El presidente de la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía arremete contra la comunidad LGTBI con el apoyo explícito de Erdoğan
Más gasolina al fuego de la LGTBIfobia de Estado en Turquía. El presidente de la Dirección de Asuntos Religiosos ha lanzado una diatriba de odio contra la comunidad LGTBI, a la que ha culpado de ser la causa de enfermedades como el VIH/sida que «corrompen a generaciones». Ali Erbaş hace un llamamiento a la población para que «combata este mal». El discurso de odio cuenta con la aprobación del presidente Recep Tayyip Erdoğan, que ha calificado sus palabras de «totalmente ciertas». No contento con darle su apoyo explícito, el Gobierno ha ordenado a la fiscalía que investigue a los que han condenado las soflamas homófobas de Erbaş.
Ali Erbaş es el presidente de la Dirección de Asuntos Religiosos, conocida simplemente como Diyanet. Se trata de un organismo del Gobierno turco cuya misión original era controlar el ejercicio de la religión musulmana y garantizar el carácter secular del Estado. Desde la llegada al poder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdoğan, sin embargo, su papel ha ido evolucionando hacia la promoción de los valores islámicos conservadores y del islam turco en el exterior. Diyanet es muy influyente, por ejemplo, entre la comunidad musulmana de Alemania.
Durante su sermón del pasado viernes 24 de abril desde la mezquita Hacı Bayram de Ankara, Erbaş lanzó una diatriba de odio homófobo. El líder religioso acusó a la homosexualidad de propagar enfermedades y de «corromper a generaciones». «Cada año, cientos de miles de personas están expuestas al VIH, causado por lo que el islam considera el pecado más grave», añadió. Junto a la homosexualidad, también condenó las relaciones pre- y extramatrimoniales. «Luchemos juntos para proteger a la gente de estos males», concluyó su soflama.
La diatriba homófoba se ha encontrado con fuertes críticas. La Cámara de Abogados de Ankara condenó la homilía de Erbaş por degradar y poner en la diana a un colectivo, mientras que el progresista Partido Democrático de los Pueblos (HDP) la calificó directamente de «delito de odio». La respuesta de la fiscalía general del Estado ha sido iniciar una investigación contra estas críticas por constituir un posible delito de ultraje a los valores religiosos.
No es de extrañar, por tanto, que el discurso de odio haya contado con el apoyo explícito del Gobierno. El ministro de Justicia Abdulhamit Gül atribuyó a una «mentalidad fascista» las condenas al sermón homófobo, que el propio presidente Erdoğan defendía como «totalmente cierto» mientras equiparaba las críticas al dirigente musulmán con un «ataque al Estado». Por otra parte, no es la primera vez que Erbaş carga contra la comunidad LGTBI. El año pasado calificó la celebración del Orgullo de «herejía» e hizo un llamamiento a «salvar a los niños y los jóvenes de esos planes depravados».
Hostilidad creciente contra la comunidad LGTBI en Turquía
La situación de la comunidad LGTBI en Turquía bajo el mandato de Recep Tayyip Erdoğan no hace más que deteriorarse. En 2019 se cumplieron cinco años consecutivos en los que las autoridades prohibían y reprimían la celebración del Orgullo de Estambul, un evento que llegó a congregar a más de 15.000 personas en 2013. En 2015 la marcha fue prohibida de repente por la oficina del gobernador a causa del mes de Ramadán (circunstancia que, siendo exactamente igual, no impidió la manifestación de 2014). En 2016 la policía turca disolvía violentamente la Marcha del Orgullo Trans de Estambul, también prohibida por el gobernador, que justificaba su decisión por «la seguridad de nuestros ciudadanos, en primer lugar, de los propios participantes». Desde el activismo LGTB, sin embargo, la prohibición se contempló como una claudicación ante las amenazas de grupos de extrema derecha nacionalista e islamistas. Una semana después, el Orgullo LGTB corría la misma suerte. En agosto de ese mismo año, además, la activista trans Hande Kader era brutalmente vejada y asesinada, después de haberse posicionado en primera fila durante el reprimido Orgullo Trans.
La situación se repetía en 2017, cuando tras las amenazas de un grupo ultranacionalista, y lejos de asegurar el ejercicio del derecho de manifestación del colectivo LGTB, el gobernador de Estambul volvió a prohibir la manifestación del Orgullo cediendo al chantaje de los extremistas. Cientos de valientes activistas desafiaron la prohibición y salieron a las calles, pero fueron duramente reprimidos. Lo mismo sucedió en 2018, cuando un millar de activistas desafiaron la prohibición y la policía les lanza gas lacrimógeno y pelotas de goma para dispersarlos. La represión se repitió con los mismos métodos en 2019.
En medio de la escalada contra la comunidad LGTB turca, en abril del año pasado conocíamos al menos una buena noticia. Un tribunal administrativo regional ponía por fin punto final a la prohibición de celebrar actos relacionados con la realidad LGTB impuesta a finales de 2017 por el gobernador de Ankara, la capital del país. La justicia había rechazado en un primer momento la apelación.