Bulgaria rechaza ratificar el Convenio de Estambul por prejuicios LGTBfóbicos
Todavía resuenan los ecos de las gigantescas movilizaciones feministas en España y en cientos de países de todo el mundo. En Bulgaria, un país balcánico con un arraigado heteropatriarcado (todavía más profundo en las zonas rurales), las mujeres también salieron a las calles para reivindicar la plena igualdad de derechos y exigir el fin de la violencia machista. Pero con otra razón de peso: el gobierno retiró su proyecto para llevar al parlamento la ratificación del “Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres” (popularmente conocido como “Convenio de Estambul”) y lo hizo, precisamente, en vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Organizaciones religiosas y destacados líderes políticos de Bulgaria se muestran detractores por miedo a la transexualidad, el matrimonio igualitario y los refugiados.
A finales de enero en dosmanzanas nos hacíamos eco de la ola de discursos políticos LGTBfóbicos a cuenta del debate sobre la ratificación del Convenio de Estambul en Bulgaria. Y hasta estos días se ha mantenido el debate candente en este país. Hasta tal punto que el gobierno derechista del GERB o Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (adscrito al Partido Popular Europeo) ha retirado su proyecto de llevar dicha ratificación al parlamento nacional, debido a los ataques del Partido Socialista Búlgaro (principal partido de la oposición y miembro del Partido Socialista Europeo); las jerarquías religiosas y la amenaza de la perdida de estabilidad en el ejecutivo. El discurso común a los detractores del Convenio de Estambul es la supuesta introducción de la “ideología de género” en la sociedad búlgara.
El activista LGTB Marco Vidal, residente en Sofía (la capital búlgara), explica en declaraciones a dosmanzanas que “la presión que han ejercido a partes iguales la Iglesia Ortodoxa, los grupúsculos ultranacionalistas y el retrógrado Partido Socialista Búlgaro ha provocado que el gobierno conservador de Borisov haya decidido echar para atrás la ratificación del Convenio de Estambul”.
Este eslavista español explica que la clave del revuelo ha sido “el concepto de género social, al hablar de los roles de géneros como construcciones sociales, de defender a las minorías sexuales, incluida las trans, y también por defender la educación escolar en la diversidad sexual y de género. Todo esto, alimentado por la transfobia propia que caracteriza a los defensores del modelo tradicional y patriarcal de la familia, así a los detractores de la supuesta ‘ideología de género’”.
Previamente a la retirada de la ratificación, el pequeño partido nacionalista VMRO del ministro de Defensa Krasimir Karakachanov, un socio menor de la coalición con el GERB, aseveraba (aunque sin ningún tipo de veracidad) que el Convenio de Estambul es una forma de «introducir programas escolares para estudiar la homosexualidad y el travestismo y crear oportunidades para sacar adelante los matrimonios entre personas del mismo sexo».
Para Marco Vidal “es cuanto menos llamativo que todos los que critican cualquier avance en materia de derechos sociales y civiles respecto al colectivo LGTB utilicen esa misma nomenclatura, la de ‘ideología de género, cuando precisamente lo que se critican son los géneros impuestos socialmente, sus roles y sus consecuencias. En Bulgaria, por desgracia, no es la izquierda parlamentaria la que aborda este tema ni se posiciona a favor del colectivo, sino que han decidido darle la mano a la Iglesia y aumentar y alimentar el monstruo de la transfobia”.
Un instrumento para la protección de las mujeres
El Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres es el primer instrumento jurídicamente vinculante que “crea un marco jurídico integral y un enfoque para combatir la violencia contra la mujer” y se centra en la prevención de la violencia machista, la protección de las víctimas y el enjuiciamiento de los acusados. El artículo 4 del mismo establece la necesidad de proteger a las víctimas sin discriminación, entre otras causas, por identidad de género u orientación sexual.
La convención se abrió en 2011 a la firma de los países en Estambul (por lo que también recibe el nombre de “Convenio de Estambul”) y entró en vigor en 2014. Hasta el momento, ha sido apoyado por 47 países (solo 18 de ellos lo han ratificado). España fue, en mayo de 2011, uno de los primeros países en firmarlo (todavía con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno), ratificándolo en 2014. El pasado 18 de enero, Armenia era uno de los últimos países en rubricarlo (y no destaca, precisamente, por sus políticas igualitarias en materia LGTB; en 2015, de hecho, prohibía en su Constitución el matrimonio entre personas del mismo sexo).
Según se desprende del Eurobarómetro de noviembre de 2017, Bulgaria es, con un 81%, el Estado miembro de la Unión Europea con un mayor porcentaje de ciudadanos que consideran que el rol más importante de las mujeres es cuidar de la casa y de la familia. Una cifra que contrasta con el 11% de Suecia, el 14% de Dinamarca, el 15% de los Países Bajos, el 27% de Francia, el 28% de Alemania o el 29% de España. Maya Manolova, Defensora del Pueblo búlgara, añade otro dato relevante para ponerse en contexto: “una de cada cuatro mujeres en Bulgaria ha sido víctima de violencia doméstica y así este fenómeno afecta a casi 1 millón de búlgaras”.
El propio Consejo de Europa manda un mensaje a Bulgaria
La ingente desinformación con la que distintos estamentos de poder (incluyendo políticos, religiosos y culturales) han sometido a la sociedad búlgara obligaron al Consejo de Europa a emitir un comunicado de prensa el 7 de marzo, en el que se criticaba que “en algunos países se están difundiendo ideas erróneas sobre el propósito” del Convenio de Estambul.
El Consejo de Europa alega que “con demasiada frecuencia” los roles asociados a mujeres y hombres “están definidos por estereotipos desactualizados y pueden hacer que la violencia contra las mujeres, la intimidación y el miedo sean más ‘aceptables’”. Asimismo, el Consejo explica que “algunos afirman que nuestra Convención promueve el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero no hace referencia al reconocimiento legal de dicho matrimonio. Ciertamente, el Consejo de Europa apoya los derechos LGTBI y la Convención se opone a cualquier forma de discriminación. Pero el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo está fuera del alcance de la Convención de Estambul”.
Antes de nada, quiero decir que yo soy rumano y no búlgaro, pero como también pertenezco a un pueblo balcánico, por lo menos a mí como rumano, me interesa este tema.
Lo primero que hay que comentar: no existe un heteropatriarcado ni nada parecido a un sistema opresor y represor de las mujeres en Occidente, sí que es cierta su existencia en el mundo, pero se encuentra en los países islámicos, sin embargo eso no os importa, ya que hay que respetar las religiones que difieren del cristianismo (además, eso sería hacer apología de la islamofobia). Las mujeres en Occidente son el grupo social más privilegiado (siempre teniendo en cuenta las características individuales dependiendo de su situación económica y el ambiente en el que se haya desarrollado esa mujer), los datos lo afirman.
Segundo, podéis llamarnos LGTBIQ+-fobos (parece un código de microsoft para activar el Office) o fascistas, fachas, etc (por lo menos a mí no me importa). Si vuestras políticas de género no son aceptadas en los Balcanes es simple y llanamente porque no las queremos allí, vuestras propuestas son destructivas y nocivas para la comunidad en general. No queremos educar a nuestros hijos en una utopía estructural ni cultural, haciéndoles creer que pueden cambiar su sexo por arte de magia, es más, cuando a un niño le dices que no pertenece a su sexo asignado, lo asustas y confundes; y a lo mejor, esto lo conduce más tarde a querer realizarse un cambio de «sexo», que supondrá su más absoluta decadencia (además tal cosa no es posible). Sólo hay que ver las estadísticas de los suicidios de transexuales. Queremos educar a nuestros hijos en la Verdad, no queremos enseñarles una sexualidad en la que exploren sus zonas anales, ni que practiquen sexo a los doce años, les hablaremos de sexo, sí, pero a su debido tiempo, enseñándoles a tener cuidado, y en el caso de ser varón, educándole en el respeto hacia la mujer. No queremos importar esta perniciosa ideología a nuestra tierra, ni mucho menos a nuestro hogar. No queremos que suceda lo mismo que en los EEUU, ni lo que está pasando en las universidades españolas ( es una pena que un país como España haya interiorizado, todavía no al nivel de los EEUU, tal ideología de género). Hay que comprender las «evidencias primeras»: conviene recordar que el hombre es hombre y la mujer es mujer. Lo natural no es una construcción convencional. No quiero olvidarme de mencionar que no queremos esta ideología de género porque estamos en contra de la degeneración humana y porque es contraria a la religión cristiana (visible en las cabalgatas de cada año gracias a Manuela Carmena).
Por último, quiero hablar sobre la mujer, sobre la visión de los búlgaros sobre el papel en la sociedad, según las estadísticas mostradas en esta página (si acaso son fidedignas). La mujer cuenta con una relación más íntima con su hijo, por razones naturales, por eso puede darse esa supuesta opinión pública. En la Edad Moderna, la mujer puede dedicarse a lo que quiera, no hay más que ver a mujeres en el parlamento o en altos cargos ejecutivos, no hay nada que se lo impida, sin embargo muchas de ellas escogen trabajos parciales para poder, voluntariamente, ocuparse de su hijo, y eso ha de ser respetado. Sin embargo, las mujeres, en general, han sustituido el trabajo/proyecto MÁS IMPORTANTE de su vida para ir a colocar latas al supermercado del barrio, y eso, a mi parecer es muy triste.
Para acabar, y con esto termino, diré dos cosas más, según vuestra jerga, habéis invisibilizado el tema del aborto, entonces estáis siendo abortofóbicos, y con esto, me dirigiré a la segunda cosa. Tal y como habéis denominado a los que se oponen en Bulgaria a vuestra ideología, llamándolos retrógrados o tránsfobos, yo utilizaré el mismo método llamándoos conservadófobos y heterófobos, haciendo un uso estúpido del sufijo griego.
Un saludo.
Deus Vult!
No eres el primer rumano que viene aqui intentando convencer de que la homosexualidad es algo exportado a los balcanes cuando alli existe igual que en todas partes. Los que intentan «pervertir»a los rumanos no son extranjeros..son rumanos como tu. Y han sido educados en familias heterosexuales y en religiones cristianas, pero son lo que son. Y deja de trolear páginas lgbt reclamando libertad de religión cuando no eres capaz ni de respetar la identidad de tus paisanos, que por cierto muchos creen en el mismo dios que tu, pero no han pervertido su esencia.
Y supongo que ni te molestaras a responder, como los demás trols ultraortodoxos/evangelicos que han pasado por aqui. Vienen a moralizar los que más tienen que callar..