La profilaxis preexposición reduce un 25,1% los nuevos diagnósticos de VIH en varones homosexuales en Nueva Gales del Sur (Australia)
Importante estudio sobre la profilaxis preexposición el publicado en The Lancet HIV, y que muestra una caída de un 25,1% en el número de nuevas transmisiones del VIH entre hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres en el estado australiano de Nueva Gales del Sur tras la implementación de esta estrategia en dicho colectivo (aclaramos que el término «hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres» es un término meramente descriptivo que se utiliza en estudios de este tipo, dado que muchos hombres que se relacionan sexualmente con otros hombres no necesariamente se identifican a sí mismos como gais o bisexuales).
El estudio evalúa los resultados de un programa de implementación de la profilaxis preexposición (también conocida por los acrónimos PrEP y PPrE) en una cohorte de 3.700 participantes seronegativos reclutados entre marzo y octubre de 2016. La inmensa mayoría (3.676) eran hombres que mantiene relaciones sexuales con otros hombres. Para formar parte del programa debían ser sexualmente activos y admitir prácticas de alto riesgo, como por ejemplo ser receptores de penetración anal sin preservativo por parte de contactos esporádicos de los que desconocían el seroestatus o que eran seropositivos, combinar las prácticas sexuales con el uso de determinadas drogas o haber sido diagnosticados antes de alguna ITS rectal. Una vez reclutados, a los 3.700 se les facilitó la correspondiente medicación, y se les hizo un seguimiento de un año.
Los resultados, en cuyo detalle e incidencias no entraremos (puedes descargar aquí el estudio para más información) tiene dos vertientes. Por un lado, el análisis de lo que sucedió en dicha cohorte, que según estimaciones de población constituiría de por sí un porcentaje significativo de la población de hombres homosexuales sexualmente activos que tienen prácticas de riesgo en Nueva Gales del Sur (cercano al 10%). En este sentido, solo dos de los 3.700 participantes iniciales habían contraído el VIH un año después, y en ambos casos se trataba de hombres que no habían seguido la PrEP correctamente. Uno de ellos no llegó a seguirla nunca, y en otro caso solo lo hizo durante los tres primeros meses. Con fecha posterior al final del año de seguimiento se conocieron tres casos más, en todos ellos personas que no seguían la PrEP en el momento estimado de la infección.
Por otro lado, y lo que nos parece el dato más relevante, la puesta en marcha del programa supuso una caída considerable de los nuevos diagnósticos de VIH en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. El número de diagnósticos cayó de 295 en los doce meses previos a 221 en los doce meses posteriores. Una caída del 25,1%, que contrasta con la estabilidad de las cifras en años anteriores, y que por cierto fue considerablemente mayor entre los nacidos en Australia (donde llegó al 48,7%) que entre los emigrados, lo que muestra cómo los determinantes sociales también tienen gran importancia a la hora de combatir la infección.
Los autores del estudio concluyen, sin lugar a dudas, que más allá de los resultados individuales la PrEP se traduce en una reducción de las nuevas infecciones por VIH a nivel poblacional. De hecho, el programa de implementación de la PrEP en Nueva Gales del Sur continuó desplegándose más allá de los 3.700 participantes iniciales, estimándose que en octubre de 2017 había llegado a cerca del 20% de la población diana.
La profilaxis preexposición
La PrEP consiste en que una persona no infectada por el VIH tome tratamiento antirretroviral de forma preventiva. En Europa hay un medicamento autorizado con tal fin: Truvada, una combinación de emtricitabina y tenofovir comercializada por el laboratorio farmacéutico Gilead, y que la Organización Mundial de la salud ha incluido en su lista de medicamentos esenciales con mención expresa a su posible uso con esta indicación. La Agencia Europea del Medicamento, además, dio luz verde en 2017 a la fabricación de un genérico.
Como cualquier otra medicación, la PrEP tiene contraindicaciones y potenciales efectos adversos, y no asegura en el 100% de los casos que uno no se pueda infectar. De hecho, ya han sido comunicados varios casos de «fallo». De cinco de ellos hablamos hace unos meses, mientras que el sexto se ha conocido hace pocos días. Pese a lo cual su eficacia es muy alta, por lo que los especialistas en la materia la consideran ya una de las principales herramientas de prevención en aquellos grupos especialmente vulnerables en los que es ya evidente que las estrategias clásicas (básicamente las campañas centradas en el uso del preservativo) no han dado el resultado deseado. Buena muestra de ello son las estadísticas de nuevas infecciones del Ministerio de Sanidad español. Durante el año 2016, último del que se han hecho públicas cifras completas, se notificaron 3.353 nuevos diagnósticos de VIH, prácticamente el mismo número que en el año 2015. En el 53,1% de los casos en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Lo peor: los nuevos diagnósticos tardíos siguen siendo casi la mitad.
Es por ello que son ya varios los países europeos cuyos Sistemas Nacionales de Salud han acordado (bajo condiciones diversas) su financiación, como Bélgica, Escocia, Francia, Luxemburgo, Noruega o Portugal. Otros países, en cambio, van más retrasados, y están todavía evaluando o a la espera de evaluar esta estrategia de tratamiento.
En España, existe un documento de consenso elaborado por el Ministerio de Sanidad y publicado con fecha de enero de 2018, en la que se propone una estrategia de implementación, centrada en grupos de varones homosexuales que tienen relaciones sexuales de alto riesgo, y en la que la medicación se prescribiría en unidades asistenciales específicas (hasta ahora, Truvada solo se administra en dispensación hospitalaria como tratamiento de la infección por VIH). Hay además en marcha un programa piloto, que está previsto se extienda hasta finales de este año. Esperemos que la decisión final no se demore mucho más allá, porque como el propio documento del Ministerio reconoce, las personas interesadas en la utilización de la PrEP la consiguen ya fuera del circuito sanitario formal y de manera no controlada (mediante compra online, por ejemplo, o compartiendo fármacos con personas infectadas en tratamiento) sin que se les realice seguimiento alguno.