El ministro malasio de Turismo: «¿Homosexualidad? Creo que no tenemos de eso en nuestro país»
El ministro de Turismo de Malasia asegura desconocer la existencia de personas homosexuales en su país. Preguntado por la seguridad de la comunidad LGTB allí, Mohamaddin Ketapi respondió: «Creo que no tenemos de eso». Ha ocurrido durante la feria de turismo ITB de Berlín, la más grande del mundo, en la que el país del sudeste asiático ha sido este año el invitado especial. Las declaraciones de Ketapi recuerdan a las del expresidente iraní Mahmud Ahmadineyad de hace doce años y han generado críticas a los organizadores del evento por promocionar un destino con una arraigada LGTBfobia de Estado.
La ITB Berlín, que ha tenido lugar entre el 6 y el 10 de marzo en la capital alemana, es la principal feria de turismo del mundo y cuenta cada año con un invitado especial. En esta ocasión ha sido Malasia, tristemente conocida por su creciente LGTBfobia social y de Estado. Una muestra de la misma la ha dado su ministro de Turismo, que en declaraciones a la prensa en la capital alemana el pasado martes reaccionaba molesto a una pregunta sobre la seguridad de las personas judías y LGTB y aseguraba desconocer la presencia de homosexuales en su país.
«Sobre eso no tengo nada que decir», fue su primera respuesta. Ante la insistencia de los periodistas, Mohamaddin Ketapi replicaba: «¿Homosexualidad? Creo que no tenemos de eso en nuestro país. Si es seguro o no, no lo puedo responder». Unas palabras muy parecidas a las que pronunciaba en septiembre de 2007 el entonces presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, negando taxativamente la existencia de gais y lesbianas en su país: «En Irán no tenemos homosexuales como en su país. En Irán no tenemos ese fenómeno, no sé quién le ha dicho a usted que lo tenemos», declaraba durante una conferencia en Nueva York.
El protagonismo de Malasia en esta edición de la ITB Berlín ya había sido objeto de críticas, tanto por su antisemitismo como por la persecución a las personas LGTB. El exdiputado verde Volker Beck recordó que el país del sudeste asiático la homosexualidad y la transexualidad pueden resultar en cárcel y en castigos físicos como latigazos en público con una vara de ratán. En el centro de las críticas se encuentra la vicealcaldesa de Berlín, Ramona Pop, responsable principal de la feria y miembro como Beck de Los Verdes, que acabó cancelando su visita al evento por la polémica generada.
El alcalde Michael Müller (SPD) se ha distanciado de la elección de Malasia como país invitado, aunque sin nombrarla directamente: «Cada vez más, los turistas se sienten asqueados cuando los regímenes desprecian los derechos humanos y las libertades», escribía en un comunicado. No es la primera vez que la ITB Berlín escoge como socio destacado a un país que criminaliza a las personas LGTB: en 2016 el elegido fue Maldivas, en 2017, Botsuana, y para 2020 está prevista la presencia de Omán. Para corregir esta situación, la portavoz de Los Verdes para políticas queer, Anja Kofbinger, ha propuesto la elaboración de una lista de criterios vinculantes para la elección del país invitado a la feria de turismo, que evite la promoción de Estados donde se persigan los derechos humanos.
Un entorno muy difícil para las personas LGTB
Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, ya en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, asegurando que carecen de derechos humanos.
La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo. En febrero de 2017, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En la industria del entretenimiento, la censura está a la orden del día: la han sufrido los programas con personajes homosexuales, la película de La Bella y la Bestia, una canción de Lady Gaga y la cinta Bohemian Rhapsody. En febrero del año pasado nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de las personas LGTB también desde los medios de comunicación. Una deshumanización de la comunidad que mostró su cara más salvaje con el brutal asesinato homófobo del joven T. Nhaveen en junio de 2017.
Pese a las esperanzas que había despertado, el nuevo Gobierno formado a partir de las elecciones de mayo de 2018 no ha mejorado la situación. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios del pasado septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes había tenido lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba su deseo de que «esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad». Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había dejado ver su nula disposición a promover cambios al señalar que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país.
Quien de las 4 es el ministro?