Más de la mitad de los chicos trans adolescentes han intentando quitarse la vida, según un estudio americano publicado en «Pediatrics»
Demoledor estudio el que publica el último número de la revista Pediatrics, que edita la Academia Americana de Pediatría, y que muestra que la tasa de intentos de suicidio entre las y los adolescentes trans es considerablemente mayor que entre sus coetáneos cis. El grupo en el que los intentos de suicidio son más numerosos es el de los chicos trans (el 50,8% reportan algún intento de suicidio), seguido de los adolescentes no binarios (41,8%) y de las chicas trans (29,9%).
El estudio (enlace al abstract) analiza datos provenientes de la encuesta Profiles of Student Life: Attitudes and Behaviors, correspondientes a 120.617 adolescentes de edades comprendidas entre los 11 y los 19 años durante un periodo de tres años (desde junio de 2012 a mayo de 2015). Se trata de una macroencuesta de carácter general sobre las actitudes y la conducta de los adolescentes estadounidenses que entre otras muchas cuestiones recogía si los jóvenes habían cometido alguna vez un intento de suicidio (la respuesta era dicotómica y solo admitía «alguna vez» y «nunca» como respuesta, por lo que no hay datos sobre el número de «reincidentes»).
De forma global, un 14% de adolescentes reportaron haber intentado quitarse la vida alguna vez (la cifra puede parecer alta para alguien no familiarizado con la problemática, pero si se tiene en cuenta que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los adolescentes estadounidenses, solo por detrás de los accidentes, no lo parece tanto). Y aunque menos del 1% se identificaron cono trans, el alto número de encuestados permite que el análisis en este grupo tenga valor. El grupo de chicos trans (para que no haya dudas: chicos a los que en el nacimiento se les asignó el sexo femenino) es el que admitió una mayor proporción de intentos de suicidio: mas de la mitad (el 50,8%) lo habían intentado. El siguiente grupo fue el de los adolescentes no binarios, es decir, aquellos que no se identifican exclusivamente como chico o como chica (el 41,8% lo había intentado). Le seguían las chicas trans (29,9%), aquellos adolescentes que en ese momento se preguntaban por su identidad («questioning», un 27,9%), y finalmente las chicas cis (17,6%) y los chicos cis (9,8%).
El estudio también tiene en cuenta el factor orientación sexual. En este sentido, identificarse además como no heterosexual aumentaba el riesgo para todos los grupos analizados, excepto el de adolescentes no binarios. El estudio no ha evaluado otras características sociodemográficas secundarias que seguramente hubieran arrojado datos igualmente interesantes.
Datos drámaticos… que si se quiere pueden combatirse
El estudio arroja, en cualquier caso, datos dramáticos. Hay que tener en cuenta, además, que el trabajo de campo corresponde a la era pre-Trump, en la que la transfobia estaba menos instalada en el debate social y político estadounidense: mucho nos tememos que los datos pueden haber empeorado.
Es cierto que no es una sorpresa, y que ya otros estudios habían puesto de manifiesto la situación de vulnerabilidad de los menores trans. En 2012, por ejemplo, recogíamos uno de ellos, publicado también en Pediatrics, que mostraba que niños y adolescentes trans sufren más síntomas psiquiátricos, tales como depresión e intentos de suicidio, que niños y adolescentes de su misma edad no transexuales. Las cifras eran mayores en aquellos casos en los que no se daba un manejo especializado de la situación, bien por carecer de medios económicos o porque los padres no los apoyaban en su proceso transexualizador. También es cierto que si se quiere combatir esta sangría, se puede: otro estudio del que dábamos cuenta en abril mostraba por ejemplo que solo el hecho de que los jóvenes y adolescentes trans sean tratados en su entorno con el nombre correspondiente a su identidad de género disminuía drásticamente los cuadros depresivos, los pensamientos suicidas e incluso los propios intentos de suicido. Los investigadores sabían de lo que hablaban: fue el mismo equipo que en 2017 estableció que, debido al estigma social, el porcentaje de jóvenes transgénero con ideas suicidas duplicaba el de la población general y cuadriplicaba la propensión a consumir drogas.