Tras veinte años practicando «terapias» reparadoras, uno de sus principales divulgadores admite su homosexualidad y pide perdón por el daño causado
Uno tras otro, los principales adalides de las «terapias» de conversión admiten la inutilidad y los peligros de estas prácticas que no hacen nada por modificar la orientación sexual pero pueden infligir trastornos duraderos. El último caso ha sido el de McKrae Game, que participó en la infame Exodus International (ya clausurada) antes de fundar su propia organización de «exgais». Game reconoce ahora que nunca dejó de sentir atracción por otros hombres y pide perdón por el daño causado.
McKrae Game, entonces pastor baptista, se unió a Exodus International a finales de los años noventa. Antes de su disolución en 2013, la organización fue la principal difusora de las «terapias» reparadoras o de conversión dentro y fuera de Estados Unidos. Tanto su presidente como su vicepresidente acabaron pidiendo disculpas públicas por el sufrimiento inútil que provocaron a las víctimas de sus peligrosas prácticas.
Tras pasar por Exodus International, Game fundó su propia institución de «exgais» en 1999. Por Truth Ministry, posteriormente renombrada como Hope for Wholeness, pasaron miles de personas buscando «curarse» de su homosexualidad, que la organización calificaba de «trastorno del desarrollo». Game acabaría expulsado por comportamiento homosexual de la entidad que había fundado en 2017 y admite ahora que nunca dejó de sentirse atraído por otros hombres. En 1996 se había casado con una mujer y tiene dos hijos ya adultos.
El que fuera uno de sus principales promotores reconoce la inutilidad y el daño que causan sus prácticas y pide perdón. En una entrevista con el diario The Post and Courier, el hombre de 51 años procedente de Carolina del Sur confiesa haber sido «un fanático religioso que ha hecho daño a gente», aunque no reniega de su fe. Algunas personas intentaron suicidarse como consecuencia de los métodos de su organización, lamenta Game, que hace un llamamiento a aprender a «amarte a ti mismo y a los demás».
«Las terapias de conversión no son solo una mentira, son muy dañinas», advierte Game, que se une a una creciente lista de líderes «exgais» que acaban reconociendo sus errores y pidiendo perdón. Además de Alan Chambers y Randy Thomas, presidente y vicepresidente de Exodus International como se ha mencionado arriba, también engrosa este grupo John Paulk, otro exlíder de Exodus que fundó en 1998 la organización Love Won Out. Paulk admitió su homosexualidad en 2013 y se disculpó por el daño causado. Un año después, John Smid contraía matrimonio con otro hombre. Smid había dirigido Love in Action, una de las organizaciones de historial más terrible a la hora de intentar «convertir» a homosexuales en heterosexuales, como refleja la reciente película Boy Erased (estrenada en España como Identidad borrada).
«No» rotundo de los especialistas a las «terapias» reparadoras
A nivel internacional, ya en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las terribles «terapias» reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser «honestos» con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.
Ya está de usar la terminología de la extrema derecha. No son terapias, por muchos entrecomillados que le pongáis. Son torturas. No me interesa que los torturadores pidan perdón, los quiero en la cárcel por el daño que han hecho.
A DosManzanas les diré algo: sus notas periodísticas son impactantes, pero son acalladas por los poderes mediáticos de extrema derecha mundial, soy mexicano, pero cuando una nota que afecta a la población gay mexicana o de otros países aparecen, los medios pseudo periodísticos o «chayoteros» (busquen su significado en internet) no las publican o lo peor, cuando las publican en internet o redes sociales aparecen miles de «bots» o «robots» o «perfiles falsos» atacando a la población gay y defendiendo la homofobia, ésto, más la indiferencia de los gobiernos, más la ignorancia, más todo lo que se les ocurra, recrudece la homofobia. Los gays estamos entre locos derechistas racistas y entre izquierdistas omisos e hipócritas ganapanes.