Veintisiete jóvenes detenidos en Bangladés por homosexualidad
Veintisiete jóvenes han sido detenidos en Bangladés, acusados de homosexualidad. Al parecer los jóvenes, la mayoría estudiantes de entre 20 y 30 años, se encontraban reunidos en un centro comunitario en Keraniganj, en los alrededores de Daca, la capital. La policía asegura haberles incautado «drogas ilegales» y condones, y todo apunta a que este será el argumento que utilizarán para juzgarlos. La detención del grupo de jóvenes supone un paso más en la escalada de homofobia que sufre este país asiático, de mayoría musulmana.
El asalto al centro comunitario, protagonizado por una unidad policial de élite, se produjo este viernes. Al parecer, los jóvenes, la mayoría estudiantes, acudían de diferentes zonas del país y organizaban encuentros periódicos en el local, donde creían sentirse a salvo en un país que sigue castigando las relaciones homosexuales. Bangladés es uno de los varios países que mantienen todavía en vigor la sección 377, una norma heredada de la época colonial británica, que establece que “el que voluntariamente mantenga relaciones carnales contra natura con varón, mujer, o animal, será castigado con pena de prisión de cualquier tipo, desde reclusión durante diez años hasta cadena perpetua, y podrá ser también castigado con una multa”. El Gobierno de Bangladés, país de mayoría musulmana, rechazó en 2013 su derogación, pese a ser instado a ello por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Desgraciadamente los jóvenes no estaban a salvo. La policía asaltó el centro y detuvo a veintisiete de ellos, además de al responsable del centro. Según un portavoz policial, en el lugar encontraron «drogas ilegales» y preservativos. De hecho, y dado que los jóvenes no estaban manteniendo relaciones sexuales, el «hallazgo de drogas» será el elemento por el que serán formalmente acusados.
Lo ocurrido este viernes es buena muestra de la escalada de homofobia que se vive en Bangladés, un país en el que la situación de las personas LGTB se deteriora por momentos. Un punto de inflexión, en este sentido, fue el asesinato en su domicilio, hace poco más de un año, de Xulhaz Mannan, activista y fundador de Roopbaan, la única publicación LGTB del país (lanzada en enero de 2014). Junto a él fue también asesinado Tanay Fahim, otro activista que se encontraba en ese momento con él. Unos asesinatos que se producían en el contexto de una brutal campaña de violencia desatada por islamistas armados contra líderes de opinión contrarios al fundamentalismo islámico.
Hace solo unas semanas publicábamos precisamente la historia de Mahamood Rakib Hasan, un joven activista de 23 años que se vio obligado a dejar el país ante el acoso que sufrió tanto por parte de fanáticos religiosos como de la propia policía de Bangladés, acusado de ser “trabajador sexual”. Hasan, que tuvo que abandonar a una familia que lo había rechazado por su condición de gay, denunciaba de hecho haber sido violado y vejado por tres policías que lo detuvieron en una ocasión. Temiendo por su vida y amenazado de muerte, Rakib huyó a Nepal, país en el que por el momento le ha acogido como refugiado gracias a la mediación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y desde donde estña tramitando una petición de asilo en Canadá con la ayuda de la organización canadiense Rainbow Railroad. En todo caso, Rakib Hasan tiene claro que no quiere volver “jamás” a Bangladés, país en el que está seguro que acabarian con su vida.