“Así se detecta a un gay”: la prensa malasia alienta con estereotipos la persecución de la comunidad LGTB
Los hombres gais llevan barba, mientras que las mujeres lesbianas se abrazan mucho entre ellas. Son algunas de las supuestas formas de identificar a las personas LGTB según Sinar Harian, uno de los principales periódicos en lengua malaya de Malasia. El artículo, acompañado de una entrevista a un predicador homófobo, ha provocado protestas de activistas pro derechos humanos. Lo consideran un ejemplo más de la estigmatización a la que está sometida la comunidad en el país del sudeste asiático, en el que las relaciones homosexuales se castigan con hasta 20 años de cárcel.
El artículo publicado en el número de Sinar Harian del pasado viernes se hace eco de clichés sobre qué distingue a las personas homosexuales de las que no lo son. Para el caso de los hombres gais, la publicación señala como elementos definitorios llevar barba, ir al gimnasio para mirar a otros hombres, enseñar sus abdominales y llevar ropa de marca. También “se les iluminan los ojos” cuando ven a otros hombres atractivos… Las lesbianas, en cambio, se caracterizarían por abrazarse con frecuencia, ir de la mano y despreciar a los hombres.
Una relación de estereotipos que estigmatizan y ridiculizan a la población LGTB en un país en el que, como en la vecina Indonesia, la LGTBfobia social y de Estado va en aumento en los últimos años. Especialmente preocupante es el hecho de que el artículo vaya acompañado de una entrevista a Hanafiah Malik, una predicador que alerta de un supuesto crecimiento de la homosexualidad en Malasia al que habría que ponerle freno. Toda una llamada a la persecución contra una comunidad ya de por sí vulnerable.
Arwind Kumar, un popular youtuber y activista pro derechos humanos ha grabado un vídeo de protesta contra la publicación. Kumar advierte de que reportajes como el de Sinar Harian crean el caldo de cultivo que acaba con muchas vidas. “Hay asuntos mucho más importantes de los que ocuparse en este país”, afirma. “Si realmente quieres educar a la sociedad, explícales las características de un pedófilo, un violador, un asesino, un secuestrador, gente que de verdad pone en peligro las vidas de los demás. ¿Cómo demonios pone tu vida en peligro una persona homosexual?”, se pregunta. También aprovecha para ridiculizar los supuestos rasgos definitorios que recoge el artículo. “Conozco a mucha gente muy muy religiosa a la que le encanta llevar barba. ¿Me estás diciendo que son gais?”.
Malasia: LGTBfobia política y social
Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.
La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es como iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.
Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. Aunque el suceso que causó una mayor consternación fue el brutal asesinato homófobo del joven T. Nhaveen en junio del año pasado. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos.