Aparecen carteles homófobos en las inmediaciones de centros escolares de Murcia
Los carteles, de estética infantil e inspiración católica, aunque sin firma reconocible, identifican al movimiento LGTBI con una manzana envenenada y un dragón que ataca hogares formados por familias heteroparentales cristianas. El movimiento feminista o la Memoria Histórica también han sido objetivo de los ultras en estos impresos.
La LGTBIfobia parece haberse instalado en el día a día de los murcianos, reforzada tras la victoria de la ultraderecha en las pasadas elecciones generales en la Región de Murcia. Si justo tras conocerse los resultados aparecían pintadas homófobas y amenazantes contra un alcalde pedáneo, ahora la Navidad se tiñe de odio en algunos centros escolares, como el Instituto de Educación Secundaria Floridablanca o el Colegio concertado Santa María del Carmen, en cuyas inmediaciones se han podido encontrar carteles en los que se ataca al colectivo LGTBI, al movimiento feminista o a la Memoria Histórica.
Los carteles alertan del «peligro» del movimiento LGTBI en dos versiones distintas. En una, la manzana de Blancanieves adquiere los colores de la bandera arcoíris bajo las leyendas «¡cuidado!» y «veneno» bajo la mirada de la bruja del cuento. En otra versión, un dragón escupe llamas arcoíris contra una casa coronada por la imagen de una virgen en la que vive una familia heteroparental con hijos. En esta ocasión las leyendas rezan «firme fe» y «resistencia».
Otros carteles también invitan a «darle la vuelta al feminismo», transformando el símbolo de la lucha por los derechos de la mujer en un hogar copado por la cruz cristiana. En otra versión se reivindica la Memoria Histórica únicamente como los asesinatos de religiosos y quema de iglesias durante la Guerra Civil.
Un acto de odio que no solo supone un ataque a la comunidad LGTBI y a los símbolos que nos representan. Supone sobre todo la creación de un clima hostil al alumnado LGTBI, hacia los que puedan ser percibidos como pertenecientes al colectivo sin serlo, o a los hijos de parejas homoparentales, todos en su mayoría menores de edad en estos centros. También supone el empoderamiento de los integrantes homófobos de dichos centros o comunidades educativas. Hay que recordar que la LGTBIfobia es una de las principales causas de acoso escolar o bullying y se encuentra entre las causas fundamentales de delitos de odio en España.
En el caso de la Región de Murcia, además, La LGTBIfobia condiciona de forma significativa la actividad educativa, especialmente después de que el Gobierno regional haya cedido ante Vox e impuesto lo que la formación de extrema derecha denomina «pin parental» para la asistencia a charlas sobre diversidad sexual y de género.
En Valencia también han aparecido carteles con el mismo diseño.
El envalentonamiento de la extrema derecha es preocupante. Primero, unos cárteles, luego vendrán las agresiones y los asesinatos.
El problema de la persecución LGTBI+ en la educación por parte de la extrema derecha se está volviendo cada vez más preocupante. Siendo sincero, como persona transexual y profesor, es algo que está empezando a asustarme de verdad. Pero estoy convencido de que la peor parte se la llevarán los menores LGTBI+.
Ciertos colectivos se escudan en la defensa de los derechos de los progenitores, pero eso es una falacia, porque SER LGTBIFÓBICO NO ES UN DERECHO. EDUCAR EN EL ODIO NO ES NI SERÁ NUNCA UN DERECHO.
Por el contrario, los menores (sean LGTBI+ o no) SÍ TIENEN DERECHO a saber que nuestra realidad existe. Por supuesto, es necesario que lo explique gente preparada (como suele suceder, porque cada vez más asociaciones LGTBI+ imparten cursos de formación a las personas que luego dan charlas en los centros educativos), y adecuándose a la edad del alumnado. Si tu hija o hijo no es LGTBI+, no se volverá gay, bi o trans por escuchar una charla sobre el colectivo, pero seguramente tendrá más empatía y menos prejuicios hacia las personas que sí lo somos. Si tu hijo, hija o hije es LGTBI+, esas charlas podrían servirle para saber qué es lo que le pasa, y entender que no es peor que sus compañeros y compañeras por ser así.
Yo mismo fui un niño trans, y crecí sin poder ponerle nombre a lo que me pasaba. De pequeño creía que estaba solo en el mundo, que no había más chicos como yo, nacidos con vulva y no con pene. Mi adolescencia fue especialmente difícil, teniendo que afrontar mi disforia de género, la incomprensión de los demás y el bullying de mis compañeros. A excepción de la disforia de género, el resto de mis problemas podrían haberse evitado con una mejor educación LGTBI+ en el instituto. En mi caso, la educación que recibí fue NULA, nadie me habló jamás en la escuela de las personas trans, mucho menos de los hombres transexuales. Va siendo hora de cambiar eso.
Me recuerdan la Ley de Poe, muy ridículo ese discurso a días de 2020.
Vas a hacer todo el abecedario?