Un estudio estadounidense confirma que el acceso a bloqueadores de la pubertad reduce el riesgo de suicidio en adolescentes trans
El uso de bloqueadores de la pubertad disminuye de forma significativa el riesgo de suicidio en la población trans adolescente. Así lo pone de manifiesto un estudio recién publicado en la revista Pediatrics, que edita la Academia Americana de Pediatría.
El bloqueo de la pubertad facilita el no tener que pasar por la desagradable experiencia de ver cómo tu cuerpo se desarrolla en una dirección contraria a la de tu identidad de género. Es un tratamiento reversible, que permite detener el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios (vello, barba, pechos…) durante unos pocos años hasta que la persona está legalmente capacitada para afrontar cómo y hasta dónde desee su proceso de reasignación mediante estrategias como hormonación y/o cirugía.
Los investigadores han examinado la relación entre el uso de bloqueadores de la pubertad durante la adolescencia y una serie de parámetros relacionados con la salud mental, entre ellos diferentes medidas relacionadas con la ideación suicida, mediante el análisis de los datos de 20.619 personas trans de entre 18 y 36 años recogidos en la U.S. Transgender Survey, una gigantesca encuesta que se llevó a cabo en 2015 en Estados Unidos. De ellos, solo el 2,5% tuvieron acceso a este tratamiento, pese a que un 16,9% lo hubiera deseado. Los resultados son indiscutibles. Incluso tras hacer los correspondientes ajustes tanto por variables demográficas como por el nivel de apoyo familiar que recibieron, aquellos que recibieron tratamiento presentaron de forma significativa mejores indicadores de salud mental y menores índices de suicidio que los que se lo plantearon pero no lo recibieron.
«Sabemos históricamente que los bloqueadores de la pubertad son seguros y efectivos y que son totalmente reversibles, por lo que los beneficios superan con creces cualquier riesgo. Es una obviedad el que estén disponibles en estas circunstancias», ha declarado a CNN Michelle Forcier, profesora asociada de Pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Brown (Rhode Island), uno de los centros universitarios más prestigiosos de Estados Unidos, al ser preguntada por este estudio. Aunque no ha participado en él, Forcier trabaja habitualmente con menores trans. Para la pediatra, negar este tratamiento a los menores que lo deseen es equivalente a negar a un niño con asma su inhalador o rechazar tratarlo de cáncer, ya que se trata de una intervención que «salva vidas», como este estudio demuestra una vez más. «No permitir a estos niños usar estos tratamientos no es una posición neutral», ha remarcado.
Un estudio sin duda importante, en un momento en el que diversos estados norteamericanos gobernados por republicanos están valorando aprobar leyes que impedirían a los menores de edad acceder a este tipo de tratamientos, pese a que gozan de respaldo científico (aquí se puede acceder, por ejemplo, a las pautas recomendadas por la Endocrine Society). Un movimiento que se enmarca en la ola de transfobia que en estos momentos agitan en ese país tanto movimientos ultraconservadores como un sector minoritario del feminismo.
Suicidio adolescente en menores trans, una lacra evitable en buena medida
Como es bien conocido, el riesgo de suicidio en adolescentes trans es elevado. En septiembre de 2018 hacíamos referencia, por ejemplo, a un demoledor estudio, publicado también en Pediatrics, que mostraba que la tasa de intentos de suicidio entre adolescentes trans estadounidenses es considerablemente mayor que entre sus coetáneos cis. El grupo en el que los intentos de suicidio son más numerosos era el de los chicos trans (el 50,8% reportan algún intento de suicidio), seguido de los adolescentes no binarios (41,8%) y de las chicas trans (29,9%). Pero no era ni mucho menos el primero: ya otros estudios habían puesto de manifiesto la situación de vulnerabilidad de los menores trans. En 2012, por ejemplo, recogíamos otro de ellos, que mostraba que niños y adolescentes trans sufren más síntomas psiquiátricos, tales como depresión e intentos de suicidio, que el resto de niños y adolescentes de su misma edad. Las cifras eran mayores en aquellos casos en los que no se daba un manejo especializado de la situación, bien por carecer de medios económicos o porque los padres no los apoyaban en su proceso.
Es importante destacar que el uso de bloqueadores de la pubertad no es la única estrategia que se ha demostrado útil para reducir el sucidio adolescente en menores trans. Alguna de ellas es bien sencilla: otro estudio del que dábamos cuenta en abril de 2018 mostraba que simplemente el hecho de que los jóvenes y adolescentes trans sean tratados en su entorno con el nombre correspondiente a su identidad de género disminuía drásticamente los cuadros depresivos, los pensamientos suicidas e incluso los propios intentos de suicidio. Los investigadores sabían de lo que hablaban: fue el mismo equipo que en 2017 estableció que, debido al estigma social, el porcentaje de jóvenes transgénero con ideas suicidas duplicaba el de la población general y cuadriplicaba la propensión a consumir drogas.
Nunca entenderé ,por ejemplo, que se prefiera » por bien del menor» que un adolescente trans aplaste sus pechos durante años ,provocándose posiblemente daños en la espalda, que usar bloqueantes.
Efectivamente, mucha gente se lleva las manos a la cabeza cuando oyen hablar de los bloqueadores hormonales que necesitan algunos menores trans, creyendo que pudieran ser «peligrosos» para su salud, pero no saben que las otras opciones son muchas veces peores. Como bien dice Rac, los binders también pueden causar problemas de salud (por no hablar de lo extremadamente incómodos que son, las dificultades para respirar que suponen, el calor que dan, etc). No solo eso, sino que los chicos trans con disforia que no hemos tenido la suerte de tener a nuestro alcance bloqueadores durante la adolescencia, después no tenemos más remedio que operarnos de mastectomía. Los resultados suelen ser bastante «decentes» pero casi siempre quedan dos cicatrices horizontales. Con los bloqueadores nos ahorraríamos los binders, la mastectomía y las cicatrices, que son de por vida (aunque evidentemente, yo prefiero un pecho plano pese a las cicatrices).
Por otra parte, las personas que alegan supuestos problemas físicos (que NO son tales) para la salud de los menores trans rara vez piensan en los problemas psicológicos que se ahorrarían dichos menores si accedieran a los bloqueantes. Si realmente defendiesen el bienestar de los menores, no cuestionarían los bloqueantes. Al final tengo la sensación de que hay mucho sesgo ideológico detrás.
Personalmente, como hombre transexual le agradezco mucho al equipo de Dos Manzanas el hecho de difundir estudios como estos. Todavía existe mucho desconocimiento sobre las personas trans, lo que hace que surjan muchos bulos.