumplir un sueño, «jugar un partido de voleibol (femenino)», hizo historia… “Una chica feliz porque le permitieron jugar al deporte que quería” (como dijo una vez Óscar). Historia del deporte en España, pues mi debut deportivo me convertía en enero de 2016 en la primera mujer transexual federada en una disciplina olímpica en España.
Hice algo histórico sin querer y sin darme cuenta: convertirme en la primera voleibolista transexual de España y todas esas cosas que se dijeron de mí en las múltiples entrevistas de decenas de medios de prensa escrita, digital, radio y televisión. Aunque algunas llegaron a decir barbaridades, como que yo estaba en un equipo olímpico, o que iba a ir a las olimpiadas, cuando nada de eso era real. Yo solo iba a jugar en la Segunda División autonómica. Titulares sensacionalistas aparte, antes ya había habido un caso similar: Óscar Sierra debutaba con los Zaragoza Hurricanes de la Tercera División de fútbol americano.
Hace poco se cumplió un año de la publicación de esa noticia deportiva de gran trascendencia para la vida de muchas personas transexuales. Óscar conseguía debutar como primer deportista transexual en España gracias a una autorización de la Liga Nacional de Fútbol Americano y el visto bueno del Consejo Superior de Deportes. Y yo, Antía Fernández, vi esa noticia en el blog de la Agrupación Deportiva Ibérica LGTB y sentí «si él lo ha conseguido, yo también puedo». Me ayudó mucho, fue un sentimiento de impulso e inspiración, aunado a la gran admiración que sentí inmediatamente hacia Óscar.
Tanto Óscar, como yo, dimos este paso llamado tránsito social en 2014. Tras nuestra experiencia, no podemos más que compartir un mensaje positivo. Sea cual sea la situación y esa circunstancia o condición personal que nos hace sentir diferentes, tienen salida y solución. En la vida y en el deporte debemos luchar por nuestra autonomía y nuestra integración.
Nuestras historias, aunque semejantes, son muy diferentes, porque la experiencia de vida de la transexualidad no tiene por qué asemejarse en el caso de todas las personas trans. Hay tantas transexualidades como personas. Lo que más nos ha unido ha sido el deporte y las ganas de que esta condición nuestra no interfiriese en absoluto en nuestras vidas diarias. Se trata de que nuestras vidas no giren en torno a nuestra transexualidad, es esta la que ha de girar y adaptarse a nuestras vidas.
Esto a Óscar le ha salido mejor que a mí. Cuando hizo el tránsito social, quería jugar en la categoría con la que sentía que tenía que hacerlo, «empecé a preguntar qué es lo que tendría que hacer y antes de darme cuenta me autorizaron para jugar (puede parecer que lo cuento demasiado modesto, pero es así como lo viví yo). Cuando todo el mundo me empezó a llamar Óscar y encima los del fútbol me aceptaron como uno más, no tenía palabras.»
Ahora Óscar es alguien muy especial en mi vida y le propuse que me ayudase con esta despedida, pero mientras escribo y hablo de él hay una sensación extraña que me carcome por dentro. Cuando pasa algo así de especial en nuestra vida, atravesamos una fase en la que queríamos contárselo a todo el mundo, gritarlo a los cuatro vientos, pero esa fase se acaba pasando y llega el momento de pasar página y solo deseamos pasar desapercibidos en medio del resto. Solo aspiramos a ser uno o una más, con más razón cuanto más joven se es. Entonces me encuentro con la dificultad de escribir y trasmitir hechos que han sido claves e históricos, pero no sé cómo hacerlo respetando su deseo y legítimo derecho a desaparecer. ¿Cómo iba yo a poder redactar esta carta sin mencionarle? ¿Acaso iba a olvidarle y dármelas de primera y única en conseguirlo? No, no podía hacerlo. Pero sí que hago un llamamiento a los medios y al mundo, a la sociedad. Enteraos de que lo hicimos y luego permitid que seamos deportistas, personas corrientes, un chico y una chica, sin andar señalándonos continuamente como personas transexuales. Eso es lo que más nos importa ahora, al comenzar 2017, pedir que, por favor, no se nos siga señalando y etiquetando más. Reclamamos este legítimo derecho a invisibilizarnos y desaparecer.
Óscar me cuenta que se asombra y dice que no tiene palabras para expresar lo bien que ha marchado todo y lo sencillo que fue preguntar si podía jugar. En cambio, yo a él he de contarle las múltiples dificultades que tuve para conseguirlo. Hubo un momento de mi vida en el que dejé de lado los deportes que me apasionaban, debido, entre otros motivos, a lo que suponía para mí todo este tema de la transexualidad.
Una de las primeras cosas que me pasó al iniciar mi tránsito social fue pelear por obtener mi DNI. Para Óscar, por ejemplo, «es frustrante que en la universidad tenga que dar explicaciones al entregar los exámenes. Pero, vamos, no ha sido algo que me haya frenado a seguir… o bueno, ¡qué digo!, comerme el mundo. Ahora siento más fuerza que nunca». Yo no he tenido inconveniente en que mis títulos académicos se hayan rectificado y no solo eso, en los documentos públicos del instituto aparezco como Antía Fernández, ¿qué más podemos pedir?
Tanto Óscar, como yo, somos conscientes de que (en palabras suyas) «gracias a lo que yo considero una pequeñez ha abierto la puerta a la integración. La normalidad con la que se llevó fue extraordinaria». Y yo digo algo parecido, desde que conseguí un «Sí», el de Luismi, Coordinador Deportivo, y Joseba, Presidente del Club Deportivo Padre Faustino, que contaban con el visto bueno de la RFEVB y la FGVB, todo se llevó con normalidad dentro del club, pese al gran revuelo que supuso para el equipo. En ese sentido, Óscar es consciente. «Por desgracia no todo el mundo tiene tantísima suerte como yo al sentirme arropado por todos».
En lo deportivo, hemos conseguido una integración y una aceptación que ha sido reconocida y que nos ha permitido desarrollarnos como personas; Óscar como chico y yo, Antía Fernández, como chica. Y, en lo social, seguimos peleando cada día por hacerlo mejor. De modo que ambos queremos enviar este mensaje a todas las personas que nos leen: «Los deportes son un medio de trasmisión de grandes valores, como la integración y el respeto. Si de verdad quieres practicar deporte, hazlo, que no te frene nada, mucho menos una muestra tan excepcional como la diversidad sexual, ya sea por tu identidad sexual, tu expresión de género o tu orientación afectiva». Y dicho esto, nos gustaría un poco de normalidad en nuestras vidas. ¡Por favor!
Para terminar, he de decir que la Agrupación Deportiva Ibérica LGTB, que no dudó en proporcionarnos ayuda tanto a Óscar Sierra como a mí misma, ha iniciado una campaña llamada Luce tus Colores. Una campaña dirigida a todo el deporte en general, pero muy concretamente orientada hacia el fútbol (y no el americano precisamente), y enfocada al problema de la falta de libertad para expresar públicamente la orientación afectiva.
Antía Fernández y Óscar Sierra