Bernardo Hernández (ejecutivo): «Más que la leche en I+D, España me parece un café descafeinado»
Directivo, emprendedor y ejecutivo del sector tecnológico. Tiene 47 años y es natural de Salamanca, aunque reside fuera de España. Es el inversor en nuevas tecnologías más conocido del ámbito LGTB. “Lo bueno de la tecnología es que tiene una capacidad de sorpresa con la que nunca te aburres”, confiesa.
¿Le parece que España es la leche en cuestión de I+D?
Más que la leche, me parece un café descafeinado. La pieza fundamental de cualquier motor de innovación es la ciencia. Lamentablemente, en Europa estamos en unas cifras de inversión en I+D muy por debajo de lo que garantiza la sostenibilidad de un proceso de innovación en el largo plazo. Y sin eso, es muy difícil.
Es el único español que ha llegado a la cúpula directiva de Google. ¿Vacila con los colegas?
No. La verdad es que cuando sucedió me sentí muy afortunado. Una vez que lo consigues, aprendes que la suerte tiene mucho que ver con eso. Y con la suerte no se vacila.
¿Dejó su trabajo como gestor de fondos del BBVA porque no le salían las cuentas?
Lo que no me salía eran las cuentas de ambición, pero no financiera. De ambición de vida.
Ahora que Tuenti está de capa caída, ¿ha empezado a trabajar ya en un futuro Thirty para su retoño?
Me fascinan las cosas nuevas y estoy constantemente entretenido con ellas. Ahora, esas cosas tienen que ver menos con las redes sociales y más con el sector Fintech y la logística de la última milla.
¿Qué le regalará antes a su pequeña, una calculadora o una tablet?
Probablemente una tablet, porque la tablet tendrá una calculadora. Pero me encantaría que antes de la tablet, se supiera la tabla de multiplicar.
¿Es de los que regatean el precio de las cosas que compra en Wallapop?
No me gusta regatear. Nunca he sido buen negociante. Siempre he tendido a pagar lo que me piden. Soy más de crear algo que tiene mucho valor y de estar convencido de que la plusvalía está en el valor que creas, antes que en la capacidad de negociación.
¿Cuál ha sido su última adquisición?
Pues es curioso. Lo último ha sido un ordenador antiguo, un Apple IIe del año 82.
¿A los neoyorquinos les gusta tanto un mercadillo virtual como a los españoles?
Sí, sin ninguna duda. ¡Incluso más! El mercado americano está muy hecho para la segunda mano. Y tiene un mercado de segunda mano más dinámico que el nuestro.
¿Le ha dado para forrarse el mundo app?
De momento, me ha dado para vivir sin muchos problemas financieros. No sé si para forrarme… Todo eso es relativo. Me comparo con mis amigos americanos, y no estoy forrado. Pero tengo una vida cómoda.
También creó usted el portal Idealista.com. ¿Es usted el Jorge Javier de lo 2.0?
Lo que sí sé es que me gusta mucho lo que hago. Y creo que tengo mucha suerte por dedicarme a algo que me apasiona. No sé si Jorge Javier podrá decir lo mismo pero yo, desde luego, es lo que siento, y no sé si en eso nos parecemos…
“Para el éxito necesitas una idea fuerte, personal con talento y un concepto capaz de venderse”. ¿Se refería al equipo de Trump?
¡Ja, ja, ja! Pues la verdad es que no le ha ido mal… Si encuentras a alguien para quien tu idea supone una solución a sus problemas, has encontrado una audiencia. Y si eres capaz de servir a esa audiencia, habrás encontrado un modelo de negocio, más o menos sostenible. Creo que eso es lo que ha pasado con Trump. Había una decepción política muy importante, que él ha sabido identificar y de la que ha sabido aprovecharse.
¿En qué líos anda metido ahora?
Además de los líos de la paternidad, que son complejos —sobre todo cuando eres padre por primera vez —, estoy en inversiones. En temas de moneda virtual, Bitcoin, y de última milla. Y en aplicaciones como Glovo o empresas como Paack o Fever, con las que estoy muy ilusionado. La primera ola de inversiones fue la de Idealista, la segunda fue la de Tuenti y esta es la tercera en la que participo.
Ahora que mencionó lo de la paternidad, ¿le quedan ganas de repetir?
Ganas sí me quedan. Lo que pasa es que, al estar yo solo, creo que me voy a quedar en uno. Conozco mis capacidades y hasta aquí llego. Así que, al menos de momento, Alba estará sola. Y lo bueno de la gestación subrogada es que no te vienen los niños por sorpresa, como antes ocurría.