Lunares homófobos y zombies devastadores: críticas de las novelas distópicas «Nivel 10» y «Cuarta Fase»
La literatura lésbica de fantasía y ciencia-ficción, o sea, aquella que lleva el amor entre mujeres a otros mundos y realidades, es un raro subgénero que cada vez se demanda más. Suerte que LES Editorial tiene ya su propio apartado para ella. A dos de sus novelas me dedico hoy (ojo: la similitud de sus títulos es pura casualidad).
En la imaginaria Beltaríh, las cárceles han sido sustituidas por un dispositivo neuronal que aplica descargas para prevenir las conductas criminales, entre las que se cuenta, sí, la homosexualidad. A los portadores del temido C-BeCon se les marca con un lunar en el párpado inferior izquierdo que los estigmatiza y discrimina de por vida. Tan terrible sociedad da lugar a Nivel 10 (2018), ópera prima de la joven Fani Álvarez, formada no por casualidad en neuropsicología, que lleva al extremo la persecución que la comunidad LGTB ha vivido a lo largo de los siglos, la cual en muchos contextos sigue existiendo. Estamos ante una distopía peculiar que alberga una poderosa pero tristísima historia de amor entre dos mujeres decididas a cambiar las cosas. Se echa en falta algo de concreción y mayor desarrollo de la realidad distópica presentada, lo que vuelve la lectura frustrante por momentos, pero la interesante premisa y las bien definidas protagonistas se bastan para mantener la atención hasta el final.
En Cuarta Fase (2018), primera novela de la jovencísima Andrea Mira, la humanidad se enfrenta a la Catástrofe Z, un arma biológica que ha creado un mundo de zombies cuya esperanza reside en un escasísimo número de supervivientes que, para colmo de males, tienden a matarse entre ellos en vez de colaborar por el bien común. Vamos, lo que aprendimos en la serie The Walking Dead, de la que Mira, toda una apasionada de las tramas apocalípticas, toma prestados quizá demasiados elementos hasta que comprendemos que todo eso es sólo una excusa para desarrollar una interesante y muy entretenida reflexión sobre la superviviencia humana y, sobre todo, la persistencia del amor verdadero a lo largo de los siglos. Falta profundización en los muchos, demasiados, personajes, sobre todo considerando que la novela está narrada desde dos puntos de vista distintos que no terminan de distinguirse como deberían, pero la fusión de acción, fantasía, terror y romance lésbico es un cóctel más que apetecible.
Tanto Nivel 10 como Cuarta Fase pecan de una narración demasiado expandida fruto de que sus aún inexpertas autoras, ambas debutantes, han sido quizá demasiado ambiciosas. Fani Álvarez y Andrea Mira son demasiado jóvenes para abrazar el cinismo que suele caracterizar las grandes distopías. Pero, oye, viva su valentía, mayor incluso de la de sus personajes. Y que estas historias, aún escasísimas en el panorama literario, sean las primeras de muchas.