Las películas LGTB de la Oscar Race 2019: críticas de «La favorita», «¿Podrás perdonarme algún día?», «Bohemian Rhapsody», «Green Book» y «Border»
Durante los últimos años, el cine LGTB cada vez tiene mayor presencia en los Premios Óscar. La edición que nos ocupa es especialmente rica al respecto, y eso que cintas como Identidad borrada o Colette han terminado quedándose fuera de las nominaciones. Por eso, antes del habitual artículo que dedico a estos galardones, he decidido hablaros de las películas per se, aprovechando que todas están ya en cartelera (salvo ¿Podrás perdonarme algún día?, que se estrena la semana que viene), aun cuando ya hablé de algunas de ellas en el pasado.
Con cintas como Canino (2009) o Langosta (2015), Yorgos Lanthimos se ha convertido en un autor inconfundible gracias a arriesgado humor negro, ambiguos personajes y nada convencionales narrativas. Pues bien, La favorita (The Favourite, 2018) es tan original como cualquiera de sus predecesoras pero más ambiciosa, tornándose en la mejor de sus creaciones. Y eso que no la firma él, sino Deborah Davis y Tony McNamara. Con ella viajamos hasta la corte inglesa de principios del siglo XVIII para encontrarnos con tres mujeres de armas tomar: la caprichosa reina Ana Estuardo, tan desquiciada que genera ternura; la astuta Lady Sarah, su amante y mano ejecutora, y la ambivalente Abigail, que llega como sirvienta pero con aspiraciones aristócratas en la mente. Olivia Colman, Emma Stone y Rachel Weisz dan vida al histriónico triunvirato con arrojo, encabezando uno de los repartos más perfectos que se recuerdan. De las —siempre absurdas, siempre humanas— pasiones, rencillas y aspiraciones que las unen y separan brota un hipnótico abanico de emociones que Lanthimos explora con su habitual ironía, la cual resulta especialmente impactante al contrastar (o quizá no) con las barrocas localizaciones. Tirando del sugestivo ojo de pez, la fotografía explora los detalles reales de cada emplazamiento de forma inusitada, lanzando al espectador de lleno al corazón de la sinuosa acción. Un guion sagaz y una puesta en escena impresionante justifican diez nominaciones al Óscar, las mismas recolectadas por la aparente favorita, Roma.
Entre las favoritas para los próximos Premios Óscar está la genial ¿Podrás perdonarme algún día? (Can You Ever Forgive Me?, 2018) segunda película de Marielle Heller (The Diary of a Teenage Girl, 2015), adaptación de las memorias de Lee Israel, escritora que, al caer en decadencia, optó por ganarse la vida vendiendo cartas de escritores y celebridades falsificadas por ella misma, aprovechando así sus dotes literarias. Una magnífica Melissa McCarthy encarna a la protagonista, acompañada en pantalla por un igualmente inmenso Richard E. Grant. No puede decirse que los homosexuales salgan muy bien parados de esta historia, pero, aun cuando sus acciones no sean siempre correctas, la humanidad nunca los abandona. El duro melancólico y la comedia encantadora se entrelazan con gran acierto en una interesante reflexión sobre el arte creativo y los grises de la moralidad. Lamentablemente se quedó fuera de la lucha por el Óscar principal, pero aspira al mejor guion adaptado (Nicole Holofcener y Jeff Whitty), además, claro está, de contar con sus dos geniales intérpretes nominados. Por desgracia, es muy probable que se vaya de vacío.
Bohemian Rhapsody (2018) es un biopic sobre Freddie Mercury, vocalista de Queen, que fue dirigido por Bryan Singer hasta que fue despedido y sustituido por Dexter Fletcher, supuestamente por faltar al rodaje, pero quizá también a raíz de las serias acusaciones de abuso sexual que pesan sobre él. En cualquier caso, los problemas de la película van mucho más allá de tal horror, al darlo todo en los momentos musicales y muy poco en profundizar en la personalidad de su sujeto o la esencia del grupo al que perteneció. Especial atención merece la cuestión de la homosexualidad de Mercury, presentada casi como una droga (ironías de la vida: la drogadicción se margina por completo) que al final termina con su vida (en forma de sida, claro). Cierto es que la época no permitía vivir la sexualidad con libertad, pero el guion de Anthony McCarten concede demasiada relevancia a la relación entre el protagonista y su novia mientras la comunidad gay queda plasmada como una fiesta constante cuyos excesos alejan a Mercury de la banda (o sea de su objetivo vital), habiendo tan sólo un par de sutiles escenas dedicadas a su relación con el hombre que terminaría siendo su pareja hasta el fin de sus días. Rami Malek, estrella de la serie Mr. Robot, ofrece una transformación impresionante, pero no logra que el alma de su icónico personaje sea visible entre tanto aspaviento (bueno, no todos opinan lo mismo: probablemente gane el Óscar). Tan sólo la escena final del concierto es merecedora del gran éxito de taquilla cosechado (de hecho, sólo por ella, podría alzarse fácilmente con el Óscar a mejor mezcla de sonido).
Si hace unos meses nos hubieran dicho que Peter Farrelli, creador de Dos tontos muy tontos (1994) y una larga colección de comedias tan míticas como idiotas, llevaría una producción a los Premios Óscar, habríamos puesto los ojos en blanco. De pronto, sin embargo, no parece tan descabellado: con personajes bien definidos, diálogos chispeantes y localizaciones sugerentes, Green Book (2018) presenta la evolución de la bella relación entre un conservador padre de familia (Viggo Mortensen, más hipnótico que nunca desde el exagerado acento italiano) y un solitario músico abiertamente “outsider” (Mahershala Ali, en un trabajo por el que podría ganar su segundo Óscar dos años después de lograrlo por Moonlight [crítica]), llevando la comedia gamberra de “colegas” a un plano mucho más sensible, honesto, social y reflexivo. Lástima, eso sí, que tanto el tema racial como el LGTB estén tratados desde una perspectiva tan conservadora, pero las intenciones son buenas y probablemente gran parte de las consecuencias también lo sean. De hecho, es la gran amenaza de Roma respecto al Oscar principal.
Receptora del máximo reconocimiento de la sección Un Certain Regard de Cannes, la sueca Border explora la cuestión LGTB desde una perspectiva muy arriesgada y original, al presentar dos criaturas extrañas con aspecto de troll cuya identidad sexual y de género trasciende todo tipo de barreras. Eva Melander y Eero Milonoff encarnan excelentemente a la peculiar pareja, bien dirigidos por el siempre extraño Ali Abbasi, quien sabe cómo dosificar la información para sorprender poco a poco al espectador, así como cómo fusionar brutalidad y humanidad. El resultado es una fascinante reflexión sobre la identidad y la necesidad de dar con alguien que nos quiera y comprenda en este mundo hostil. Pese a que se quedó fuera de la lucha por el Óscar a mejor película de habla no inglesa, Border está nominada en el apartado de maquillaje y peluquería, el cual ganaría fácilmente si todos los votantes se molestaran en verla.
Este año, cinco de las ocho películas nominadas al Óscar a mejor película son inclusivas desde el punto de vista LGTB, pues a Bohemian Rhapsody, Green Book y La favorita hay que sumar El vicio del poder y Ha nacido una estrella, de las que no he hablado por no centrarse en la temática (la primera muestra cómo la homofobia política afectó a la hija de Dick Cheney; la segunda presenta un cabaret de Drag Queens, ambas con bastante acierto). Lástima, eso sí, que los dos títulos mentados ofrezcan una representación algo anticuada, pero la estadística sigue siendo motivo de celebración. De hecho, los cuatro intérpretes vencedores en los BAFTA (Rami Malek, Olivia Colman, Mahershala Ali y Rachel Weisz) encarnan a personajes LGTB, aunque difícilmente sucederá lo mismo en los Óscar. En cualquier caso, la madrugada del lunes 25 conoceremos el palmarés y poco después lo analizaré en clave LGTB.