Mounir Baatour, primer candidato abiertamente gay a la presidencia de Túnez
El abogado y activista LGTB Mounir Baatour ha anunciado que se presenta a las próximas elecciones presidenciales de Túnez, cuya primera vuelta se celebrará el 15 de septiembre. El cofundador de la asociación Shams es el primer aspirante abiertamente gay a la jefatura del Estado, aunque su candidatura es más relevante por su valor simbólico que por sus posibilidades reales de acceder a la segunda vuelta. Baatour, que fue arrestado por sodomía en 2013, pretende luchar por la derogación de las leyes que criminalizan las relaciones homosexuales. Varias asociaciones y activistas LGTB, sin embargo, han firmado un manifiesto contra su candidatura en el que lo acusan de abusos sexuales y de no respetar el anonimato de las víctimas de ataques LGTBfobos.
Aunque ya hacía varios meses que había planteado la posibilidad de presentarse, Baatour anunció oficialmente su candidatura el pasado jueves, un día antes de que expirara el plazo para hacerlo. El abogado se une a otros 68 aspirantes, por lo que sus posibilidades de pasar a la segunda vuelta son prácticamente inexistentes. Los mejor posicionados según las encuestas son el empresario Nabil Karoui y el jurista Kaïs Saïed. La convocatoria de los comicios tuvo que adelantarse por el fallecimiento del presidente Béji Caïd Essebsi el pasado 25 de julio, por lo que la primera vuelta se celebrará el próximo 15 de septiembre.
La candidatura de Baatour supone una novedad en el mundo árabe, donde ninguna persona abiertamente LGTB se había presentado a un cargo tan elevado como el de jefe de Estado. El abogado es uno de los fundadores de la asociación Shams, que recibió recientemente el visto bueno de la justicia tunecina a su activismo por la derogación del artículo 230 del Código Penal, que castiga las relaciones homosexuales con penas de hasta tres años de prisión. El fin de la criminalización es uno de los principales objetivos declarados de Baatour, que fue acusado de sodomía y encarcelado en 2013.
En la comunidad LGTB, no obstante, el apoyo al activista está lejos de ser unánime. Once colectivos tunecinos y siete de otros países como Argelia, Egipto, Libia o Marruecos han firmado un comunicado en el que se desmarcan frontalmente de Baatour, de quien afirman que «no representa en ningún caso» a la comunidad LGTB, sino que por el contrario encarna «no solo una amenaza, sino también un enorme peligro». En una petición en línea, los firmantes se hacen eco de supuestas denuncias de abusos sexuales contra Baatour y critican que haya puesto en peligro a las víctimas de ataques y persecución LGTBfobas al mediatizar sus casos, exponiendo sus identidades.
El candidato ha rechazado las acusaciones de abusos, que tacha de difamación, y ha afirmado que después de las elecciones emprenderá medidas legales contra las asociaciones firmantes del manifiesto. Baatour reconoce diferencias estratégicas entre los colectivos y se muestra partidario de la «despenalización inmediata» de la homosexualidad frente al «trabajo pedagógico de sensibilización de formación, de influencia discreta» que según él desarrollan otras organizaciones diferentes de Shams, a la que compara con la francesa Act Up. La campaña electoral del abogado abiertamente gay ha despertado un gran interés mediático dentro y fuera de Túnez.
La hostilidad contra los ciudadanos LGTB tunecinos
La persecución social y de Estado hacia los hombres homosexuales y bisexuales tunecinos es incesante. Las detenciones por mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo son constantes y las condenas a prisión habituales, lo que ha sido calificado por la asociación Shams como una auténtica «cacería». Además, los defensores de los derechos LGTB sufren constantes agresiones, hasta el punto de que algunos de ellos han tenido que exiliarse ante las repetidas amenazas de muerte. Un reportaje de la red de noticias Konbibi reflejaba esta situación el año pasado. En febrero de este año, un joven tunecino que denunció haber sido violado por dos agresores era condenado a ocho meses de prisión por mantener relaciones homosexuales.
En marzo del pasado 2018 recogíamos una de las pocas noticias positivas que nos llegaba del país. Rached Ghannouchi, líder del partido islamista Ennahdha que forma parte de la coalición de Gobierno actual, declaraba en una entrevista que «la homosexualidad es un fenómeno natural y no hay que interferir en los deseos y comportamientos de la gente». En junio de ese mismo año, la Comisión de Libertades Individuales e Igualdad hacía público un informe en el que recomiendan al Estado que acabe con la persecución legal de las relaciones entre personas del mismo sexo. Las conclusiones de su trabajo apuntan a la despenalización de la homosexualidad y el fin de los infames «exámenes anales». El Parlamento tunecino, sin embargo, rechazó debatir las propuestas de la comisión.