Un psiquiatra canadiense que practicaba las «terapias» de conversión, suspendido por abusar sexualmente de dos pacientes que se sometieron a ellas
La noticia bien podría formar parte de una web de noticias satíricas, pero el dolor que se esconde tras las terribles «terapias» reparadoras o de conversión nos impide ironizar sobre el asunto. Melvyn Iscove, un psiquiatra canadiense de 72 años que ha practicado este tipo de intervenciones, ha sido suspendido por el Colegio de Médicos de Ontario por abusar sexualmente de algunos de los pacientes a los que supuestamente estaba «curando».
La suspensión se hizo efectiva el 8 de marzo, según puede consultarse en la web del Colegio de Médicos de Ontario, a pesar de que las acciones que la motivan (que el propio Colegio de Médicos identifica como abusos) ocurrieron hace años. En la misma web se explica que Iscove es partidario de las teorías de Edmund Bergler, psicoanalista austriaco fallecido en 1962, que en su momento defendió que la homosexualidad es una condición adquirida en la infancia que puede ser sometida a terapia. El Colegio de Médicos de Ontario, en cualquier caso, admite que lo que ha llevado a la suspensión del psiquiatra no es el uso de las «terapias» de conversión, sobre el que aparentemente no consta denuncia expresa, sino dos casos concretos de abusos sexuales a pacientes a los que Iscove trató durante 18 y 20 años, respectivamente.
El primero de ellos, denominado «paciente A», le consultó por primera vez cuando tenía poco más de 20 años de edad. Había sido remitido a su consulta por un psicólogo al que el joven recurrió por ansiedad y depresión en relación con su rechazo a ser homosexual. De hecho, «A» fue tratado por Iscove durante 18 años. Como parte de la supuesta terapia, Iscove le instaba a contarle sus fantasías sexuales (incluso le preguntaba directamente si él mismo formaba parte de dichas fantasías). Haciéndose valer de la capacidad de influencia que desarrolló sobre el joven, el psiquiatra generó un clima de intimidad física que desembocó en masturbaciones mutuas y sexo oral. El paciente acabó pidiendo al psiquiatra interrumpir las relaciones sexuales, pero aún así continuó bajo terapia con él.
El segundo caso es el del «paciente B», no demasiado distinto, aunque en este caso el joven, al que sus padres llevaron a la consulta siendo aún adolescente por ansiedad y depresión, niega que ello estuviera relacionado con la homosexualidad. Sea como sea, «B» acabó también desarrollando una relación de dependencia del psiquiatra, que una y otra vez insistía en responsabilizar a las tendencias homosexuales del joven de sus problemas. De la misma forma que con «A», psiquiatra y paciente acabaron teniendo sexo oral. En este caso llegó además a existir una penetración anal del psiquiatra al paciente.
Por estas razones (junto a otras de menor importancia, pero que también atentan contra el código deontológico) el Colegio de Médicos de Ontario decidía la suspensión de Iscove, a pesar de que los episodios sexuales propiamente dichos que describe la sanción se remontan a 2002 y a 2007. A todo esto cabe añadir que Iscove, que niega las acusaciones, se encuentra pendiente de que el Colegio de Médicos de Ontario resuelva un segundo expediente que le fue abierto por «conducta impropia» en un aseo de hombres en junio de 2014.
“No” rotundo de los especialistas a las “terapias” reparadoras
Lo hemos mencionado muchas veces (la última de ellas en referencia a la aprobación por el estado de Washington de una ley que prohíbe su utilizacion en menores) pero seguiremos insistiendo, de la misma forma que hacen los que propagan las terribles «terapias» reparadoras o de conversión. Como la propia Asociación Mundial de Psiquiatría ha reconocido (y antes muchas otras sociedades y organizaciones científicas) estas intervenciones no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas. Los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.