Un reportaje denuncia la terrible situación de las personas LGTB en Túnez
Un reportaje de la red de noticias Konbibi se ocupa de la realidad de las personas LGTB en Túnez. Tragedias personales de quienes son despreciados hasta por sus propias familias debido a su orientación sexual, además de sufrir la represión de las leyes vigentes que castigan la homosexualidad. El trabajo de Konbibi nos da a conocer las historias de Nidhal y Karim, dos jóvenes cuya vida ha quedado completamente destrozada por el mero hecho de ser homosexuales. La penalización de la homosexualidad, en palabras del abogado y activista Mounir Baâtour, en realidad condena a homosexuales y bisexuales a cadena perpetua, porque la estancia en prisión no revierte la orientación sexual, por lo que el condenado que sale de prisión vuelve a ser culpable del mismo delito una y otra vez, indefinidamente.
El reportaje en vídeo, que podéis ver a continuación, nos habla de cómo afecta a la vida cotidiana de los hombres homosexuales y bisexuales tunecinos la represión pública por parte del Estado y la intolerancia de sociedad y familia. También nos presenta a un abogado experto en la defensa de personas LGTB y a los miembros de la asociación Shams, que viven en la paradoja de ser, a la vez, una organización legalizada y tener que desarrollar su labor prácticamente en la clandestinidad debido a las amenazas de los líderes religiosos.
El testimonio de Nidhal
El reportaje comienza con la presentación y la entrevista a Nidhal, que transcribimos completamente:
—Me llamo Nidhal, tengo 29 años, y he pasado 3 meses y 19 días en la cárcel porque soy homosexual. Fui detenido el 3 o 4 de agosto. Me golpearon. Me dijeron: «eres un maricón, vas a ver lo que vamos a hacer contigo. No eres musulmán, no eres un hombre, eres una vergüenza». Y… quisieron hacerme el examen anal. Me negué.
—¿En qué consiste ese examen?
—El examen anal es un examen que hacen para utilizarlo como prueba de si soy gay o no. Si ha habido penetración o algo así, van a probarlo.
—Es una violación, ¿no?
—Sí, claro, es una violación, eso es. Es lo que le dije al juez.
—¿Cómo transcurrió el encarcelamiento?
—El primer día que estuve en la cárcel había allí un jefe, que leyó mi ficha. Me dijo: «¡Ven, maricón!, ¡ven aquí, maricón!, vas a ver lo que quiere decir ‘la homosexualidad’». Me metieron en una habitación con prisioneros acostumbrados a estar en la cárcel. Hubo intentos de violación, y cuando hablé con el jefe me dijo: «No, tú te quedas aquí».
—¿Hubo detenidos que le intentaron violar?
—Hubo prisioneros que me intentaron violar. Estaba aislado, estaba siempre solo. No querían comer conmigo, no querían hablarme. Estaba siempre solo.
—¿En que consiste, en la vida diaria, ser homosexual hoy en día en Túnez?
—De momento, es un problema para mi familia. He perdido la relación con muchos de mis amigos.
—¿A qué se dedicaba antes?
—Arbitraba partidos de fútbol de primer nivel. Hubo compañeros que dijeron que yo era gay, así que me expulsaron.
—¿En qué trabaja ahora?
—En nada. Debido a la prisión, existe algo que se llama B3.
—Los antecedentes penales.
—Eso es. Lo peor es que se trata de homosexualidad. Nadie va a aceptarte. Nadie.
Tras difundirse la entrevista, los familiares de Nidhal reaccionaron con violencia. El pasado 15 de marzo, un tío y un primo suyos, guiados por su propio padre, le agredieron por haber llevado la vergüenza a la familia y le amenazaron con «lavar el honor de la familia con sangre». Entraron en su apartamento por la fuerza y se llevaron todas sus pertenencias. Nidhal encontró refugio en la asociación LGTB tunencina Shams, que ha lanzado una campaña de apoyo para que, entre otras cosas, pueda abandonar Túnez y buscar asilo en otro país. «Tengo que marcharme de aquí, pero con el corazón destrozado», se lamenta Nidhal.
La tragedia de Karim
Karim tiene 25 años y fue víctima de una violación por parte de otro hombre. Decidió denunciarlo a la policía, y el resultado fue que su agresor será juzgado por la agresión sexual, pero él también lo será por homosexualidad. Se enfrenta, como Nidhal, a la pena de prisión establecida por la ley y al rechazo de su propia familia. El resumen de lo que es su vida actual, es sobrecogedor:
—Todos se han vuelto contra mí. Sobre todo tengo miedo de mi padre, que me pega casi todos los días.
—Si pudieras pedir un único deseo, ¿cuál sería?
—Que nada de esto hubiera ocurrido. Nunca debí ir a comisaría. Tengo la impresión de que el acusado soy yo. Sufro el odio absoluto de todo mi país. Me gustaría no ser tunecino. A veces pienso en el suicidio. Lo he pensado muchas veces…
Precisamente, el abogado y activista LGTB Mounir Baâtour hace referencia a los casos como el de Karim que se ha encontrado a lo largo de su vida profesional. Por su experiencia, se ve obligado a aconsejar a los hombres víctimas de violación que no denuncien, al correr el riesgo de ser acusados ellos mismos. Baâtour resume perfectamente lo que significa la penalización de la homosexualidad:
—El artículo 230 del Código Penal no condena a los homosexuales a tres años de prisión, los condena a cadena perpetua. Porque si alguien es homosexual y va a la cárcel durante tres años, cuando sale, ¿acaso se ha convertido en heteroseuxal? Seguirá siendo homosexual. Volverá a la cárcel otros tres años, y así continuamente durante toda su vida.
La represión del activismo
El reportaje incluye una visita al local de la emisora Shams Rad, la primera cadena de radio LGTB del mundo árabe. La ubicación de la sede debe ser ocultada, debido a las amenazas de muerte recibidas, y al hecho de que varios imanes hayan inducido a los fieles a actuar en su contra con violencia. Efectivamente, los defensores de los derechos LGTB sufren constantes agresiones, hasta el punto de que algunos de ellos han tenido que exiliarse ante las repetidas amenazas de muerte.
En resumen, la persecución social y de Estado hacia los hombres homosexuales y bisexuales tunecinos es incesante. Las detenciones por mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo, como bien saben los lectores de dosmanzanas, son constantes y las condenas a prisión habituales, lo que ha sido calificado por la asociación Shams como una auténtica «cacería». Tan solo en el año 2017 se produjeron 71 condenas por homosexualidad en Túnez.